A punto de cumplir 90 años de negocio, Casa Lucio puede presumir de haber llevado por todo el mundo sus huevos rotos. Almeida dijo del restaurante que era el kilómetro 0 de la gastronomía de Madrid conseguido a base de esfuerzo, trabajo y la perfección de un plato básico, pero bien ejecutado. El secreto, asegura, es una buena materia prima, aceite de primera y el buen punto de la patata y el huevo. «Las patatas no deben estar muy fritas, ni las yemas muy crudas».