Ruta por los mejores restaurantes y bares de La Latina

Hace algún tiempo, un grupo de amigos que acostumbrábamos a tapear por los bares y tabernas de La Latina bautizamos este tapeo con el nombre de Latinazo. Consiste en viajar de caña en caña, de vino en vino, de tapa en tapa, de plato en plato, por ese barrio mágico y único, en el que se funden las más hermosas tradiciones del Madrid más castizo. Si les apetece acompañarnos, vamos a llevarles con la palabra y la imaginación por esa Latina auténtica y distinta, que se ha ido convirtiendo, con el paso de los años y los recuerdos, en santo y seña de un Madrid que no quiere morir de éxito.

Nosotros solemos comenzar en El viajero, disfrutando del primer vermut de la mañana en una terraza abierta a la luz y a la buena vida. Luego, nos vamos a Juana La Loca, esa taberna ilustrada siempre llena de gente ansiosa de probar su famosa tortilla de cebolla única en la zona. Vale la pena hacer cola para saborear una de las grandes tapas del Madrid más latinero.

La visita a Lamiak es inevitable, para recordar bohemia y canciones en un ambiente único, donde aún perduran las canciones de Sabina. De allí pasamos al Tempranillo, del que hablamos aquí hace unas semanas, para pedirle a Juan, alma mater del lugar, un buen vino y una buena tapa de esa tortilla especial que sabe a verdad.

Nos espera Casa Lucio, espectacular siempre con sus huevos estrellados y una carta en la que la materia prima es la que le ha dado fama mundial. Justo enfrente, los huevos de Lucio abren el abanico de platos madrileños, ofreciéndonos unos callos soberbios, de los que presumen, y con mucha razón.

Caminamos un poco y nos detenemos en La perejila para tapear con Andalucía como reina de sus raciones, en un ambiente musical que suena a copla y a verbena. En Los secretos de Lola encontrarás una de las mejores decoraciones tabernarias de Madrid y unas empanadas exquisitas. Casa Lucas forma parte también de este viaje de tapeo y calidad por la Cava de nuestros amores y sabores, como ejemplo de respeto a la comida de siempre con un toque de distinción.

Entrar en Julián de Tolosa es como entrar en un templo de la buena carne, las famosas alubias y los buenos pimientos de la tierra que da nombre al restaurante. La posada del León de Oro y la Antoñita – La posada del dragón forman parte de un itinerario histórico y gastronómico de altura en esta Cava de las sorpresas que nos lleva, de posada en posada, a La posada de la Villa, en la que el gran Pino se encargará de prepararnos un cordero de los de toda la vida o su monumental cocido madrileño, aunque este último sólo por encargo. Y vale la pena encargarlo.

Podemos hacer una parada en La taberna de Alatriste, con un recuerdo al personaje del eterno Pérez Reverte ante un buen plato del jamón de la gloria bendita. La taberna La Concha, La taberna del Tuerto o La taberna a la cava forman parte de este itinerario de tapeo sabroso y castizo, de parada obligada por un Madrid de múltiples sabores.

Puedes, si lo deseas, extender el Latinazo hasta Puerta Cerrada y alrededores, para dar buena cuenta del increíble bacalao de Revuelta, una cañita bien tirada con tapita de queso y chicharrones en Casa Paco, una excelente gallina en pepitoria en Casa Ciriaco, unas gildas gigantes y unos langostinos Colombo en La taberna del pimiento verde a la vera de San Miguel y luego acercarte a los alrededores de Cuchilleros para terminar con unas albóndigas en la Taberna Ricla, unas judías con perdiz en Las cuevas de Luis Candelas o un cochinillo histórico en Botín.

Sería un estupendo final en el restaurante más antiguo del mundo para este Latinazo insuperable que reúne todas las condiciones para ser uno de los grandes recorridos madrileños por el casticismo, la bohemia, el carácter y la intensa vida del Madrid más puro. Quedáis todos invitados a vivirlo y a saborearlo.