La precisión de los relojeros de Sol para que podamos tomar las uvas: «Si falla no va a sonar»

Jesús López-Terradas, uno de los relojeros de la Puerta de SolPaula Argüelles

La precisión de los relojeros de Sol para que podamos tomar las uvas: «Si falla no va a sonar»

La pericia y experiencia de los encargados de hacer que el mecanismo funcione evita sustos en Nochevieja

Jesús, Pedro y Santiago llevan desde 1997 cuidando el reloj de la madrileña Puerta del Sol, epicentro de todas las miradas cuando se acercan las 00.00 horas de cada 1 de enero, momento de tomarse las campanadas para iniciar con buen pie el nuevo año. «Llegamos sobre las 22.45 porque nos gusta escuchar las 23h desde abajo», relata Jesús López-Terradas.

Su trabajo se basa en la precisión y el mantenimiento semanal del mecanismo de un reloj que no puede permitirse fallar en un momento clave como Nochevieja. «Siempre estás atento para que todo salga bien, somos conscientes de que hay millones de personas pendientes para tomarse las uvas», admite.

El interior del famoso reloj de la Puerta del Sol

El interior del famoso reloj de la Puerta del SolPaula Argüelles

Pero, ¿qué ocurre si el reloj falla justo en el momento de las campanadas? «Si falla momentos antes no hay solución, no va a sonar», explica Jesús. Aquí no hay trampa ni cartón, lo que se ve por televisión es el sonido real del famoso reloj y si el destino decide que un año no quiere sonar, por caprichos de la mala suerte, la solución no es inmediata. Es decir, no sonarían las campanadas. «Tiene arreglo, pero no en esos minutos tan próximos».

Eso sí, es algo que los propios relojeros descartan precisamente por su buena labor y su trabajo con el reloj más famoso de España. «Creo sinceramente que no va a ocurrir, ya nos encargamos nosotros de tenerlo a punto para que no ocurra», reconoce.

Interior de el reloj que dará las campanas en Nochevieja

Interior de el reloj que dará las campanas en NocheviejaPaula Argüelles

Los relojeros de Sol son unos apasionados de su trabajo y, una vez descartados los posibles contratiempos, lo duro llega cuando piensan que un día llegará un relevo generacional a la Puerta del Sol. «El problema no es venir. El problema vendrá cuando no venga, lo vea y diga: 'ya no estoy ahí'», confiesa Jesús con una sonrisa cargada de melancolía.

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