Primeros cursillistas

Primeros cursillistasCursillos de Cristiandad

El inicio de los Cursillos de Cristiandad en Córdoba: una obra de Dios

Recorrido por los hitos fundamentales de la llegada e implantación de este movimiento en la Diócesis

El Movimiento de los Cursillos de Cristiandad cumple en estos días el 75 aniversario de su puesta en marcha. Desde entonces se ha expandido no sólo por España sino por numerosos países demostrando ser una experiencia de éxito en la evangelización de los laicos.

A los pocos años de su inicio llegaba a Córdoba. Visto este proceso con cierta frialdad puede parecer fruto de unas carambolas posibles, aunque la verdad es que tras ellas está la providencia; es decir, el libre arbitrio de Dios. Esto propició que en Córdoba cobrara especial vigor y enseguida se destacase como una de las ciudades más activas de España.

Raúl González es un cursillista cordobés que ahonda y bucea con precisión en la historia de este movimiento no sólo en Córdoba sino más allá de sus fronteras. En su tiempo libre se encarga de bucear en la documentación que se conserva en la Casa de Cursillos San Pablo. Hablar con él es recorrer los 75 años plagados de fechas, nombres y lugares que son fundamentales para comprender la importancia y la huella que este movimiento ha dejado en la sociedad.

La peregrinación a Compostela

González explica que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad tiene un origen ligado a otros acontecimientos. Hay que remontarse a 1933, cuando la Acción Católica inició los preparativos de una gran peregrinación a Santiago de Compostela como respuesta de la juventud católica española al clima generado por la Segunda República.

Vino la Guerra Civil y los preparativos de la gran peregrinación no se pudieron llevar a cabo hasta 1941. La intención es que los jóvenes que participasen en la misma fuesen lo suficientemente preparados. Es el sacerdote madrileño Manuel Aparici quien pone en marcha en ese año los denominados Cursillos de Adelantados de Peregrinos que a modo de catequesis se impartían a los peregrinos.

Cursillistas en la Escuela de Agrónomos

Cursillistas en la Escuela de AgrónomosCursillos de Cristiandad

Terminado el viaje, el sacerdote mallorquín Sebastián Gayá se hizo la pregunta de ¿y ahora qué? Recuperó el formato de los cursillos de peregrinos y junto a otros dos curas prepararon unas charlas para hablar de la gracia. La ermita de San Honorato en Mallorca acogió el primer cursillo de la historia del 7 al 10 de enero de 1949. «No sabían lo que tenían entre manos; era una forma más de mantener el cristianismo no vivido de esos jóvenes», explica Raúl González. Era la forma de acercar a la Iglesia a quienes vivían alejados de ella y el resultado fue positivo, ya que en el primer año se impartieron 20 cursillos.

Todo esto surge en el seno de la Acción Católica, con un papel tan importante en la España de aquel tiempo. Por esta razón, no se considera que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad tenga fundadores, sino iniciadores a través de una necesidad pastoral. Estos fueron el obispo Juan Hervás, el sacerdote Sebastián Gayá y el laico Eduardo Bonnin, que conocieron en sus propias carnes la incomprensión por parte de algunos dirigentes de la Iglesia.

Cursillo de mujeres

Cursillo de mujeresCursillos de Cristiandad

El Movimiento de Cursillos de Cristiandad ya estaba en marcha y era imparable. Sus frutos corrían de boca en boca como mejor vía para su expansión. Raúl González explica que en 1954, a sólo cinco años de aquel primer cursillo de la ermita de San Honorato, el sacerdote cordobés Felipe Tejederas acudió a uno a Cartagena. A su regreso se lo comenta al también sacerdote Martín Cabello de los Cobos y ambos se lo presentan al obispo fray Albino, que autoriza su puesta en marcha en la Diócesis.

La figura de Juan Capó

A los tres años, en 1957, se produce un hecho que viene a fortalecer la presencia de este movimiento en Córdoba. El sacerdote mallorquín Juan Capó gana por oposición la cátedra de Teología Dogmática del Seminario Conciliar de San Pelagio. Una vez en la ciudad, Tejederas le propone que colabore con los cursillos y, como detalla González, «Capó conocía perfectamente el nervio teológico y el método de los Cursillos de Cristiandad y se dan cuenta de que sabía mucho más de lo que había contado», porque había sido parte activa de los inicios en las Baleares.

Juan Capó Bosch

Juan Capó BoschCursillos de Cristiandad

En este punto, Tejederas reconoce que hay que dejar que Capó prosiga la labor, da un paso al lado y deja que él el nuevo consiliario. En julio de este mismo año, se imparte el primer cursillo formado exclusivamente por cordobeses. El responsable -rector se llamaba en aquella época- era Rafael Sarazá Padilla, un abogado que llegó a ser miembro del Consejo General del Poder Judicial y que fue concejal por el PCE con Julio Anguita en las primeras elecciones democráticas.

Este año marca un hito en la trayectoria de los Cursillos de Cristiandad en Córdoba, en opinión de González: «Aquel año el movimiento explosiona y en Córdoba más todavía y la llegada de Juan Capó fue providencial». Este sacerdote, que en 1958 ganaría también por oposición su plaza de canónigo, «buscaba líderes de la sociedad cordobesa y a partir de ellos influía en sus ambientes» porque «supo inocularles lo que era el Movimiento de Cursillos y eso se ha pasado de generación en generación».

Juan Capó, en el micrófono, en la Escuela de Agrónomos

Juan Capó, en el micrófono, en la Escuela de AgrónomosCursillos de Cristiandad

En estos primeros años se celebraban los cursillos donde se podía. La Casa de Espiritualidad de San Antonio -que no reunía las condiciones necesarias- y con las clausuras en el Seminario o el convento de Capuchinos, así como algunos municipios de la provincia fueron algunas de sus sedes provisionales.

La Casa de Cursillos San Pablo

En la clausura del cursillo número 100, celebrada en la Universidad Laboral, se tomó la decisión de contar con una casa propia. González recuerda que esta operación se bautizó como «el lío apostólico» y a partir de ahí todo el mundo arrimó el hombro hasta verla hecha una realidad. Se pidió ayuda a la sociedad cordobesa y a los pocos años se inauguró la Casa de Cursillos San Pablo.

Interior de la Casa de Cursillos San Pablo

Interior de la Casa de Cursillos San PabloCursillos de Cristiandad

La respuesta encontrada fue de generosidad total. Los arquitectos Rafael de La-Hoz y Daniel Sánchez Puch no cobraron sus honorarios. La solería de granito fue donada por los cursillistas de Pozoblanco, los ladrillos llegaron desde Hinojosa del Duque y el singular sagrario, incrustado en el altar, llegó desde Lucena, y así como todo.

Cocinas de la Casa de Cursillos San Pablo

Cocinas de la Casa de Cursillos San PabloCursillos de Cristiandad

La inauguración en 1965 hizo que se disparara el número de cursillos. Desde ese momento, al no depender ya de nadie, el movimiento siguió creciendo hasta llegar a la actualidad, con 1.148 cursillos impartidos.

La experiencia de Medellín

El sacerdote Juan Capó encabezó una expedición de cursillistas cordobeses a Colombia. El arzobispo de Medellín le pidió ayuda para sentar allí las bases de la Escuela y del Secretariado. Entre los meses de mayo y junio de 1961 viajó acompañado de Luis Cazalla, Eustaquio Parrilla, Rafael Cerezo, Carlos de la Cruz, Marcelino Orti, Rafael Cabello de Alba, que fue ministro de Hacienda, o, entre otros, el abogado Cecilio Valverde, que fue presidente del Senado. De los 40 días que pasaron en tierras colombianas se conserva un epistolario en el que se puede ver el trabajo y los frutos de aquella misión.
comentarios
tracking