Por derechoLuis Marín Sicilia

El culo

«Padecemos en la piel de toro el deshonor de un entreguismo sanchista a las exigencias del separatismo xenófobo e insolidario»

Actualizada 04:30

A finales de año, tras reuniones tensas en Suiza que fueron muy mal, según los de Puigdemont, su portavoz parlamentaria Miriam Nogueras amenazó en el Congreso a Pedro Sánchez, advirtiéndole que «si no movía el culo» debería someterse a una cuestión de confianza. El trasero habría de moverlo para dar satisfacción a las demandas del separatismo, como siempre inspiradas en ir desmontando las competencias estatales en beneficio de quienes no cejarán hasta hacer añicos la soberanía del pueblo español.

Con la bandera blanca de la rendición, el sanchismo (para vergüenza de los socialistas, si es que todavía queda alguno) ha enarbolado, una vez más, dicha enseña para transferir competencias de exclusiva competencia del Estado a una comunidad autónoma cuyos dirigentes no paran de dar pruebas evidentes de su falta de respeto a la legislación vigente.

Ya dijo el ensayista escocés Thomas Carlyle que es peligroso comenzar con negaciones, y no cabe duda de que la historia demandará responsabilidades a quienes negaron los indultos y la amnistía prometiendo que traerían de las orejas al prófugo de Waterloo, y hoy se rinden, con negociadores internacionales y en el extranjero, a sus sucesivas demandas en detrimento de la autoestima nacional. La última traicion, que enerva a nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad, ha sido la cesión de competencias en materia de movimientos migratorios y control de fronteras, pese a la rotunda negativa por inconstitucional que el propio Sánchez y su colección de ministros paniaguados venían prometiendo tres días antes. Hoy todos ellos, ayunos de principios, recitan el orfeón papagayo de una imposible justificación al dictado del autócrata que les manda.

La civilización occidental se encuentra hoy zaherida por quienes, desde la otra orilla del Atlantico, anteponen la fuerza al derecho, dando a entender que no vale la pena cerrar las piernas porque, de forma más dolorosa, si nos oponemos al uso de la fuerza, seremos violados sin remedio. Del mismo modo padecemos en la piel de toro el deshonor de un entreguismo sanchista a las exigencias del separatismo xenófobo e insolidario, hasta el extremo de asimilar en su parte expositiva a los residentes no nacidos en Cataluña con quienes son inmigrantes irregulares en aquella comunidad.

Hoy se han salido con la suya quienes reclamaron a Sánchez que moviera el culo. Y el resultado es que destrozan no su trasero sino el de la dignidad de una nación escandalosamente vendida para satisfacer la ambición de un traidor sin escrúpulos. Esperemos que se cumpla la sentencia del citado Carlyle, para el cual si es peligroso empezar con negaciones, bastante peor es la fatalidad de terminar por culpa de tales negaciones. Esa continua traición de compromisos y negativas previas, para hacer justamente lo contrario, le pasará factura a Sánchez y a toda la caterva de borregos que le acompañan. Es lo mínimo que demanda la dignidad nacional.

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