El Chef Judicial
Le Bistroman a Atelier. En el cielo de París
Bajo la música de Edith Piaf te sentirás en la ciudad francesa desde el centro de Madrid
Viajar a París sin salir de Madrid pasa de ser un sueño a una realidad cuando se pasea junto al Palacio Real, mientras se puede observar como los últimos rayos de sol de cada tarde pasan a descansar sobre la Plaza de Oriente. Si nos dejamos guiar por los ecos de las óperas y zarzuelas que tiñen de belleza el Teatro Real llegaremos al número diez de la calle Amnistía y descubriremos que el sueño francés de los más románticos es posible sin pisar suelo galo.
Le Bistroman Atelier, el restaurante a media luz, sitio de culto para los que quieren dejarse enamorar por los platos más típicos de la gastronomía francesa nos conduce a una atmósfera de romanticismo y elegancia de la mano del chef francés Stephane del Río. El local de sofás de terciopelo que culmina en una pared de piedra despliega todo un arsenal de delicias para conquistar y ser conquistado. La suavidad de su cocina comenzará con un excepcional Foie Gras de oca con mermelada de albaricoque y mermelada de limón que comenzará a seducirnos, mientras no podremos dejar de probar la increíble mantequilla artesana sobre pan de semillas.
Con la exquisita cortesía de un equipo culinario con acento francés, empezaremos a degustar las texturas doradas de puerros asados en salsa holandesa que nos harán recordar las brillantes luces de la Torre Eiffel. Las ostras y los mejillones en sala de curry pondrán el señuelo que abrirá el apetito mientras nos acercamos a un descenso por un Sena en el que fluyen las primeras copas de champagne. Los rosados Roederer Brut Vintage de 2014 o André Clouet y las burbujas blancas de los Bruno Paillard, Pol Roger o Krug 2017 embriagarán de gotas de felicidad nuestros primeros pasos por ésta travesía parisina que nos hará creer en La Vie en Rose. El exquisito soufflé de roquefort o los escargots culminarán los más clásicos bocados franceses.
Bajo el cielo de nuestro «pequeño París», en la eterna canción de la vieja ciudad, comprenderemos que Notre Dame comienza a estar más cerca cuando la sumiller nos decante alguna de las joyas de una excepcional bodega. Será el paso previo a que nuestro acompañante comience a sonreír al degustar alguno de los blancos del valle del Loira o al descubrir Borgoña de la mano de los Chablis Village, Pernand Vergelesses o el irrepetible Corton-Charlemagne Gran Cru 2016. Un paseo entre viñedos de Alsacia o por las variedades de Ródano son una estupenda alternativa si queremos maridar el atardecer parisino con blancos del hexágono.
La seducción de Stephane del Río nos llevará a placeres que se acercarán a emular los sabores de las creaciones de los míticos Paul Bocuse o de Alain Ducasse, a lomos del adictivo Onglet al carbón con salsa bordellaise. Un delicia de texturas suaves con una salsa que no querremos que termine y que nos llevará a rebañar cada rincón de nuestro plato. El confit casero de pato con salsa Bogarde o la calidad del steak tartar cortado a cuchillo son excelentes alternativas. Si bañamos nuestros lienzos gastronómicos con un Gevrey Chambertin o con un Vosne-Romanée nuestra experiencia alcanzará tintes de excelencia. El Pichón Mont Royal asado y guisado en su jugo o la clásica receta de Borgoña en el que la 'pintada' se cocina en verduras aromáticas y vino tinto serán manjares que no podremos olvidar.
Cuando los primeros acordes de la voz de Edith Piaf lleguen a nuestra mesa y mientras descubrimos en la mirada de nuestros acompañantes la paz de la plaza de la Concordia sobre sonrisas de felicidad, veremos descansar entre las sombras de nuestra mesa el plato estrella de la carta. La delicadeza y el inigualable sabor del solomillo de vaca con mantequilla Pamplie de hierbas. Una combinación, por calidad y preparación, digna de la más alta cocina. Las patatas provenzales o el Ratatouille al carbón serán los acompañamientos perfectos en un plato que querremos repetir sin descanso. Será el momento de que hagan su entrada en nuestra velada los caldos de Burdeos en forma de Chateau Villa Bel-Air, Cóte de la Garonne o Lalande de Pomerol para que nuestras pupilas brillen y entiendan que acabamos de iniciar una historia de amor con la gastronomía francesa.
Pero Le Bistroman Atelier no es sólo productos de la tierra y nos propone también un recorrido por el mar, ofreciéndonos exquisiteces como el pez raya a la mantequilla negra, la lubina ahumada con salsa «vierge» o una de las recetas preferidas de Luis XIV, el lenguado meuniére con salsa normanda.
La infinita tabla de quesos o la dulzura de la tarta tatin, el mousse de chocolate con naranja, el crepe de praliné de avellanas o el bizcocho flambeado sobre la mesa culminarán una velada inolvidable bajo los acordes de Non, RIen de Rien que nos hará comprender que barridos los días, barridos los recuerdos, no nos arrepentiremos de nada porque nuestra vida, nuestra felicidad hoy y para siempre comienza en Le Bistroman Atelier.