La ropa de verano, un invento de los años 20

La idea de tomar vacaciones o viajar por placer nació a finales del siglo XIX con los avances en el transporte en automóvil, tren y barco. Pero esta moda, convertida ahora en ritual anual, solo se asentó en los años 20. Y hasta entonces, sin vacaciones y con un clima no demasiado cálido en gran parte del mundo occidental, no existía la necesidad de un verdadero guardarropa veraniego.

El summer wear (o ropa de verano) que dirían los británicos a principios del siglo XX, no estaba presente en las fotografías de la época victoriana: queda claro que las señoras en su mayor parte se conformaban con quedarse en camisa, subir un poco su larga falda oscura y meter los dedos de los pies en el agua. La exagerada «decencia» de entonces acercaba las normativas de vestimenta femeninas a las del mundo musulmán más ortodoxo de la actualidad.

Pronto, una clase social elevada y una larga lista de actrices comenzaron a viajar desde el Reino Unido o Estados Unidos hasta lugares como Biarritz, Cannes, Antibes o Palm Beach con un estilo de vida placentero y relajado a menudo mostrado en la prensa. Así se consagró el summer wear e incluso el resort wear, que combinaba shorts con chaquetas ligeras, para ellos; y trajes de baño, vestidos ligeros y sandalias, para ellas. En los años 40, tras la Segunda Guerra Mundial se puso de moda la túnica o vestido de playa/baño, los colores alegres y el estilo de prendas frescas del Caribe y Florida.

El verano del 1967 ratificó la moda de las prendas relajadas, desinhibidas, de los tejidos finos sin peso, de las blusas bohemias de corte hippie y las camisetas teñidas. Ese estilo bohemio y veraniego, que se consolidó en los años 70, es ya parte habitual e incuestionable del guardarropa occidental y las colecciones de verano de grandes o pequeñas marcas.