De comienzo en comienzoElena Murillo

Saboreando vísperas

Todo preparativo conlleva un disfrute de lo que se avecina

Actualizada 05:00

Ornamentos luminosos han ido ocupando las calles de la ciudad. El bullicio crece con la instalación de tenderetes navideños repletos de artesanía, abetos, figuras de Belén o productos dulces marcados por las costumbres, al tiempo que carruseles y otras atracciones hacen las delicias del público infantil. Ya se percibe la ilusión de los chiquillos, las tardes de paseo y chocolate con churros, la visita a mercados y belenes, las citas con los amigos, reuniones de las que no hay que prescindir, y también la ruta por esos patios que abren la puerta en actitud de acogida y con la alegría propia de la Navidad. No falla la música, representada en villancicos, creando el hilo ambiental al ir recorriendo las calles.

Al calor del hogar, toca desempolvar las cajas de adornos que han aguardado todo el año en el trastero. Hay que disponer el Belén en un lugar relevante, no puede faltar el centro de la fiesta. Primero, la estructura; después, la decoración, las luces, las figuras, el montoncito de paja, los presentes para el Niño que nace, un poco de arena para cubrir el suelo, una palmera, la candela…Dejar volar la imaginación para recrear un escenario nuevo. Por otro lado, la guirnalda y sus abalorios: frutas para dar color, las campanitas que se compraron el día de la Fuensanta, panderetas y lazos rojos. Y, cómo no, el árbol que ya tiene su rincón preparado. Que no se olvide la estrella, la que guiara a los Reyes Magos y simboliza la fe que nos va marcando el camino; las bolas traídas del Vaticano, Disney o Bruselas, todas figurando los dones que Dios diera a las hombres; manzanas, como aquellas que utilizó en el siglo VIII San Bonifacio para representar las tentaciones; lazos encarnando la unión de las personas; y que no falten las luces, que fueron velas en origen y que nos recuerdan a Cristo.

Mantecados, polvorones, roscos de vino, turrones, chocolates…, forman parte también de una tradición que permanece con el mayor de los mimos en obradores cuya trayectoria es dilatada y que resultan un manjar para el paladar. Me acercaré, como vengo haciendo desde hace bastantes años, hasta La despensa de Palacio y La Colchona, primero en Estepa y de un tiempo a esta parte en Sevilla, para percibir un aroma inigualable y paladear tan apetitosas elaboraciones. Sin duda, mis preferidas.

Saboreando las vísperas, los días grandes tienen mejor sensación. Todo preparativo conlleva un disfrute de lo que se avecina; por tanto, nada mejor que preparar un lecho al que nacerá pobre y humilde con suficiente antelación.

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