¿Por qué San Rafael se celebra el 24 de octubre solo en Córdoba capital?
Es uno de los días grandes en el calendario festivo y único en España
El 24 de octubre es una fecha significativa para los cordobeses, ya que celebran la festividad de San Rafael, una de las más importantes del calendario religioso local. Aunque esta celebración no coincide con la fecha oficial en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, que conmemora a los arcángeles el 29 de septiembre, ni con la fecha en la que San Rafael fue proclamado custodio de la ciudad (7 de mayo), la devoción y el fervor popular han establecido el 24 de octubre como el día en que Córdoba honra a su arcángel protector.
La historia de esta celebración comienza en 1578, cuando San Rafael se le apareció al sacerdote Andrés de las Roelas y le juró proteger la ciudad. Estas apariciones fueron inicialmente privadas, pero cobraron relevancia pública en 1602, durante una grave epidemia de peste. En ese año, las reliquias de los mártires de Córdoba fueron llevadas en procesión desde la iglesia de San Pedro hasta la catedral, y tras esta rogativa, la epidemia cesó. Aprovechando este momento, el sacerdote Luis del Pino presentó las revelaciones que el padre Roelas había conservado, lo que permitió que la ciudad empezara a reconocer oficialmente a San Rafael como su protector.
Este reconocimiento fue formalizado en 1603, cuando las autoridades eclesiásticas de Córdoba aprobaron las revelaciones del arcángel y su condición de custodio de la ciudad. Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XVII, durante una nueva epidemia en 1649, que el cabildo municipal solicitó que el 7 de mayo se reconociera oficialmente como día festivo en memoria de la aparición de San Rafael. La Santa Sede aprobó esta petición en 1650, y al año siguiente la ciudad celebró por primera vez de manera oficial la festividad de su ángel protector, con eventos como justas literarias y corridas de toros.
A lo largo del siglo XIX, la devoción a San Rafael en Córdoba conoció varios cambios importantes. Entre 1805 y 1818, tanto las autoridades eclesiásticas como las civiles apoyaron la solicitud para que la festividad del arcángel fuera reconocida como una «fiesta de primera clase» por la Santa Sede. Sin embargo, a pesar del impulso popular, encabezado por la Hermandad de San Rafael y los abogados de la ciudad, que lo tienen por patrón, la petición no prosperó del todo. En 1825, una Real Orden decidió no reconocer el 7 de mayo como fiesta principal, aunque sí estableció el 24 de octubre como una festividad menor.
Este hecho marcó el comienzo del traslado progresivo de la celebración del 7 de mayo, fecha original vinculada a la aparición del arcángel, al 24 de octubre. Esta última fecha coincidía con la festividad de los ángeles custodios en el calendario católico y era significativa para muchos cordobeses debido a la popularidad del nombre Rafael.
Finalmente, el 7 de mayo fue cayendo en el olvido, y la celebración del 24 de octubre fue ganando terreno. Algunas crónicas de finales del XIX reflejan cómo el 24 de octubre, aunque no era una fecha obligatoria en el calendario religioso, ya se celebraba como si lo fuera, con cierres de comercios y festejos populares. Ante esta creciente devoción, el Ayuntamiento, junto con la Hermandad de San Rafael, promovió que la Santa Sede reconociera el 24 de octubre como la fiesta principal, consolidando esa fecha como la de mayor relevancia en Córdoba para honrar a su custodio.
Con la llegada del siglo XX, el Concilio Vaticano II reorganizó el calendario litúrgico, fusionando las festividades de los tres arcángeles en una única fecha, el 29 de septiembre. Sin embargo, dada la importancia que tenía San Rafael para los cordobeses, se permitió que la diócesis mantuviera el 24 de octubre como día de celebración local. Finalmente, en 1970, se eliminó la festividad del 7 de mayo, y desde entonces, la ciudad se ha centrado en la conmemoración de octubre, ya que la Iglesia no permite que un santo -salvo San Juan, San Pedro y San Pablo- tengan dos celebraciones al año.
Aunque la fecha del 24 de octubre no coincide ni con el día oficial de los arcángeles ni con el juramento de protección de San Rafael, este día ha perdurado como una festividad profundamente enraizada en el corazón de los cordobeses. La devoción popular ha sido clave para mantener viva esta tradición, que sigue siendo una de las más queridas y celebradas en la ciudad, reforzando así el vínculo entre Córdoba y su protector celestial.