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Raciones de comida de guerra

Raciones de comida de guerra

Raciones de guerra: comida útil

Es natural que otros ejércitos se den tortas por las raciones del Ejército español, entre los platos principales encontramos desde lentejas con chorizo a pote gallego, ensaladas camperas de bonito, cocido madrileño, salchichas con tomate, pulpo al ajillo o judías verdes con jamón

La actualidad nos conduce a reflexionar sobre aspectos de la alimentación que van mucho más allá de la gastronomía y que suponen inteligencia, organización, previsión e innovación. Unos de los grandes retos de las guerras han sido los suministros, la imperiosa necesidad de proporcionar calorías a unas tropas que no siempre se pueden abastecer sobre el terreno.

Y caminamos unos pasos al lado de la historia, si me permiten: los romanos hacían la guerra en verano, mientras que durante los inviernos descansaban en los campamentos, bien guarnecidos y aprovisionados. Las guerras durante la Antigüedad eran infinitamente más complicadas en invierno, por la dificultad del desplazamiento de la infantería en terrenos embarrados, con lluvias, nieve o heladas importantes.

Y durante las campañas llenaban su cantimplora con posca, un líquido isotónico, abuelo de los gazpachos mediterráneos y que ayudaba a reponer energía e hidratar. Además, disponían de un sistema de intendencia muy bien organizado que llevaba hasta los campamentos aceite de oliva, garo y vino. Ya sabían que las fuerzas necesitan reponerse con hidratación y con alimento, con buen alimento. Pero no fueron los primeros ejércitos que tuvieron el acierto de preocuparse por la energía que aportan los alimentos. En tiempos bíblicos, Jonatán, el hijo del rey Saul, al que sucedió el mucho más famoso David, fue perfectamente consciente de este hecho. Justo antes de una batalla comió miel y sintió que instantáneamente aumentaron sus fuerzas al consumirla, que le brillaban los ojos. Hoy un dietista le hablaría de la curva glucémica, pero ¡qué útil le fue a Jonatán el consumo de miel! …Y cómo reprochó a su padre haber prohibido a las tropas comer esa misma miel antes de la batalla.

Decía que Saúl había causado un grave daño al país impidiendo que los soldados hubieran comido miel antes de la batalla contra los filisteos, por que las fuerzas que esta les hubiera podido aportar habrían conseguido una mayor victoria. Y, por tanto, una derrota completa del enemigo. Ese era el gran reproche del príncipe, no haber dispuesto de una intendencia mejor organizada.

Muchos siglos después, Napoleón convocó un concurso para conseguir algún sistema de abastecimiento de sus tropas, que estaban sufriendo extraordinariamente en las guerras en Europa y que finalmente fueron derrotadas en el frente ruso. En aquella época las batallas eran muy largas y la infantería sufría unos desplazamientos interminables que minaban la moral de las tropas. Napoleón tenía muy claro que un abastecimiento inteligente era imprescindible para desarrollar una buena estrategia. Aquel concurso lo ganó Nicolás Appert, un cocinero especialista en confitería y, por tanto, en el conocimiento de mantener los alimentos en buen estado durante tiempo prolongado. En primera instancia, Appert introducía los alimentos ya elaborados en botellas de vidrio oscuras y gruesas, tapadas con un corcho que se sujetaba con unos alambres sellados con lacre. Después calentaba las botellas a alta temperatura bastante tiempo y los alimentos se mantenían en buenas condiciones. Fue un invento fundamental para el progreso de la humanidad, y se llamó appertización. Fue el inicio de los sistemas de enlatado actuales. Cierto es que Napoleón perdió las guerras europeas, pero todos ganamos un nuevo sistema para conservar los alimentos que nos cambiaría la vida para siempre.

Muchos años después, en nuestros días, en pleno siglo XXI, las raciones de combate no pueden estar empaquetadas en envases de cristal, no pueden pesar y deben ser altamente nutritivas. Una ecuación perfecta para que la impedimenta resulte fácil de transportar. El esfuerzo que supone un clima adverso más un exceso de peso se paga en eficacia, algo que supieron bien en Vietnam. Allí terminaron desarrollando las bebidas con taurina y cafeína que tan útiles fueron pero que tan perjudiciales son cuando se consumen como en la actualidad: sentados y sin quemar esa auténtica bomba para el corazón, o combinado con alcohol, un depresor del sistema nervioso combinado con estimulantes a la vez (taurina y cafeína). Una locura.

Los soldados realizan esfuerzos físicos y mentales verdaderamente importantes, y las raciones de combate se han perfeccionado hasta tal punto que se han conseguido grandes avances en estas raciones. Además de una aplicación extraordinaria del conocimiento nutricional a unas actividades que son puntuales y no vitales. Las raciones o «ladrillos», como se conocen en el ejército, son de gran calidad, tienen buen sabor y son completos desde el punto de vista nutricional. Hemos podido hacer catas con distintos formatos que nos han dejado muy buen sabor de boca: sabores caseros, platos completos, agradables de consumir y en abundancia. Muy bien. Estos paquetes, perfectamente envasados, tienen variedades según sea desayuno, almuerzo o cena, y dentro de las tres comidas diferentes combinaciones y platos. Son muy compactos y no sobra nada en ellos.

En primer lugar, disponen de un diminuto hornillo para calentar la comida que es un pequeño ingenio muy útil para tomar la comida caliente o hacer una sopa. Además de comida propiamente dicha los paquetes contienen pastillas potabilizadoras, tabletas para hacer fuego y cerillas; también pasta de dientes, chicle y desinfectante para manos.

Pero la clave es la comida: una sopa concentrada muy agradable, guisos enlatados como sardinas, albóndigas o ternera y pollo guisados, paté y galletas saladas para usar como pan. Y como postre fruta en almíbar de igual calidad, impecable. Para los desayunos hay cacao en polvo, leche condensada, cereales, confituras y siempre una chocolatina. Formatos que proporcionan energía inmediata, que es lo que se necesita en este tipo de circunstancias. Además de todo lo anterior, una serie de barritas energéticas, bebidas autocalentables y geles energéticos se incorporan al surtido de alimentos.

Entre los platos principales la variedad es fruto de un trabajo muy bien hecho, desde lentejas con chorizo a pote gallego, ensaladas camperas de bonito, cocido madrileño, salchichas con tomate, pulpo al ajillo o judías verdes con jamón. Es natural que otros ejércitos se den tortas por las raciones del Ejército español. Que se las dan. Y es un orgullo comprobar cómo los que nos cuidan se cuidan. El alimento es siempre la primera necesidad y aquí está muy bien cumplido. Gracias y enhorabuena.

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