Manuel Díaz vuelve a Córdoba por la puerta grande con su pregón al mayo festivo
El diestro canta a las fiestas y aprovecha para exaltar la figura de su padre, Manuel Benítez
Manuel Díaz 'El Cordobés' ha abierto las puertas del mayo festivo con un pregón en el teatro Góngora en el que ha reivindicado sus raíces en la ciudad, su infancia y lo importante que fue Córdoba para su carrera taurina. Con toda sinceridad ha reconocido en varias ocasiones que el texto se lo han elaborado pero la mayor parte del mismo ha sido improvisada por él en el atril, con tanta espontaneidad como frescura.
En un escenario decorado con dos bloques de macetas, en una clara alusión a los patios, y una silla de enea con un capote de paseo, Manuel Díaz ha cantado al mayo festivo después de que lo prologaran el concejal de Fiestas y Tradiciones, Julián Urbano; el alcalde, José María Bellido, y de que Niño Seve a la guitarra y Miriam Montes, interpretaran el 'Romance a Córdoba' que popularizara Pepe Marchena.
El toro «más difícil»
Las primeras palabras del pregonero han sido para recordar que las dos premisas que el tiene en la vida son las de que «es de bien nacido ser agradecido» y que «para saber a dónde vas tienes que saber de donde vienes». Así, ha reconocido que le hubiera gustado haber estudiado para haber defendido un pregón que en varias ocasiones fue aplaudido y jaleado por el público que llenaba el teatro Góngora, pese a confesar que «nunca lidié un toro más difícil» que el de enfrentarse a un público que, por otra parte, estaba entregado desde el primer momento.
«Yo soy quien soy gracias a Córdoba; no nací aquí, pero aquí crecí como torero», señaló a hora de arrancar pese a mostrar cierto temor a pregonar las fiestas de una ciudad, algo que se sale de su cometido profesional. «¿Qué les digo ahora a ustedes, si sólo sé hablar de toros?», expuso.
El pregonero adornó su intervención con varias interrupciones en las que dialogaba con el público, como cuando reconoció: «Yo nunca he leído tanto en mi vida, te lo juro; para dentro, sí, pero para fuera no veas si cuesta, quillo». O cuando de pronto interpeló al alcalde: «¿Voy bien?» y ante la aprobación general se ofreció a Bellido a echarle una mano en la próxima campaña electoral.
Mayo, según Manuel Díaz
Manuel Díaz ha repasado las distintas fiestas que jalonan el mes de mayo, desde las Cruces -«¿Hay algo más cordobés?», ha dicho-; a los Patios, donde «Roma vino a Córdoba y se quedó en un patio a vivir»; pasando por la Feria de la Salud, «el plato fuerte» del calendario festivo, para culminar con los toros, la materia que domina.
«Si estoy aquí es para pregonar el mayo cordobés por mi profesión, la tauromaquia, arrancó, para proseguir con que «el torero es un artista, un creador, un ser que persigue dar salida a un mundo interior inquieto». Así ha definido su oficio en el que ha seguido profundizando, como cuando ha afirmado que »lo más temido por un torero es el fracaso y su soledad».
Benítez, «símbolo de una época»
El pregonero ha dedicado una parte de su pregón al mayo festivo ha resaltar la figura de su padre, Manuel Benítez, «símbolo de una época, de un tiempo, de unas condiciones de vida muy duras y constituye en sí mismo un ejemplo extraordinario que explica una época reciente de nuestra sociedad».
La importancia que alcanzó su padre traspasó los límites de la tauromaquia, ya que «desde su modernidad conectó con la sociedad internacional, difundiendo el nombre de Córdoba por todo el mundo a través de su trabajo, su sacrificio y su capacidad creadora».
Después pasó a hablar en primera persona al afirmar que «a mí el toro me lo ha dado todo y desde mis inicios en la Escuela Taurina he querido triunfar con mis éxitos y no con los fracasos de los demás». También ha tenido un recuerdo para quienes le ayudaron en estos tiempos, como Antonio Mata, El chato Lora o Pepín Garrido, el hombre de confianza de su padre. «Ellos me ayudaron mucho y yo no sé si alguien les dijo que me cuidaran, pero me cuidaron», añadió.
Manuel Díaz se marchó de Córdoba tras recibir una llamada telefónica en Lavauto, donde trabajaba. De esto han pasado tres décadas, «y ahora, Córdoba, sin serlo, me recibe con un hijo de esta tierra, como uno más, como solamente Córdoba sabe hacerlo».