Hicimos ciudad en 2024
Esperemos que 2025 sea un año «todo positivo» y nuestra ciudad, el lugar en el que vivimos, sea cada vez más nuestra
En mayo de 2024, a la vez que se iniciaba el festivo mes cordobés por excelencia, iniciábamos el caminar por «La acera» con una columna de opinión muy personal en El Debate-La Voz de Córdoba. Se trataba de andar, observar y escribir.
Estaba muy claro que algo tan sencillo como un paseo diario puede ayudarte a llevar una vida más saludable. Por ejemplo, caminar a paso algo ligero con regularidad puede ayudarte a mantener un peso saludable y perder grasa corporal, prevenir o controlar diversas afecciones, como las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares, la hipertensión arterial y la diabetes. Asimismo ayuda a mejorar el estado cardiovascular, fortalecer los huesos y los músculos, mejorar la resistencia de estos, aumentar los niveles de energía, mejorar el estado de ánimo, la cognición, la memoria y el sueño, mejorar el equilibrio y la coordinación, fortalecer el sistema inmunitario, reducir el estrés y la tensión, mejorar la salud del corazón y aumentar tu resistencia mientras quemas calorías.
Pero lo más importante para nosotros ha sido que, además de nuestro pasear nos adentrábamos en la ciudad, y al observarla en nuestro recorrido, la íbamos conociendo mejor. Lo significativo era comprobar si la ciudad estaba preparada para educación, para una cultura de paz, la interculturalidad e inmigración, el desarrollo sostenible, las relaciones de género, la ciudadanía y participación. A la vez podríamos observar el estado y disfrute de nuestros parques y zonas de convivencia, las actuaciones que incorporen mejoras hacia las consecuencias del cambio climático, el estado concreto de nuestras aceras y su adaptación a la movilidad compartida, la evolución del turismo sostenible y comprobar nuestro patrimonio natural y cultural.
Es como poner nuestra experiencia en la ciudad educadora, que nos enseñó a que hoy más que nunca la ciudad, grande o pequeña, dispone de incontables posibilidades educadoras, pero también pueden incidir en ella fuerzas e inercias no educadoras. De una forma y otra, la ciudad presenta elementos importantes para la formación integral, ya que es un sistema complejo y a la vez un agente educativo permanente, plural y poliédrico, capaz de contrarrestar los factores no educativos. Teníamos que hacernos portavoces de su reconocimiento, denuncia o enseñanza, porque hablar de la ciudad y prepararnos para convivirla no es solo cuestión de enseñar a los más pequeños en la escuela, sino que la misma responsabilidad se extiende para el resto de los ciudadanos, organismos e instituciones.
Como bien se recoge en la Carta de Ciudades Educadoras, teníamos claro el concepto de que la educación trasciende los muros de la escuela para impregnar toda la ciudad. Una educación ciudadana, donde todas las administraciones asumen su responsabilidad de educar y transformar la ciudad en un espacio de respeto a la vida y la diversidad, siempre es necesaria.
Con «la Acera» hemos querido hacer a los lectores partícipes de un proceso permanente que tiene como finalidad la construcción de una comunidad y de una ciudadanía libre, responsable y solidaria, capaz de convivir en la diferencia, de solucionar pacíficamente sus conflictos y trabajar por «el bien común». Hacerlos conscientes de los retos que la humanidad afronta actualmente y los conocimientos y habilidades que les permiten hacerse corresponsables de la búsqueda de soluciones que exige el momento histórico que vivimos.
La ciudad en la que vivimos tiene personalidad propia, integrada en el país. Su identidad es, por tanto, interdependiente con la del territorio del que forma parte. Es, también, una ciudad que se relaciona con su entorno, otros núcleos urbanos de su territorio, y los medios rurales que la rodean. Su objetivo constante será aprender, innovar, compartir y, por lo tanto, enriquecer y hacer más segura y digna la vida de sus habitantes. Estos objetivos de «ciudades educadoras» los quisimos hacer también nuestros y compartirlos desde nuestra acera en nuestro caminar.
Teniendo en cuenta estas razones y objetivos, estuvimos en «Al Baile» y el bien social y de convivencia que desarrolla; hablamos de «la música en la calle» que da sonido y cultura a nuestra ciudad y de nuestro héroe musical de nuestra tierra Beethoven, maestro de los más destacados rockeros; de los «patinetes y bicis» y de su uso compartido con los peatones; de la importancia del conocimiento de nuestros «centros cívicos» en nuestros vivir diario; del «aborto», defendiendo el derecho a la vida; el «barbuquejo» y el reconocimiento a los miembros de la guardia civil con el honor que es su principal divisa; nuestro particular «calvo de Navidad», que algo dejó por aquí y dio bastante por las zonas desoladas por el agua en pueblos valencianos…
También de «el camino», con nuestra particular experiencia de acercamiento a Dios que siempre está ahí para protegernos y escucharnos; del «abuelo Víctor», que sentado en un banco de un parque nos decía que no vamos bien; y «el autismo», el gran desconocido por su infinita variedad; y de «la ELA» pidiendo que el gobierno aprobara la renovación de su ley de cobertura, que una semana después aprobó; de «la cita solidaria» de Anfane que reunía a músicos y artistas para sacar fondos y poder seguir ayudando a los más necesitados; de «septiembre» y el inicio de su curso escolar con sonrisas y lágrimas; las «colas del hambre» y esas personas sin recursos que a diario acuden a por su bolsa de comida para poder seguir viviendo…
Sin olvidar «la cama de cartón», que nos dio la oportunidad de conocer a esas personas que duermen en la calle y escucharlos a la vez que tomábamos un caliente desayuno; a la madre e hijo que lloraban amargamente en su casa esperando a la policía judicial porque «le quitan la casa»; la vida de un interno de tercer grado que nos contaba algo de su vida en las «rejas en el camino» … No pudimos dejar sin tratar en nuestro caminar el «madrugar», haciéndonos partícipes del intenso trabajo y proyectos que el amigo Miguel Ruiz Madruga nos aporta a la ciudad.
Lamentablemente, termina el año y tras varias veces denunciado por nuestra «opinión», la Avenida de Barcelona está igual. Los carriles bici están cada vez más deteriorados y sin señalizar adecuadamente. Lástima que un Alcalde y equipo de gobierno tan eficiente y entregado a la ciudad, tenga a personas que lo que proyectan es oídos sordos. No lo sé, de verdad.
También hubo un día que sonó el despertador a las ocho de la mañana y nos dimos cuenta de que habíamos estado soñando sobre las faltas de palabra de Sánchez. Que todo lo prometido no se había cumplido, que estaba haciendo todo lo contrario. Iluso sueño que nos hizo alegres por un momento.
Han pasado los meses y llegamos a final de año. Hemos vivido ya la Nochebuena y el día de Navidad. En solo unos días entraremos en un año nuevo. Esperemos que 2025 sea un año «todo positivo» y nuestra ciudad, el lugar en el que vivimos, sea cada vez más nuestra y no olvidemos que son muchas circunstancias, normas, objetivos y medidas, las que hay que tener en cuenta para que las ciudades se hagan para vivirlas y no para usarlas.
Hasta el año que viene.