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El Cordobés padre, Manuel Benítez (i), enseña las tijeras con las que corta la coleta de su hijo Manuel Díaz "El Cordobés".

El Cordobés padre (i), enseña las tijeras con las que corta la coleta de su hijo Manuel Díaz «El Cordobés».EFE

El Cordobés le corta la coleta a su hijo después de medio siglo sin reconocerle

Terna de dos antiguos líderes del escalafón junto a un torerísimo Curro Díaz que le cortó las dos orejas y el rabo a su buen segundo. Otros tres trofeos para El Fandi en el último y oreja para el protagonista

Cuando era un niño Manuel Díaz le dijo a su madre que quería ser torero como su padre. Este era Manuel Benítez El Cordobés, el torero más famoso en los sesenta, el mito que no le reconocía. El último toro que brindó Paquirri en vida antes de que Avispado se la quitara se lo brindó el torero de Zahara de los Atunes aquella tarde en Pozoblanco.

En la tarde en Jaén, en la Feria de San Lucas, la última de El Cordobés segundo, estaba en la barrera El Cordobés primero con traje (y chaleco) y corbata para despedir a El Cordobés a su hijo y no solo eso, sino para retirarle de los ruedos con todos los honores y todo el reconocimiento que le había negado en vida. Historias taurinas.

Se partió el primero de la tarde el cuerno al iniciarse el tercio de muerte y optó Manuel, sin mayores opciones, por despacharle con media estocada fulminante. Recibió al segundo de Sancho Dávila Curro Díaz a pies juntos y luego se lo llevó al caballo por chicuelinas al paso, galleando torero al flojillo que apenas recibió un pinchazo en varas.

A la altura justa, y despacio, le tomó con la muleta el de Linares, alargando el codo. Y luego con la izquierda con gusto, más corto y protestón. Ya no quiso el toro, aunque lo intentó Curro Díaz, sacándole un final corto, pero auténtico, torerísimo y sabio, sobre todo en el último pase de pecho. Mató con habilidad y solvencia a la primera y el presidente concedió la oreja pedida por los tendidos.

Subido al estribo esperaba El Fandi, antaño profuso toreador, torero banderillero que bonito le toreó primero a la verónica y luego por chicuelinas (una baja) y una tafallera de por medio que animó el cotarro. Torito por peso, torazo por cabeza y cornamenta, le volvió a torear el de Granada por navarras antes de la especialidad.

Corriendo hacia atrás siguiendo las líneas le llamó para poner el primer par con potencia y espectacularidad. Cortándole por adentro y luego poniéndolas por fuera, antes del violín que le clavó con una superioridad pasmosa que soliviantó al público. Fue a brindarle a El Cordobés con la larga plática de los años compartidos.

El Cordobés padre se dispone a cortar la coleta de su hijo Manuel Díaz "El Cordobés"

El Cordobés padre se dispone a cortar la coleta de su hijo Manuel Díaz «El Cordobés»EFE

Se daba la vuelta El Fandi para darle alegría a la embestida regulera. Tomó bien el cauce el toro con la izquierda, con la que pudo templarle, guiarle despacio y largo. Fue una tanda, y luego el oficio el del veterano, intercalando molinetes, desplantes efectistas luego de agotar al animal. «Fandismo» en estado virgen. Hundió la espada a la segunda, muy rápido después de pinchar.

Estocada trasera a la que el toro se resistió. Por dos veces se echó y por dos veces se levantó. A la tercera vencida esperaba el torero con el verduguillo en la mano que no utilizó. Dos orejas antes del primero de El Parralejo, que se cayó como noqueado por el capote. Estaba inválido Nazarí y lo devolvió el presidente.

Salió el sobrero de El Capea para el adiós del protagonista. Salía suelto del capote de El Cordobés, que aún no había podido estirarse. Suelto y pitando. Manseaba y no hubo manera. Le tanteó El Cordobés. Le dejaba estar. Era el toro bueno, de bondad, y con la izquierda le pudo sacar dos naturales para sentirse bien y hasta un remedo de salto de la rana, como un recuerdo viejo.

Una oreja de regalo en la despedida que quisieron ser dos. La única vez que fue al caballo se empleó bien, y Curro Díaz se quedó colgado en la segunda tanda. Luego le llevó bien con la izquierda, por abajo. Bien clavado le hizo viajar por una sima, un universo torero, al bueno, bueno de El Parralejo, que gravitaba, humillando con nobleza en la faena sintiente y verdadera del jiennense, premiada con las dos orejas y el rabo.

Larga cambiada al último de la tarde de El Fandi, que regaló unas zapopinas después del galleo vistoso al caballo y le puso cuatro magníficos pares. De rodillas empezó con la muleta y al segundo pase se le coló. No lo prendió de milagro y se enfadó consigo mismo. Luego pudo llevárselo poniéndole la tela muy encima, con el toquecito arrancador.

Por la izquierda le sacó pases muy doblados, haciendo chispear la faena con los molinetes y los desplantes de rigor. La tarde estaba hecha y las orejas cortadas. También un rabo que el presidente concedió como si tuviera que hacerlo. Iban a salir a hombros Díaz y Fandila, pero lo importante estaba en el corte de coleta que esperaba todo el mundo y se produjo en los medios.

Le pidieron los compañeros salir a hombros, pero El Cordobés no quiso. «Por favor», le pedía Curro Díaz, y Javier Conde y Victor Puerto, pero no quiso. Por su propio pie se fueron El Cordobés y El Cordobés. El sueño del niño que al final se llevó al padre a su lado, y por la puerta de los toreros.

Ficha del festejo

Plaza de toros de Jaén. Corrida de toros, más de tres cuartos de entrada. Toros de Sáncho Dávila y El Parralejo. Salió el primer sobrero de El Capea.

Manuel Díaz «El Cordobés» (tabaco y oro): silencio y oreja tras aviso.
Curro Díaz (rojo y oro): oreja con petición de la segunda y dos orejas y rabo.
El Fandi (marino y oro): dos orejas y dos orejas y rabo.
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