Madrid
Estos son los 5 edificios más antiguos de Madrid
Edificios en la capital que tienen hasta 500 años de existencia
Madrid, con su vasto patrimonio histórico y arquitectónico, guarda en sus calles una serie de edificaciones que reflejan su evolución a través de los siglos. Estos edificios han perdurado a lo largo del tiempo, sirviendo como guardianes de la historia de la capital española. Estos son los cinco edificios más antiguos de Madrid, cada uno con su propia historia y significado, ofreciendo una perspectiva fascinante del pasado de una ciudad que ha experimentado innumerables transformaciones.
Casa de los Lujanes (1460)
El edificio más antiguo de Madrid y una de las escasas casas-palacio del siglo XV que aún se conservan en la capital. La torre y el palacio fueron construidos por Álvaro de Luján antes de 1471. El edificio ha experimentado múltiples reformas a lo largo de los años, incluyendo una en 1858 para acoger la Academia de Ciencias Morales y Políticas, creada por Isabel II el año anterior. Situado en la Plaza de la Villa, fue restaurado por el arquitecto municipal Luis Bellido, quien devolvió al edificio su aspecto original y recuperó parte de su estructura original.
Hoy en día, la torre, de planta cuadrada, se compone de dos cuerpos superpuestos. El primer nivel tiene un basamento de mampostería, mientras que el resto está construido con una mezcla de piedra y ladrillo, al igual que el resto del edificio. La portada principal destaca por su ornamentación gótica y el escudo de los Luján en triple, además de la pequeña entrada en la calle del Codo, que presenta un arco de herradura con grandes dovelas de piedra, una característica singular en la ciudad. Esta entrada da acceso a la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, que se encuentra en la torre.
Casa de don Álvaro de Luján (1494)
A escasos metros de la casa de los Lujanes, se encuentra el segundo edificio más antiguo de Madrid, que también fue propiedad de don Álvaro de Luján. La apariencia actual del edificio es el resultado de diversas ampliaciones y renovaciones a lo largo de los años. En el zaguán se pueden ver los sepulcros platerescos de Beatriz Galindo y su esposo Francisco Ramírez, que originalmente fueron esculpidos para el antiguo Convento de la Latina.
La fachada es notable en la ciudad por su arco de herradura en la entrada. A comienzos del siglo XX, el edificio fue renovado para albergar la Hemeroteca Municipal. En 1983, la hemeroteca se mudó al Cuartel del Conde Duque y los sepulcros del zaguán fueron trasladados al Museo Municipal.
Casa de Cisneros (1537)
Esta imponente casa-palacio fue construida en 1537 por Benito Jiménez de Cisneros, sobrino del célebre cardenal Cisneros. Con un estilo plateresco, el edificio original destaca por su fachada en la calle del Sacramento, con un arco de granito y un balcón principal rodeado por elegantes columnas. En ese tiempo, la fachada que daba a la plaza de la Villa era la parte trasera, utilizada para las cuadras y corrales.
A lo largo de su historia, la casa ha acogido a importantes personajes españoles. Se dice que el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, estuvo preso aquí antes de escapar a Francia en 1590. Además, el conde de Romanones nació en este lugar y también residieron aquí los generales Narváez y Polavieja.
En 1909, el Ayuntamiento adquirió el edificio para incorporarlo a la Casa de la Villa, sometiéndolo a una cuidadosa restauración a cargo del arquitecto Luis Bellido y González. Esta restauración incluyó la construcción de la nueva fachada que da a la Plaza de la Villa y el pasadizo volado que conecta con el edificio del Ayuntamiento, siguiendo el diseño original del edificio.
Casa de las siete chimeneas (1577)
Es uno de los pocos ejemplos de arquitectura civil del siglo XVI que aún quedan en Madrid. Erigido entre 1574 y 1577 por el arquitecto Antonio Sillero para Pedro de Ledesma, el edificio fue ampliado en 1586 por Andrea de Lurano, adquiriendo una planta rectangular con tejado a cuatro aguas y siete chimeneas. Estas chimeneas inspiraron leyendas, como que simbolizan los siete pecados capitales o que el espíritu de una hija ilegítima de Felipe II sigue allí.
En el siglo XVIII, se modificó para convertirlo en una residencia nobiliaria, añadiendo un edificio anexo. Durante esta época, fue la residencia del Marqués de Esquilache, cuya destitución en 1766 desencadenó un motín en Madrid.
En el siglo XIX, el edificio albergó varios bancos y fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1948. En 1957, fue restaurado por Fernando Chueca Goitia y José Antonio Domínguez Salazar, y desde la década de 1980 es sede del Ministerio de Educación y Cultura, siendo declarado Bien de Interés Cultural en 1995.
Casa de la Panadería (1590)
Este destacado edificio barroco, ubicado en la Plaza Mayor, debe su nombre a que en su planta baja se encontraba la Tahona General de la Villa. Su construcción comenzó en 1590, y a lo largo del tiempo ha albergado importantes instituciones como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Real Academia de la Historia, el Archivo y la Biblioteca Municipal de la Villa, así como dependencias para la Familia Real. Actualmente, es sede del Centro de Turismo de Plaza Mayor y de las oficinas de turismo de la empresa municipal Madrid Destino.
El edificio se levantó a finales del siglo XVI bajo la dirección de Diego Sillero, siguiendo el diseño del arquitecto Francisco de Mora, sobre un sótano abovedado. En 1617, Juán Gómez de Mora lo transformó para integrarlo en la Plaza Mayor, creando una estructura simétrica de cuatro pisos con una planta baja porticada, un ático en el último piso y torres angulares en los laterales.
El incendio de agosto de 1672, el segundo que afectó a la plaza, destruyó casi por completo la Casa de la Panadería. Tomás Román fue encargado de su reconstrucción, mientras que Claudio Coello y José Jiménez Donoso decoraron el interior y pintaron los frescos de la fachada.
Un incendio en 1790 devastó gran parte de la plaza, aunque la Casa de la Panadería se salvó. Su diseño y altura establecieron el modelo para las reconstrucciones realizadas al año siguiente por Juan de Villanueva.
En 1988, Carlos Franco renovó los murales de la fachada, que estaban en mal estado. Sus pinturas, encargadas para reemplazar las deterioradas obras de Enrique Guijo (1914), representan el origen barroco del edificio y de la plaza, con alusiones mitológicas a la diosa Cibeles y su unión con Acuático, y reflejan la historia y la identidad de Madrid como capital.