Madrid  Así trabaja el GERA: el día a día de los bomberos de rescate en altura

En el currículum de Ángel Gutiérrez figura el rescate de cientos, quizá miles de personas. Miembro del Grupo Especial de Rescate en Altura (GERA) prácticamente desde su fundación, hace más de 25 años, este hombre de pulso firme y presencia tranquila conoce las montañas madrileñas como la palma de su mano. Hoy es jefe de dotación del equipo de bomberos y la principal esperanza de los montañeros heridos o extraviados.

Nos recibe una mañana soleada en el Parque de Bomberos de Navacerrada, la estación en la que conviven al menos ocho miembros de la dotación. Llegamos en mitad del desayuno, justo a tiempo para tomar el café, mientras el equipo bromea y planifica la hoja de ruta del día. La mañana parece tranquila, y las conversaciones orbitan en torno al menú del día, la lista de la compra o los precios de la barra de pan. Todo ello, nos cuentan, lo costean de su propio bolsillo.

El equipo no tarda en ponerse manos a la obra. Cada martes y jueves se adiestran con el helicóptero, el vehículo que utilizan con más frecuencia. «Es lo más rápido y polivalente, casi puede levantar su propio peso, aunque está limitado por la visibilidad», precisa Ángel.

El entrenamiento es fundamental, y las labores del equipo son numerosas: «tenemos la doble función de rescate de montaña y, como cualquier cuerpo de bomberos, de extinción de incendios, accidentes de tráfico y cualquier otro tipo de incidentes». Más tarde descubriríamos el significado de ese «cualquier otro».

La joya de la corona: el helicóptero

Gracias a la pericia de sus pilotos, el helicóptero del GERA (habitualmente rojo) puede operar en condiciones de riesgo. Para realizar un rescate en una zona de difícil acceso «basta con un punto donde se pueda apoyar solo un patín», precisa uno de los pilotos, Álex Parga, que no forma parte de la dotación de bomberos. «Pero si es una zona muy cerrada de árboles, la solución es bajar a los bomberos con la grúa», añade.

Sus dos grandes limitaciones son el viento y la visibilidad, y la decisión de salir o no hacerlo corresponde al piloto. De esta decisión puede depender la vida de las víctimas y del propio equipo de rescate: «Siempre nos tenemos que curar en salud y tener una salida. Por ejemplo, si es por mala visibilidad, siempre tenemos que valorar no quedarnos encerrados allí», explica Álex.

A veces lo mejor es montar una tienda de campaña y esperar con la víctima hasta el amanecerÁngel GutiérrezJefe de dotación del GERA

El desarrollo de la operación depende de factores como la ubicación de la víctima o las condiciones meteorológicas, por lo que cada intervención es única. No obstante, «siempre vamos con arneses conectados a la línea de vida porque en muchas ocasiones tenemos que volar con puerta abierta y hacer un estacionario o apoyarnos en una piedra», añade el piloto.

Las limitaciones de visibilidad impiden al helicóptero operar de noche. Para estos casos el equipo cuenta con vehículos de apoyo y, sobre todo, con sus propias piernas. Si una víctima es localizada después del ocaso, «a veces lo mejor mejor es montar una tienda de campaña y esperar con la víctima hasta el amanecer», cuenta Ángel.

Intervenciones acuáticas y con abejas

Bajo el helipuerto, en el hangar, descansan vehículos de todo tipo: uno para intervenciones tradicionales de bombero, otro para accidentes de tráfico y uno más para incendios de vegetación, además de vehículos de apoyo y soporte, empleados generalmente cuando el helicóptero no puede operar.

Ángel nos acompaña al vestuario, que se asemeja más a una tienda de variedades: cuerdas, material de oxigenoterapia, piolets, trajes secos, chalecos salvavidas, linternas, trajes de neopreno y, para nuestra sorpresa, hasta material para realizar «intervenciones con abejas».

Tenemos la competencia de rescate acuático en superficie. Todos los veranos hay algún ahogadoÁngel GutiérrezJefe de dotación del GERA

¿Para qué necesitan todo este material acuático en la sierra de Madrid?, preguntamos. «Nosotros tenemos también la competencia de rescate acuático en superficie: hay riadas, inundaciones y rescates en pantanos», explica Ángel, lamentando que «todos los veranos hay algún ahogado».

¿Y qué hay de las abejas?, preguntamos con interés. «En primavera, a veces, una colmena se establece en un lugar que no es el adecuado, como la cornisa de una ventana o un lugar de tránsito de personas. Entonces nos activan para recogerla, las metemos en las piqueras y se las transferimos a un apicultor de la zona», cuenta Ángel.

Las abejas no son los únicos animales de los que se ocupa el GERA, que cuenta con material especializado para el rescate de vacas, caballos y hasta ovejas, algo habitual en caso de riadas, incendios o caídas montaña abajo.

¿Cómo localizan a las víctimas?

Localizar a las víctimas no es siempre tarea fácil. Ángel nos conduce a la emisora, «la zona donde se reciben los avisos tanto de búsqueda como de activación para bomberos o de rescate». Aquí el bombero de guardia, que tiene hasta una cama desplegable, recibe la información por teléfono o por emisora.

En general, el equipo trabaja con cartografía digital. «Una vez tenemos las coordenadas, las transferimos al ordenador y ahí vemos en los mapas la ubicación de la persona». Después «podemos transmitirlas a los teléfonos de los de los equipos de búsqueda y les van guiando a través del móvil o del GPS». Ángel cuenta que prácticamente cada fin de semana reciben avisos de búsqueda.

Las labores de búsqueda son frecuentes, prácticamente cada fin de semanaÁngel GutiérrezJefe de dotación del GERA

Bomberos y pilotos coinciden en que los teléfonos móviles han facilitado mucho las cosas: «Antes usábamos más los GPS de montaña, pero ahora estamos tirando más de móviles». El principal problema se plantea cuando la víctima no está localizada y es una tercera persona la que da el aviso de su desaparición. «Cubrimos toda la Comunidad de Madrid y hay casos que son como buscar una aguja en un pajar», cuenta Álex.

El perfil de las víctimas es variado, pero destacan particularmente los senderistas y los ciclistas. «Sobre todo después de la pandemia hubo un boom enorme de gente que salía a la montaña –explica Ángel– incrementando el numero de rescates e incidentes».

Los accidentes técnicos de escaladores no son muy frecuentes, pero son potencialmente letales. El GERA también atiende infartos en la montaña, que en general «tienen mal pronóstico».

Personal sanitario: «una reivindicación histórica»

El día de nuestra visita se termina de formalizar la materialización de «una reivindicación histórica» para el cuerpo de bomberos: finalmente el se incorporará personal sanitario al equipo.

Hasta ahora, la ausencia de personal con formación sanitaria en la plantilla planteaba algunos problemas, fundamentalmente aquellos relacionados con el manejo del dolor. Puesto que no están autorizados para hacerlo, los rescatadores no podían administrar fármacos analgésicos a las víctimas, que en ocasiones presentan traumatismos y roturas dolorosas.

La incorporación de personal sanitario al GERA permitirá ofrecer un servicio público más eficaz, eficiente e inmediato

La incorporación inminente de 6 profesionales de enfermería, permite ofrecer un servicio público más eficaz, eficiente e inmediato, que podría ser determinante en intervenciones complejas que requieran una atención sanitaria más específica.

En todo caso, cuando las víctimas están en una zona donde el helicóptero del SUMMA no puede acceder, son los bomberos del GERA los que realizan el rescate y dan una primera intervención sanitaria. Después transfieren al paciente al medio sanitario, ya sea la UVI Móvil o un helicóptero medicalizado en un punto acordado.

Una intervención para el recuerdo

Preguntado por una intervención que guarde en la memoria, Ángel agacha la cabeza y suaviza el tono: «Hace un mes ha habido una intervención muy grave, crítica para los compañeros, han estado una situación muy mala, incluso con congelaciones», explica sin querer entrar en más detalles.

Él no participó en esta, pero si en otra muy similar: «Fue hace más años; encontramos a dos perdidos que dieron el aviso sobre las 20:00 de la tarde. Era nueve de febrero y los encontramos a las cinco de la madrugada, a uno de ellos fallecido por hipotermia. Fue una intervención bastante crítica» cuenta, con el recuerdo todavía vivo en la mirada.