«Este es mi Hijo, el amado, el predilecto»

El ciclo litúrgico de la Navidad se cierra con el bautismo de Jesús, que se celebra este domingo. En este hecho se centra el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, en su carta semanal para recordar este momento en el que «Jesús fue plenificado de Espíritu Santo, el amor del Padre que lo envuelve con su amor, acogiendo el Espíritu Santo».

El prelado hace un pormenorizado recorrido por los hechos plasmados en los evangelios. Recuerda cuando, entre la multitud pide a Juan que lo bautice y éste muestra sus reticencias al realizar tal hecho.

A partir de ese momento, añade, «Toda la misión de Jesús irá envuelta del Espíritu Santo, como amor del Padre, como motor de su obra redentora, hasta el último suspiro en la Cruz, donde él insuflará este Espíritu Santo sobre toda la humanidad».

Este hecho ocurrido en la orilla del Jordán goza de gran trascendencia, ya que a través del mismo «el amado del Padre se convierte así en amado de todos los hombres» y «ese Verbo divino que se ha hecho carne ha recorrido los caminos de la misión, rematada en la pasión y muerte y coronada en la resurrección».

Entre los pecadores

Otro aspecto en el que se fija el obispo es en el hecho de que Jesús se mezcla con los pecadores a la espera de que Juan lo bautice y ahí «nos está indicando con ello cuál es su misión y cuáles sus destinatarios» porque «no ha venido a los que se consideran justos, sino a los que reconocen humildemente su condición de pecadores y necesitan salvación».

Por último, Demetrio Fernández fija la importancia de este momento en que en el mismo radica «el atractivo de Jesucristo, todo hermoso con la hermosura de Dios (nos recuerda san Juan de Ávila), amado del Padre y de los hombres, lleno de Espíritu Santo» y recomienda que «acercándonos a él, comiendo su carne gloriosa, acogemos al Amado».

Puede leer la carta semanal íntegra en este enlace.