De comienzo en comienzoElena Murillo

El cartel de la polémica

Está la incongruencia de implicarse en lo religioso tratando de eliminar cualquier resquicio de Dios

Actualizada 05:00

Es fácil, sólo con la lectura del título de esta entrada, descubrir el argumento que hoy traigo a colación. Durante el fin de semana no se ha hablado de otra cosa en las redes sociales, suscitando una gran cantidad de memes y haciendo de éste el principal motivo de conversación en la calle. Incluso las televisiones, tanto a nivel nacional como internacional, han tratado el asunto como tema de interés dando la polémica por servida. Evidentemente, por si quedara alguna duda sobre la materia tratada, voy a hacer referencia al cartel de la Semana Santa de Sevilla.

La opinión se encuentra dividida entre aquellos que lo alaban y los que piden su retirada, avalando incluso con su firma la propuesta. En mi humilde parecer, no discuto que el autor haya presentado una obra de arte. Ahora bien, la intención de este tipo de cartelería, que no es otra que anunciar la Semana Santa, entiendo que no está cumpliendo su función. Una imagen de este tipo puede reunir el mejor conjunto de técnicas artísticas pero dista bastante de ser el reclamo de una celebración tan característica de una ciudad, pues no hay identidad alguna con la misma.

Algunos han llamado incultos e ignorantes a los que se posicionaban en contra, algo que considero un error. El problema tal vez radique en que falta formación, en que no hay vínculo…, no sabría cómo llamarlo, quizá en la inexistencia de una base sólida por parte de determinados sectores que toman decisiones significativas. Pero no todo vale. Para plasmar algo hay que vivirlo, sentirlo. Ya son demasiados los casos (pregoneros, compositores, pintores…) de personas que participan en la Semana Santa y que se jactan de vociferar que no son católicos y que ni siquiera sienten lo más mínimo hacia el movimiento de las hermandades y cofradías. No se puede entender que ellos mismos afirmen que nunca han asistido a unos cultos de la cofradía a la que, en algunos casos, pertenecen o que hagan una reducción a lo meramente cultural; ahí está la incongruencia de implicarse en lo religioso tratando de eliminar cualquier resquicio de Dios.

La pintura ha venido a llenar el lugar que en otro tiempo ocupó la fotografía cofrade, ahora desterrada a un escalafón inferior para este anuncio. Eso sí, ya lo dice el refrán, a río revuelto ganancia de pescadores: nunca este pintor podría haber imaginado una publicidad tan considerable como la obtenida con esta creación.

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