Negocios centenarios de Madrid La tienda religiosa de Madrid que muestra el futuro del cristianismo
Con 135 años, Santarrufina ha sido la encargada de elaborar el botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela. Además, han notado la ligera bajada y subida de las vocaciones sacerdotales
El mundo de la artesanía es de los sectores más impresionantes y bellos que pueden existir, si a eso se le suma sastrería, orfebrería y restauración sale un negocio familiar que cuenta con 135 años a sus espaldas. Estamos hablando de Santarrufina, ubicada en la calle de la Paz, 9, vecina de la Puerta de la Puerta del Sol.
Esta tienda religiosa se dedica a la confección de vestimentas litúrgicas, albas casullas, mitras, estolas, paños... Y no solo eso, también se emplean en la orfebrería. El mimo y el destalle con el que diseñan y fabrican los sagrarios, cálices, ostentorios y elementos eucarísticos es digno de admiración.
Negocios centenarios de Madrid
¿Cómo ha resistido la Farmacia Lavapiés durante 178 años de Madrid sin ser un negocio familiar?
Su origen data de 1887, cuando el padre D. Maximiliano fundo la casa con el objetivo de atender a sus hermanos sacerdotes. Con la llegada de la Guerra Civil, el clérigo fue asesinado y entonces la tienda pasó a ser el cuartel general de la CNT. Tras el conflicto bélico en nuestro país, los antiguos empleados retomaron el negocio y fue pasando el testigo hasta que llegó a manos del señor Santarrufina, quien se quedó el negocio y otorga el nombre de este.
Quien lo regenta en la actualidad es don Rafael Molina Salazar, como se puede ver, no contempla el apellido Santarrufina, esto se debe a que el antiguo dueño apoyó al padre de Rafael tras su llegada a España desde Perú y Ecuador, ya que tuvieron que marcharse cuando estalló la Guerra Civil.
La familia del actual propietario lleva trabajando la orfebrería desde hace cuatro generaciones, un arte que supo valorar la casa y de ahí la ayuda a su llegada a nuestro país. Cuando el negocio se puso en venta, Rafael Molina y su mujer, Isabel Valiente, lo compraron y abrieron horizontes a lo que la Iglesia necesita. «Aquí aparte de vender nuestra orfebrería, hacemos textil, tallas, restauraciones, vidrieras... En fin, el abanico es muy muy amplio y tocamos todo lo que la Iglesia puede necesitar», indicaba Isabel Valiente, co-propietaria.
Nada más entrar sorprende la cantidad de elementos religiosos y la iluminación del local. Los nacimientos napolitanos son dignos de admirar, al igual que el resto de la orfebrería. En la planta de arriba nos encontramos con varias tallas de madera con un detalle muy cuidado, la joya de la corona se la lleva un crucifijo de marfil de unos 90 cm aproximadamente (Santarrufina cuenta con los papeles legales para poder vender esta pieza).
La tienda cuenta con dos talleres, uno dedicado al textil, donde confeccionan a mano todo tipo de prendas, paños y manteles; y otro de restauraciones, allí se encuentran mayoritariamente tallas de madera.
Un negocio de esta magnitud ha atendido a la Santa Sede. Rafael y su padre ofrecieron al Papa San Juan Pablo II un cáliz especial, una pieza única hecho para él. «Mi suegro tenían la ilusión de dárselo en persona y nos recibió a toda la familia. El hombre abrió el estuche donde iba tal obra de arte y el Santo Padre no miró al cáliz, miró a los ojos de mi suegro y nos preguntaba por la familia, dónde vivíamos... Tuvo una cercanía increíble», explicaba entusiasmada Isabel Valiente a El Debate.
Otro encargo que han hecho es el botafumeiro de la Catedral de Santiago de Compostela. Esta pieza les llena de orgullo porque se fabricó en un tiempo récord, y además, se llevó en avioneta para cumplir con las fechas previstas. Asimismo, nos cuentan que el reto más complicado al que se han enfrentado es el de la JMJ de Panamá, porque tuvieron que confeccionar telas especiales por la humedad del lugar, al igual que con los cálices para que no se estropeasen.
El secreto de todo es la fe y el amor
Isabel nos confiesa que el secreto para aguantar 135 años es la calidad, el trabajo y «luego la capacidad camaleónica de irte transformando y adecuando a los nuevos tiempos. Y en nuestro caso, como tenemos fe, Dios es la causa de que nos mantengamos firmes durante tantísimo tiempo».
Por otra parte, la clave para fabricar un buen hábito «es el amor, como todo en la vida. Esa es la clave para conectar con la persona que te encarga. Por ejemplo, si un sacerdote va a impartir su primera misa es muy importante saber lo que eso significa y plasmar su vocación en la vestimenta. Nosotros tenemos a Elena que es una trabajadora de la casa que conecta perfectamente porque es una persona muy agradable, que tiene fe, que que le interesa la vida de cada una de las personas y eso es lo importante», subrayaba Valiente.
Una de las cosas que los propietarios confesaron a El Debate es que este lugar les ha enseñado que hay muchísima gente buena, y además, les ha abierto los ojos a la «universalidad de la Iglesia, al mensaje que transmite y la cantidad de cosas que hace por el mundo. Somos una gran familia y tenemos que estar ahora más que nunca unidos y luchando por un futuro mejor», apuntaba Isabel.
Vocaciones y futuro
Pese a que Santarrufina tiene una clientela internacional, nos explican que han notado un ligera bajada en las vocaciones sacerdotales, aunque ahora «vuelven a subir». «Se ha visto como la Iglesia ha atendido muchísimas necesidades y eso es algo muy importante y grande», señalaba Isabel. Asimismo, añade que «desde 2008 no hemos parado de una crisis en otra, se cerraron los templos por la pandemia y la Iglesia no ingresó ni un centavo. Todas estas cosas repercuten, pero seguimos adelante».
Con motivo de las persecuciones que hay en Hispanoamérica y en África, Santarrufina afirma que «el cristianismo no va a desaparecer nunca. Esto empezó con 12 personas y ahora somos una multitud, las persecuciones nos van a incentivar porque estamos aletargados y anestesiados. Pienso que estamos en el buen camino, porque el cristianismo es radical porque elegimos a Cristo. Y Él al morir en la cruz por la salvación del mundo es la mayor radicalidad que se ha hecho, morir por amor.