Gabriel de la Haba 'Zurito'
Otro día reconoció que los «toros de la vida» eran mucho peores que lo de los plaza
Estos días de la Semana Santa nos hemos enterado de la muerte del torero cordobés Gabriel de la Haba 'Zurito' (1945-2024). Como en tantos otros temas del mundo taurino, del que no puedo considerarme un aficionado en toda regla, llegué por casualidad a tener cierta relación con el aspecto humano de sus protagonistas. En el caso de Zurito, hace muchos años, gracias a la taberna Casa Ramón, en la calle del Avellano del entonces nuevo barrio de Santa Rosa.
Casa Ramón (1962-1986)
En este establecimiento, Ramón García Navajas, padre del famoso Pepe García Marín de El Caballo Rojo, era el clásico tabernero cordobés serio, respetado por su clientela, que sabía darle a cada uno lo que se merecía. Siempre con una gorra puesta, por la forma en que se tocara ésta podía intuirse su estado de ánimo. Tenía a mano, incluso, una escopeta de dos cañones por si las cosas se salían de madre y alguno creía que «todo el monte era orégano».
La taberna era un establecimiento pequeño, formado apenas por un mostrador y una trastienda separada con una cortina que, ocasionalmente, hasta se empleó como dormitorio. Disponía solamente de un barril de Márquez Panadero, escorado a la izquierda, del que se obtenía un vino exquisito. Se despachaba cerveza solamente en botella, y algún que otro refresco, porque allí lo normal eran los medios de vino.
Por la calidad (y el precio económico) de este vino, contó esta taberna con una amplia clientela, en gran parte formada por los trabajadores de importantes empresas que se localizaban entonces cerca del incipiente barrio de Santa Rosa.
Me introduje un poco en ese ambiente por Francisco Luque Obispo 'El Pela', casado con una hermana de mi mujer, que vivía en Santa Rosa y trabajaba en Luis Aranda Martos, empresa que también se localizaba en ese barrio. En Casa Ramón se reunía diariamente con amigos y conocidos, como su compadre Ángel González 'El Calvi', de San Agustín (el cual, antes, había despachado muchos medios en Casa Pepe el Habanero), Pepe Pons, Manolo 'Zurito', Antonio Trujillo, Pepe Rey, Jesús Barba, Luis Hernández, Juanillo Ranchal, Rafael Muñoz 'El Corchao', Juan Cebrián, Rafael González 'El Pelajopos' y Paco Torronteras Rojas, entre otros, además del no menos importante médico don Rafael Ortiz, que entre copa y copa de vino velaba en la distancia por la salud de todos simplemente con mirarlos y ver cómo agarraban el medio.
En esta nutrida clientela existía una gran afición a los toros, y así unos defendían a Gabriel de la Haba 'Zurito' y otros a Manuel Cano 'El Pireo' aparte de, por supuesto, tener todos a El Cordobés en un pedestal. El bando de Zurito lo encabezaba Paco Torronteras, que entonces trabajaba en Recambios Marcial y además era íntimo amigo de los hermanos Zurito, Antonio, Manolo y Gabriel, los cuales vivían a dos pasos de Casa Ramón, por lo que también se pasaban por allí.
Gabriel Zurito, el torero
Por estas tertulias taurinas, que a veces desembocaban en enconadas disputas, supe que Gabriel de la Haba 'Zurito' había nacido en la calle Morales, de Santa Marina, el 14 de septiembre de 1945, en una casa justo por debajo de donde Blanquita Molina (hoy la famosa Blanca del Rey), alquiló su primer traje de flamenca para debutar con su arte en la Cruz de Mayo de San Lorenzo del año 1955. Gabriel fue el tercer hijo varón de Antonio de la Haba Torreras 'Zurito' y nieto de Manuel de la Haba Bejarano, también apodado Zurito, un gran torero a caballo que dio el nombre a toda la dinastía. Sus hermanos mayores, Antonio y Manolo, trabajarían con él en el mundo del toro.
Como novillero, Gabriel 'Zurito' tuvo una carrera brillante alternando con El Puri, con el que formó una célebre pareja que se anunciaba en los carteles como Los Niños Cordobeses. Esa temporada fue líder del escalafón toreando 83 novilladas. Tomó la alternativa de matador en Valencia, el 24 de mayo de 1964, de manos de Miguel Báez 'Litri', siendo testigo el mejicano Joselito Huertas. La alternativa la saldó con tres orejas. En su cuadrilla le acompañaron sus dos hermanos, Antonio y Manolo, y como picador el citado cliente de Casa Ramón Rafael González Alcaide 'Pelajopos', del que hablaremos después.
Confirmó su alternativa en Madrid de manos de Joaquín Bernardó, siendo testigo Jaime Ostos, el 19 de mayo de 1965. Como apostilla, hay que señalar que Joaquín Bernardó, catalán de pura cepa, fue el torero que durante varias décadas toreó jueves y domingos, y así hasta 243 tardes, en una entregada plaza Monumental de Barcelona. Para que vean lo que han cambiado las cosas en Cataluña...
No cabe duda de que la novillada celebrada el 27 de mayo de 1963, en la vieja plaza de los Tejares (uno de los últimos eventos que tuvo el venerable coso) fue una de las primeras y más recordadas actuaciones en la dilatada carrera de Zurito. En el cartel se anunciaban Luis Parras 'El Jerezano' (apoderado por el maestro Ordóñez), Gabriel de la Haba 'Zurito' y Manuel Cano 'El Pireo', con ganado de Bernardino Jiménez.
Ante el éxito conseguido, el empresario de la plaza quiso aprovechar el tirón y repetir a los pocos días el cartel, con los mismos novilleros y novillos. El principal escollo fue ponerse de acuerdo con lo que iban a cobrar los novilleros, cuyo caché, con justicia, había subido bastante. El Bar Savarin fue el centro de las negociaciones y, según nos contó luego El Pelajopos, hubo sus tiras y aflojas, hasta que gracias a la intervención de Antonio Ordóñez se llegó a un acuerdo en donde los toreros cobrarían un 20% más que en la novillada anterior.
De nuevo aquella novillada constituyó otro éxito de público, y recuerdo cuando a los pocos días se presentó por Casa Ramón el propio Zurito, donde partidarios suyos y de El Pireo discutían acaloradamente quién había estado mejor. Ramón le preguntó: «¿Qué, Gabriel? ¿cómo quedó esa novillada?», a lo que éste, haciendo gala de su honradez, contestó: «Por el público, maravilloso, pero lo que hubo para recordar fueron los enormes muletazos que en todo el centro del ruedo dio el de las Margaritas («El Pireo»)». Con este detalle demostró la elegancia de su persona.
Gabriel fue un torero que debido a una grave cogida en la plaza de toros de Jaén, se retiró con apenas 25 años.
Gabriel 'Zurito', el hombre
A través de mi cuñado y de Juan Cebrián, buenos amigos de los hermanos Zurito, tuve cierta relación con Manolo y Gabriel. Con Manolo tomé muchas veces café en el Bar Junior, de Santa Rosa, y por ello pude saber que era cuñado de Antonio Ángel Jiménez, otro torero cordobés de los años cincuenta, hijo del dueño de la Freiduría Jiménez. Los dueños de esta freiduría se marcharon a Madrid para probar suerte, convirtiéndola en el Restaurante Jiménez en plena calle Barbieri, muy cerca del Tablao de los Canasteros propiedad de Manolo Caracol. Aquel restaurante fue un referente para todo cordobés que iba por la capital.
Con Gabriel, aparte de haber coincidido en Casa Ramón, fueron muchos los domingos que lo pude ver en la iglesia de San Lorenzo, donde solía acudir a la misa principal. Una de las veces, tras terminar, le acompañé en su recorrido de vuelta hasta el Realejo y le pregunté que por qué venía desde tan lejos, desde Ciudad Jardín donde residía, para escuchar misa, y él me contestó que al principio iba a San Lorenzo para rezarle al Cristo de Ánimas en su capilla, puesto que le tenía gran devoción, pero que comenzó a quedarse porque le gustaba escuchar las homilías del párroco de entonces, el hoy canónigo Antonio Gil.
En otra ocasión, haciendo el mismo camino, coincidimos con su gran amigo Juan Cebrián, que vivía en Santa María de Gracia, y los tres marchamos para arriba buscando el Realejo. Juan le preguntó a bocajarro cuál había sido el mayor triunfo de su vida y Gabriel, sin dudarlo, le contestó que, por encima de los toros, los éxitos y los aplausos, su mejor triunfo había sido tropezarse con María Auxiliadora Ruiz, María Moda Joven, que era su esposa, pilar fundamental de su vida. Otro día, ante su amigo del alma Paco Torronteras, reconoció que los «toros de la vida» eran mucho peores que lo de los plaza, porque éstos te podían coger, pero confiabas plenamente en los médicos que harían todo lo posible por salvarte. Pero en la complejidad de la vida -dijo-, si te «enganchaban», no sabías si algunos iban a curarte o a rematarte.
Gabriel 'Zurito', el amigo
Manuel Benítez El Cordobés nuestro Quinto Califa, y José María Montilla, dos grandes toreros que rivalizaron en aquella Córdoba de los años sesenta, acompañaron el féretro de Gabriel de la Haba 'Zurito' con la presencia de su esposa. Sus amigos le quisieron dar la vuelta al ruedo de los Califas.
Porque Gabriel, bajo un aspecto de timidez y seriedad, fue un gran amigo de sus amigos, de cualquier condición. Así, todos los años, al terminar la temporada taurina, organizaba un perol para todos ellos, incluidos sus incondicionales de Casa Ramón. Pasaría a denominarse el «perol de los conejos», porque casi siempre la carne de este animal lo acompañaba. Se celebraba en una parcela de su propiedad en la campiña frontera a la Torrecilla, y se entraba muy cerca de la Porcelanosa.
En uno de aquellos peroles, alguien refirió la anécdota que protagonizó su picador Rafa el González 'Pelajopos'. Creo que fue Juan Cebrián el que la contó. El caso es que, cuando cerraron el Matadero Municipal, donde también trabajó Pelajopos, lo recolocaron como portero del Ayuntamiento en el relevo de la tarde. Un día pasó por allí un cordobés que llevaba tiempo trabajando en Holanda acompañado de algunos nativos de aquel país, y le preguntó si estaban por la tarde los empleados del Ayuntamiento. Pelajopos le contestó: “No, mire usted, aquí por la tarde no viene nadie y por eso no trabajan. Pero es que por la mañana vienen todos y la mayoría tampoco trabaja». El 'holandés' cogió carretera y manta ante la rotundidad del portero. Pero alguien tomó nota de aquellas palabras del Pelajopos y casi le abren un expediente. Al final lo solucionaron trasladándolo, también como ordenanza a la Casa de Socorro.
Seguramente, Gabriel se haya encontrado de nuevo con él y con otros conocidos de esos años y, entre amigos que se saludan después de años sin verse, se estarán riendo por allá arriba, tomando un vaso de cerveza 'Zurito' detalle éste que popularizó la Peña Gabriel de la Haba 'Zurito' de San Sebastián a instancias de su amigo Carlos Gómez Alcorta.