Moda
El curioso propietario de las joyas de la Casa Real danesa
Un fideicomiso las controla y no permite que salgan del país
Ayer, un nuevo rey subió al trono danés, entre discreción y polémicas. La ausencia de joyas importantes y la sencillez del acto contrastó con la pompa de los británicos, que lucieron hace pocos meses cual cenicientas con carruaje de oro tirado por caballos blancos. Pero la familia real danesa también cuenta con una buena colección de joyas, eso si, gestionadas por un fideicomiso que lleva funcionando casi un par de siglos, algo que crea una situación peculiar. Veamos.
En el Reino Unido, las joyas pertenecen a la familia real pero son custodiadas por el estado en distintas dependencias de Buckingham Palace y, parcialmente expuestas, en la famosa Torre de Londres. Se supone que es la colección más valiosa del mundo, con joyas e insignias de la Casa Real Británica que incluyen elementos, espadas y coronas de Inglaterra y Escocia pero también de la India, un tema que ha traído no pocos dolores de cabeza a la familia.
En España, aunque es Patrimonio Nacional quien custodia las joyas, estas son propiedad de la Familia Real desde que la Reina Victoria Eugenia crease el concepto de «joyas de pasar», que aúna la parte más importante de las piezas y la remite al heredero en cada generación, si bien hay piezas que los Reyes pueden repartir entre cualquiera de sus descendientes.
Mientras, en los Países Bajos, es la Familia Real la que posee todas las joyas que portan desde que el Rey Guillermo III, tatarabuelo del actual monarca, unió piezas procedentes de las familias reales de Suecia, Dinamarca y Prusia creando las «joyas de la corona», que van siempre unida al reinante y su familia, ya que no consiguieron formar un fideicomiso independiente.
Pero el fideicomiso al que no consiguieron llegar los holandeses, si que lograron llegar los daneses. La historia de las joyas de la corona danesa se remonta a la Reina Sofía Magdalena, que estaba casada con Christian VI. En 1746, especificó en su testamento que sus joyas estuviesen siempre directamente al servicio de la reina de cada momento, titular o consorte, en parte porque estaba preocupada de que su trousse no fuese suficientemente importante en aquella época.
Tenía el joyero de Sofía Magdalena broches del pelo y collares, pero algunas piezas se habían reformado a través de las distintas modas. En la actualidad, además de cientos de piezas, la Familia Real Danesa cuenta con 4 parures de gran importancia: la de diamantes, la de esmeraldas, la de perlas y rubís y el conjunto de diamantes cortados en forma de rosa. Estos aderezos incluyen siempre una gran diadema y ahora pertenecen al Estado casi por completo.
Así pues, las joyas más importantes de la familia no pueden salir de Dinamarca, para no correr el riesgo de perderse o robarse. Muchas se encuentran en la sala del tesoro de castillo de Rosenborg y otras en la cámara Fabergé del Museo de Amalienborg, de donde han salido estos años para ser utilizadas principalmente por la Reina Margarita, que posee en propiedad una diadema con la que realiza sus viajes oficiales fuera del país.
La nueva Reina Mary también cuenta con un par de diademas adjudicadas que puede llevar en el extranjero o donde desee. Su favorita parece la de diamantes y rubís de la Reina Desiré de Suecia, pieza que su marido, el mariscal Bernadotte de la escuadra de Napoleón, le regaló para la coronación del Emperador francés. Más tarde, Bernadotte se convirtió en rey de Suecia y de ahí algunas joyas pasaron a Dinamarca.
Lo curioso de la abdicación de la Reina Margarita fue su sencillez, ya que no llevó absolutamente ninguna de sus piezas destacadas sino que se limitó a escoger dos sencillos símbolos que la unen a los dos hombres de su vida: a su padre, al que adoraba, con un broche en forma de herradura en la solapa que le había regalado; y a su difunto marido, el Príncipe Henrik, con unos sencillos pendientes a juego que le había encargado él. Acostumbrada a los Løsørefideikommis del joyero Real, la Reina emérita de Dinamarca se ha sabido conformar casi sin nada.