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Menú de hospital

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Cómo influye en el ánimo del paciente la triste comida del hospital

Por lo general, son comidas con poco o nada de sal, muy neutras y fáciles de digerir

Entro en un hospital. Es la hora de comer. Se percibe ese característico aroma de cocina hospitalaria. Qué sana y áspera es ¿No podría ser igualmente saludable pero más grata?

Echemos la vista atrás, casi hasta la mítica época en la que dioses, héroes y humanos convivían en el Mediterráneo. En aquellos tiempos también la salud, como ahora importaba, y mucho, hasta el punto de que representaba un gran prestigio pertenecer a las familias de estos míticos sanadores. En la Antigüedad se decía que la familia de uno de los grandes médicos de la historia, Hipócrates, descendía de Asclepio, dios de la medicina y protector de la salud. Y era el mismo Hipócrates quién señalaba con decisión que el alimento debía ser curativo y que el vigor empezaba en la alimentación. Con el fin de restaurar esa salud perdida se fundaron en diferentes ciudades griegas estos santuarios-clínicas en honor al dios Asclepio, que se hicieron muy populares.

Uno de los más famosos fue el hospital de Asclepio en Pérgamo, fundado por el poeta Arquias en el s. IV a.C. Siglos después allí se formó Galeno, natural también de Pérgamo, quién se dedicó en sus inicios a auxiliar a los gladiadores, práctica de la que obtuvo una gran experiencia. Aquel era un hospital destinado principalmente a la curación de enfermedades mentales, trataba el cuerpo y el espíritu conjuntamente. Se encontraba en el centro de una zona boscosa y ajardinada donde se cultivaban hierbas medicinales y se disfrutaba de música, de gimnasios y baños fríos y calientes, al estilo de unas gratificantes termas. Además, contaba con una buena biblioteca y se gozaba de obras teatrales. El concepto era el de promover la restauración de las fuerzas físicas tanto como del espíritu, una idea que parece de última generación y que sin embargo se concibió al menos hace 2.500 años.

El ayuno como terapia

El ayuno era una de las terapias más habituales, y la panacea, el mítico medicamento con capacidad de curar todas las enfermedades, se buscaba incansablemente a través de las plantas y los alimentos. El caso es que Galeno se persuadió a los 28 años, después de sus primeras experiencias, de la necesidad de seguir lo que llamó unos preceptos higiénicos, entre cuyas prácticas estaba la alimentación. Desde tiempos de Hipócrates se conocía que era esencial una correcta nutrición, no sólo para curarse, también para una vida sin enfermedad. Así que, desde entonces, la medicina ha considerado que la nutrición es uno de los cauces fundamentales para restituir la salud y evitar la enfermedad.

El desarrollo de la salud pública ha sido extraordinario desde entonces, y más aún en los últimos años. Hoy, los hospitales tienen servicios de nutrición de una soberbia profesionalidad y eficacia. Y los servicios de cocina o catering, dependiendo del centro son igualmente excelentes. Con personal muy involucrado y experto, que con frecuencia ama su trabajo y se preocupa por hacerlo bien. Así que el progreso en este sentido es bienvenido, porque es en servicio de toda la sociedad y a cualquiera nos puede afectar en algún momento.

Sin embargo, aún queda un pequeño detalle, porque muchos enfermos siguen quejándose del olor de las comidas de hospital. Por lo general, son comidas con poco o nada de sal, muy neutras y fáciles de digerir. En realidad, nadie quiere que la comida provoque problemas en el transcurso de una recuperación, sino todo lo contrario, que proporcione las fuerzas necesarias y no dañe, ya saben el milenario primum, non nocere (volvemos a Hipócrates). Pero los pacientes se entristecen a pesar de la calidad en tantos sentidos, porque comer es con frecuencia el único placer que les queda cuando atraviesan una enfermedad. Y suelen ser muy sensibles a un olor que no les agrada. Para ellos, con frecuencia, esa comida, forma parte del proceso de curación que es inevitablemente desagradable, pero en realidad ¿debe serlo?

Dietas personalizadas

Así que tenemos una interesante cuestión sobre la mesa, sobre esa mesa flotante de la cama de un hospital que alguna vez todos hemos visto ¿deben llevar los familiares comidas caseras y amables al enfermo para que le ayuden a recuperarse y a mantener el ánimo? Con esta solución volveríamos a las casas de curación medievales, aunque les aseguro que es una opción mucho más común de lo que parece.

La regeneración de los platos, es decir, el volver a ponerlos en forma de poder ser consumidos, calentándolos, es la causa de los olores. Y en cuanto al desarrollo de dietas personalizadas, no sólo en lo negativo (quitar la sal, evitar grasas, retirar el azúcar), quizás será posible algún día desarrollarlas en lo positivo, buscando algunos de esos platos que alegran la vida, hasta en un hospital. Animando así al paciente a una recuperación más ágil.

Porque, como ya conocía perfectamente la medicina en el mundo antiguo, las emociones influyen notablemente en el proceso de curación. Y también la alimentación.

Sigan cocinando esas recetas que restauran el espíritu, que alegran la vida y que fortalecen la salud. Comer bien forma parte de la alegría de vivir.

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