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La crisis de oratoria y respeto en la Asamblea de Madrid: «Antes no había ninguna necesidad de insultar»

La Asamblea de Madrid cumple este año 41 años desde su creación. La primera sede se inauguró en 1983 en el viejo Caserón de San Bernardo, sito en el número 49 de esta emblemática vía madrileña. Allí permaneció hasta 1998 cuando a Joaquín Leguina la trasladó a Vallecas. Esta mudanza favoreció al distrito que por entonces tenía casas bajas y se asimilaba a un poblado. En sus todos sus años de historia se han sucedido numerosos debates y plenos entre las dos bancadas que ahora se saldan con insultos y faltas de respecto.

Hace escasos días, el portavoz del PSOE en Madrid, Juan Lobato, escribió una carta al presidente de la Asamblea, Enrique Ossorio, en la que le transmitía su preocupación por la pérdida de respeto y cortesía en la Cámara. «Cada día compruebo tristemente como la actividad ordinaria es noticia, no por el trabajo y contenido de sus propuestas, sino por las faltas de respeto y los insultos», señalaba el líder socialista.

«A veces los gestos y los ejemplos ayudan a que las cosas empiecen a cambiar y me gustaría comentar contigo como presidente de la Asamblea de Madrid cómo veo la situación porque, si no frenamos la espiral en la que nos encontramos desde dentro, no podremos ayudar al cambio tan necesario en la política actual», subrayaba en la misiva.

Por su parte, Ossorio le contestaba que «es triste que la actividad de la Asamblea sea noticia, de manera frecuente, por las faltas de respeto e interrupciones que se producen en los plenos. Estas situaciones trasladan a la sociedad un mensaje de crispación nada ejemplarizante».

El presidente de la Cámara explicaba a Lobato que sus «llamadas a debatir con firmeza y sentido crítico, pero de forma sosegada y correcta, se han interpretado como una manera de revisión del discurso de los diputados y a veces se me ha acusado de falta de imparcialidad en mi labor».

Imagen de uno de los plenos de la Asamblea de MadridComunidad de Madrid

Se ha vuelto una costumbre ver al presidente de la Asamblea llamar al orden a varios diputados, especialmente del grupo de Más Madrid. En uno de los últimos plenos, Ossorio expulsó a Hugo Martínez Abarca por ironizar con las regañinas del presidente y además pedir su dimisión.

«Señor Martínez Abarca, si después de lo que ha ocurrido antes, cuando he tenido que llamar al orden en cuatro ocasiones a compañeros suyos, usted utiliza el atril para cuestionar a la presidencia me parece delirante y que hemos cruzado ya todas las barreras y le llamó al orden», apuntaba Ossorio.

No es la primera vez que los diputados de Más Madrid faltan el respecto a la bancada de la derecha. Su antigua portavoz, Mónica García, hizo un gesto en el que simulaba disparar al antiguo consejero de Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty.

Otro caso de falta de decoro por parte de Más Madrid, fue el del diputado Pablo Padilla, quien llamó «facha» a Isabel Díaz Ayuso por la gestión con Telemadrid.

Pleno institucional por los 40 años de la Asamblea de Madrid

Expresidentes condenan esta conducta

Con motivo del 40 aniversario de esta Cámara, la Comunidad de Madrid celebró el año pasado un acto institucional en el que participaron todos los expresidentes madrileños. Desde Joaquín Leguina hasta Pedro Rollán, actual presidente del Senado.

El expresidente de la Asamblea, Juan Val-Halen, comentaba que él nunca había asistido a un debate (en la actualidad) «como el que tuvieron Alberto Ruiz-Gallardón y Joaquín Leguina en la moción de censura que tuvo lugar a los dos años de ser elegido presidente el el líder del PP».

«Nunca he asistido a un debate con tanta altura intelectual, tan importante en sus apreciaciones y tan profundo. Con algo muy importante en un debate, con mucho humor», señalaba Val-Halen.

En este sentido, remarcaba que es «muy penoso que ahora hay mucho orterismo, grosería, insultos y enfrentamientos que no se daban entonces. Se metía uno con otro y cuando salíamos nos tomábamos una copa, no había ninguna necesidad de insultar. Me da cierta tristeza que estemos así», concluía el expresidente apenado.

La última en intervenir fue Cristina Cifuentes, quien rogó a los diputados de la Asamblea que las discrepancias ideológicas «no impidan la concordia» y que continúen trabajando para que Madrid siga creciendo.