Farmacia Lavapiés

Farmacia Lavapiés

Negocios centenarios de Madrid

¿Cómo ha resistido la Farmacia Lavapiés durante 178 años de Madrid sin ser un negocio familiar?

Con 178 años, este lugar fusiona a la perfección lo antiguo con lo moderno gracias a una fachada de madera noble y su interior con una imagen de última generación

Tras vivir una pandemia mundial, el sector sanitario ha demostrado que siempre prevalecerá y no se rendirá bajo ningún concepto. Ejemplo de esta resistencia y perseverancia es la Farmacia Lavapiés, ubicada en este barrio madrileño ha vivido etapas de la historia como el reinado de Isabell II, la Guerra Civil española y la pandemia de la COVID-19, entre muchos otros.

La idea de montar este negocio se debe a que «la farmacia es un servicio básico de salud, la puerta de entrada al sistema sanitario, y es un negocio precioso al igual que su labor profesional porque ayudar y servir a las personas te llena mucho. Este mismo sentimiento que tengo yo lo han tenido los anteriores dueños y creo que lo tiene cada farmacéutico que abre una farmacia desde cero», indica la propietaria.

Con 178 años a sus espaldas su relevo es muy diferente del que estamos acostumbrados a ver con el de sus hermanos centenarios. En vez de pasar el testigo de forma familiar, la Farmacia Lavapiés ha tenido un salto profesional. Comenzó en manos de un doctor que pertenecía nada más y nada menos que al ejército isabelino, el señor Manuel Pardo. Años más tarde pasó a una familia que estuvo durante casi 100 años al frente. Y, por último, en el año 2008 la cogió la actual propietaria, María Esteban Giménez.

El amor de la farmacéutica por el local fue un flechazo a primera vista. «Fui a ver unas cuantas, pero cuando vi esta fue la misma sensación que cuando te abren un piso y te encanta… El esquinazo es muy bueno, roja… es una auténtica chulada», explicaba María Esteban.

Fachada de la Farmacia Lavapiés

Fachada de la Farmacia LavapiésAna Uría

Y no es para menos este entusiasmo, la fachada de madera de color rojizo llama la atención de todo el que pasa por la Plaza de Lavapiés. La mezcla entre este color vívido y el negro del rótulo la hace única entre sus longevas hermanas. Otro elemento muy curioso son los dos óvalos que están a cada lado de la entrada, en uno aparece la letra 'L' con una cruz roja y rodeada de dos ramas de olivo y las palabras que dan nombre al negocio, ‘Farmacia Lavapiés’. El otro óvalo muestra los típicos tarros de farmacia, hechos de cerámica y con diferentes colores y formas.

Aunque la fachada resulte de lo más señorial por su antigüedad, el interior no tiene nada que envidiar. Con una imagen mucho más moderna se atiende a los clientes con la misma ilusión que en 1844. Lo más llamativo de este lugar es el sistema robotizado para extraer un medicamento o producto del almacén. Una máquina busca y selecciona lo que el cliente demanda y se lo sirve a la farmacéutica a través de un circuito que se encuentra pegado al techo y baja en forma de escalera de caracol.

La propietaria ahondó en el sentimiento que tiene hacia la Farmacia, algo en común con el resto de antiguos propietarios y uno de los secretos para aguantar más de siglo y medio. «Para mí es como otro hijo, una parte de mi vida. La cogí con 25 años y ahora tengo casi 40, al final son años, pero no solo es eso, es mi desarrollo profesional. Aquí paso muchas horas con mis compañeras, esto es mi vida. Creo que el trabajo es una parte de sí mismo como puede ser la familia o lo hobbies; entonces para mí la farmacia es mucho», indicaba Esteban Giménez.

Entrada de la Farmacia Lavapies

Entrada de la Farmacia LavapiesAna Uría

Otro de los secretos para aguantar 178 años es «adaptarse cada vez a los tiempos que corren porque todo cambia rápidamente y los clientes, ya no solo en este negocio, demandan productos diferentes y hay que estar a la altura».

Entre su clientela han pasado actores como Penélope Cruz o Javier Bardem. «También vemos muchos compañeros suyos porque como está la Escuela de Cristina Rota y el Centro Dramático Nacional pasan muchos artistas», confesaba María Esteban.

A diferencia del prototipo de lugares centenarios, la Farmacia Lavapiés ha tenido un relevo profesional y no familiar como estamos acostumbrados a ver. La propietaria en la actualidad es María Esteban Giménez, una farmacéutica empedernida que ha asegurado la vida de este negocio centenario y que promete seguir haciéndolo muchos años más.

Interior de la Farmacia Lavapiés

Interior de la Farmacia LavapiésManuel Manahén García

Un «referente» durante la Guerra Civil y la pandemia

Durante la Guerra Civil, el local, a diferencia de sus longevos hermanos, permaneció abierto durante los años de conflicto. «Como las puertas estuvieron abiertas a los dos frentes, se puede decir que fue un referente porque al final son negocios que atendieron a toda la población y están dedicados al mundo sanitario», indicaba Esteban Giménez.

También nos relata que la mayoría de los hogares tenían una bodega y cuando sucedía algún altercado o bombardeo los madrileños se refugiaban ahí durante largas horas.

Por su parte, la pandemia fue una etapa muy dura tanto para el negocio como para las propias farmacéuticas que trabajan día a día en el local.

«Creo que hemos vivido muchas fases y mis compañeras igual. Fases como el miedo, el hastío, la ira, la impotencia, la desesperación... Que no nos tuvieran en cuenta a los farmacéuticos...», explicaba María.

Una anécdota graciosa que recuerdan fue el día en el que una clienta entró con un sujetador como mascarilla. «La mujer recortó una parte de la prenda y se la ató con dos cintas a las orejas, fue algo muy sorprendente», relataba Esteban.

Durante este periodo tuvieron un proyecto solidario que consistía en recolectar las mascarillas que daba la Comunidad de Madrid. «Ves que la gente responde muy bien y se vuelca», confesaba la propietaria de la Farmacia Lavapiés.

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