Las Margaritas, el restaurante de pescado a la parrilla que se convertirá en el preferido del Rey Felipe
En la zona de Aravaca, se esconde un pequeño oasis gastronómico que destaca por la calidad de su materia prima
Amenos de diez minutos del palacio de La Zarzuela, en la avenida de la Victoria, se esconde un pequeño oasis gastronómico. Se trata de Las Margaritas, con un solete de la Guía Repsol y mención a mejor restaurante por debajo de 40 euros. Este renovado espacio, ubicado en la zona de El Plantío-Aravaca, encarna ese ambiente cercano y de confianza, que tanto le gusta al Rey Felipe, al que hemos visto tomando torreznos en el restaurante Área 103 en la A-2 o disfrutando del pescado de La Lonja del Mar, frente al palacio de Oriente.
El Rey Felipe es un gran amante de la buena mesa y los buenos vinos, como el Murua reserva, de la familia Masaveu, que se sirvió en algunas ediciones de los premios Príncipes (ahora Princesa) de Asturias. También le gusta el Castillo Ygay, de Marqués de Murrieta, con el que su padre brindó el día de su abdicación. A Don Felipe le gustan los restaurantes con buena materia prima, sin pretensiones, y huye de esos locales adonde muchos solo van a sacarse la foto para Instagram.
El el restaurante Las Margaritas encontrará una agradable terraza ajardinada de mil metros cuadrados, distribuidos en una zona de barra, mesas altas y bajas, una cristalera cubierta y un área chillout. Los domingos, por la tarde, suena la música de Radio Margaritas, un programa musical en directo. Inspirándose en los antiguos listening bars de Japón de los años 60, introduce a dj especializados en la selección de música.
La oferta gastronómica de la terraza apuesta por el picoteo y raciones para compartir, destacando las brochetas de su vistosa parrilla exterior. Las hay de berenjena china y shiitake; de tsukune de ternera, una suave albóndiga japonesa, sorprendente por su textura melosa e intenso sabor, y de pulpo, entre otras.
El restaurante es un espacio interior elegante y hogareño a la vez. Su carta la firma el chef Javier Montes y cuenta con platos tradicionales en los entrantes como las puntillitas fritas, las gildas, la ensaladilla rota, con huevo frito, o las croquetas de caldero de Guijuelo. Como principal reinan arroces secos o melosos.
Una parte importante de la oferta la copa la parrilla, de la que salen pescados enteros a la parrilla como rapes, sargos o lubinas, entre otros, con precio según mercado. Los que prefieran la carne pueden optar por una hamburguesa de vaca avileña, una chuleta de vaca vieja o de la raza ayrshire finlandesa.
Como novedad, el restaurante incorpora además platos de Tripea, el puesto de fusión peruano-asiática del Mercado de Vallehermoso bajo la batuta del chef Roberto Martínez Foronda. De su carta de picoteo destacan las brochetas de panceta a baja temperatura, salsa hoisin y pepino encurtido.
Quién está detrás del restaurante
Bosco Blanco, economista de profesión, tenía escrito su destino en la gastronomía. Su abuelo fue uno de los fundadores de la histórica cadena de cafeterías Nebraska en los años 50 del siglo pasado y su padre de los locales En Copa de Balón. Pronto identificó el potencial de este local cuando cogió las riendas de esta antigua casa de comidas y la reconvirtió un espacio multifuncional.
Tras varios años trabajando en el sector financiero y tecnológico, decidió unirse al negocio familiar, tiempo en el que descubrió las posibilidades que le brindaba el nuevo escenario hostelero nacional tras la pandemia.
De la mano del chef Javier Montes, formado en la escuela de Luis Irizar, Bosco apostó por retomar la propuesta del propietario original y elevarla con una oferta de comida rica y tradicional. Un estilo que define como «el restaurante en el que a él le gustaría comer». El ticket medio es de 40 euros, pero sube si se pide carne.