Un elefante y su cría en las instalaciones del Zoo de Madrid,

Un elefante y su cría en las instalaciones del Zoo de MadridEuropa Press

Historias de Madrid

Cuando elefantes y cocodrilos paseaban por El Retiro: la sorprendente historia de la Casa de Fieras

Los mayores lo recordarán, otros lo habrán escuchado alguna vez pero muchos, sobre todo los más jóvenes, desconocen hoy en día que hubo una época, no tan lejana y no tan corta, en la que por el emblemático parque de El Retiro de Madrid se bañaban elefantes y tomaban el sol cocodrilos. Estos, junto con muchos otros animales de lo más variopintos, eran los inquilinos de la Casa de Fieras, una suerte de zoológico que el parque albergó hasta 1972, cuando los animales fueron trasladados a la Casa de Campo.

Para encontrar el origen primigenio de esta Casa de Fieras hay que remontarse a 1774, cuando el entonces Rey Carlos III, conocido popularmente como 'el mejor alcalde de Madrid' por todas las mejoras que impulsó en la ciudad, mandó construir un parque de animales en lo que a día de hoy es la Cuesta de Moyano pero que, en aquel momento, pertenecía a los Jardines del Palacio del Buen Retiro.

A finales de siglo fue trasladado a otra zona del parque, junto a la Puerta de Alcalá y, en esos momentos, estaba dotado principalmente de los animales más exóticos procedentes de Hispanoamérica, sobre todo aves, como guacamayos o tucanes.

Cuando El Retiro se convirtió en un campo de batalla durante la Guerra de la Independencia para expulsar a los franceses, la Casa de Fieras vivió momentos aciagos y muchos animales murieron en la contienda. Fue ya en 1830 cuando Fernando VII traslada este particular zoo, que rebautizó como Real Gabinete de Historia Natural, a la zona del parque cercana a Sainz de Baranda.

Cabe recordar que en esa época El Retiro no era un parque público sino que era de uso exclusivo para la realeza y sus invitados. Isabel II le pegó un gran impulsó a la Casa de Fieras y fue en 1868 cuando El Retiro pasó a formar parte del patrimonio de todos los madrileños.

Al principio, abrir La Casa de Fieras a todos los públicos trajo consigo vandalismo, no sólo contra las instalaciones, sino que también arremetían contra los propios animales. El coste de mantenimiento del lugar era muy alto por lo que se tuvieron que vender algunos ejemplares, pero la situación seguía siendo poco sostenible. Así es como finalmente se decide privatizar la Casa de Fieras y pasó a a encargarse del lugar, en 1895, el experto circense Luis Cabañas, quien trajo consigo una época de esplendor y popularidad al lugar.

Fue él quien sacaba a los cocodrilos a tomar el sol y a los elefantes a bañarse al estanque, para deleite de los madrileños, aunque estos últimos finalizaron cuando la famosa elefanta «Pizarro» un día se escapó y transitó por la Calle Alcalá hasta llegar, cuentan las crónicas de la época, a una panadería donde arrasó con varios kilos de pan.

Cabañas cedió el testigo al Ayuntamiento de Madrid que volvió a encargarse de la gestión de la Casa de Fieras y lo cedió, en 1918, al jardinero Cecilio Rodríguez, quien acondicionó la zona en un momento en el que llegaron numerosos nuevos animales.

Durante la II República y la Guerra Civil, Rodríguez abandonó sus tareas en El Retiro, que recuperaría al término de la contienda. Fue la postguerra años de apogeo para la Casa de las Fieras, que se convirtió en refugio de numerosos animales europeos evacuados durante la II Guerra Mundial.

En 1967 la Casa de las Fieras llegó a acoger a millón y medio de visitantes y gozaba de una inmensa popularidad, sin embargo, ni una década después, en 1972 cerraría para siempre sus puertas con la inauguración del zoo de la Casa de Campo, a donde fueron trasladados todos los animales.

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