El Chef Judicial
El café modernista con la mejor terraza de Madrid
Recupera esa esencia de glamour y tradición de una época pasada para cubrirla de presente y ofrecer una variada carta
Primavera madrileña para revestir de clasicismo y modernidad, a escasos metros de la Plaza de Colón y del barrio de la Justicia, la remodelada terraza del Gran Café El Espejo recupera esa esencia de glamour y tradición de una época pasada para cubrirla de presente y ofrecer una variada carta, creando una atmósfera distinguida.
Lugar de encuentro de intelectuales, artistas y amantes de la cultura, destino imprescindible de amigos e idóneo ambiente en pleno Paseo de Recoletos para disfrutar de tardes de vanguardia y ritmos modernos. Tres espacios que desprenden historia y nos transportan por momentos a una época distinta, a una historia de finura, platos para un picoteo, para un almuerzo o desayuno con hasta seis menús distintos. Combinaciones que van desde Luminiere hasta El Gran Gatsby pasando por una Belle époque como estandarte de un espacio de ocio que pretende recuperar la elegancia del pasado.
Pases que comienzan con ritmos frescos a través de la brocheta de langostino Panko con mayo de lima, imprimiendo notas refrescantes a un buen langostino. Entrantes veraniegos que enamoran con el gazpacho de fresón de Aranjuez acariciado con suavidad y prestancia por el aceite de albahaca. Buena fritura con las croquetas de jamón ibérico y espárragos trigueros, intenso sabor en una terraza que apuesta por las denominaciones de origen.
Placeres que dan rienda suelta a la imaginación en una cocina internacional que trata de adaptarse al gusto de cualquier comensal, Italia nos llega con una focaccia de mortadela siciliana con pesto y stracciatella y Francia hace su puesta en escena con unos macarons de París rellenos de queso azul «La Peral» con dados de membrillo. Unión de lo salado y lo dulce para proporcionar ligeros bocados que destacarán tanto por su presentación como por su agradable paladar. Bocados que se suceden en una terraza totalmente remodelada, con la comodidad y los tonos vanguardistas como seña de identidad. Lugar idóneo para tardes que se convierten en madrugadas veraniegas.
Junto a la moderna terraza, un tiempo para la historia en el restaurante que desprende alma y secretos de Madrid, un espacio para sumergirse en el siglo pasado, encantos modernistas renovados por el interiorista Tomás Alla, decoración elegante que se refleja en la nobleza de maderas talladas y suelos de mármol para culminar en una impresionante barra de madera nogal de 1924.
Un espacio que se convierte en el escenario histórico para seguir disfrutando de una cocina orientada a pequeños placeres y detalles culinarios con los yakitori de pollo de corral con salsa teriyaki de aires caramelizados o con los huevos de corral y patatas alavesas. Dulzura y salinidad en juegos culinarios que continúan con guiños al norte a través del bombón crujiente de txangurro con crema suave de carabineros.
Calidad culinaria en este pase con notas suaves, cuidada elaboración y delicado gusto a marisco. La huerta se cuida con productos con origen en tierras de Navarra, puro sabor y frescor a través de la lechuga o del tomate antiguo de Tudela de Floren Domezain. Pases calientes con una excelente textura del producto que se refleja en los puerros de Mendavia confitados a la brasa con queso idiazábal, las alcachofas XL braseadas con sal del Himalaya o los pimientos rojos al estilo Julián de Tolosa. Momentos de disfrute que maridaremos con una joya de espumoso como el Belle Epoque Blanc Milésime 2014 de las variedades de chardonnay, pinot noir y menier para desplegar glamour y elegancia.
Estilo Art Nouveau en el pabellón acristalado para sumergirnos en una bella época que se enaltece dejando pasar los rayos del sol a través de la seducción de sus cristales para dejarlos caer en el interior en el que por momentos escucharemos ritmos latinos y evocaciones al flamenco en una atmósfera de diversión y alegría. Espacios de finura y distinción por los que continúan desfilando pases imaginativos como la tartaleta de ventresca del norte y verduras con sofrito mediterráneo y detalles culinarios ligeros y agradables con el brioche de salmón ahumado noruego y crema de eneldo. Suavidad y delicadeza en un salmón que engatusa y se ensalza de forma refrescante con el eneldo.
Creatividad y diversión que se reflejan en una magnífica burrata fresca de la Puglia con Brunoise de tomate semiseco y fresones servidos con un inyectable de pesto genovese. Paradigma de frescor y cremosidad, guiño culinario a la belleza gastronómica de Italia. Cocina por momentos minimalista con la minihamburguesa de buey con cheddar fundido. Escenas culinarias infinitas para el puro placer gastronómico a través del brioche de rabo de toro confitado 18 horas en su demi glacé o tiempos de creatividad con el saam de gamba XL del mediterráneo con emulsión de su coral y perlas cítricas.
El mar y la tierra se entrelazan con la pata de pulpo gallego a la parrilla con cremoso de patata trufada y crujiente de parmesano. La contundencia y el buen producto se entrelazan en un buen lomo alto de vaca madurada trinchado con pimientos verdes fritos o con una carrillera ibérica estofada a baja temperatura con salsa a la antigua. La guinda a una evocación a la elegancia y a la modernidad culmina con una selección de postres de Paco Torreblanca que endulzarán la esencia de la primavera madrileña, con un precio asequible en torno a cincuenta euros por persona en una terraza destinada a despuntar en el panorama más genuino y elegante del tardeo de la capital.