El Chef Judicial
El templo de la cocina española en pleno barrio de Los Jerónimos
La gastronomía se convierte en una maravillosa excusa para «a propósito» convertir cualquier día de Madrid en un verano culinario
Un lugar de risas, buena comida y «tardeos» interminables rodeados de buena gente. Pequeño rincón del barrio de Los Jerónimos para proclamar a que aquí se viene a pasarlo bien, un Cheers a la española en el que cuando se entra uno no puede sino enamorarse de la buena comida y pasar a formar parte de una maravillosa serie televisiva en directo, en la que como su nombre indica, la gastronomía se convierte en una maravillosa excusa para «a propósito» convertir cualquier día de Madrid en un verano culinario.
En el número diez de la calle Juan de Mena se esconde Adrede uno de esos espacios mágicos en el que cuando se entra se empieza a formar parte de un ecosistema distinto en el que celebrar alegrías, mitigar penas y sobre todo sonreír en torno a una cocina de producto, sin pretensiones basada en la materia prima y en la sencillez para convertir sus platos en el preludio de geniales atardeceres madrileños.
Espacio de vermut y de vinos con la calidad del producto como razón de ser que comienza con un salmorejo con virutas de jamón homenaje a la cremosidad y a una cocina en la que prima el cariño como ingrediente secreto. Deliciosa ensaladilla de tomate y ventresca, despliegue de materia prima que encontramos en las anchoas doble cero en salazón para traernos la magia de las aguas del cantábrico y hacernos viajar a Laredo. Rivalizando con estas anchoas el puro sabor de unas sardinas marinadas en AOVE de ajo y perejil o el estupendo salmón marinado con wakame. Clásicos de toda la vida que encandilan como la morcilla frita de Burgos con pimientos del Padrón imprimiendo placeres cálidos en un producto servido con ligeras caricias de fuego para incrementar su esencia.
La cocina del chef Gonzalo Muñoz irradia alegría y es una buena muestra de maestría culinaria que se expande cuando se disfruta con lo que se hace, cuando se cuida la materia prima y se tiene como objetivo provocar «adrede» sonrisas y buenos momentos a los comensales. Delicadeza en las gyozas de pato, cuidada fritura con las croquetas de ibérico escondiendo en su interior esencia cremosa y puro sabor del jamón ibérico, unas croquetas que como se proclama en Adrede con toda la razón son mejores que las de a abuela.
Tiempos para la huerta que comienza con unas alcachofas fritas de considerable tamaño, fina textura que se sirve con una muselina de trufa y culmina en un estupendo jamón ibérico. Pases que comenzamos a regar con un rioja, Marqués de Vargas, reserva de 2018 presentando una nariz con aromas de frutas rojas maduras como cerezas y ciruelas, veintitrés meses en barrica de roble francés para provocar un paso placentero en boca, de cuerpo medio robusto en tonos de rojo picota ofreciendo una buena acidez con taninos marcados y suavidad afrutada.
Disfrutando juntos desde 2012 para consolidarse en el barrio más bonito de Madrid, con una cocina tradicional en la que encontrarán platos de cuchara para encumbrar una propuesta tradicional que nos brinda clásicos como los callos a la madrileña de matices picantes, un reconstituyente insuperable idóneo para las tardes de invierno que representa fielmente ese gusto de Gonzalo Muñoz por los platos de toda la vida que enamoran el paladar y enaltecen la buena cocina.
Una carta mediterránea en la que se hacen guiños a platos internacionales con los rollitos vietnamitas en hoja de cogollo y en el que se innova para conseguir matrimonios perfectos con el pastel de puerros y quesos. Habitas a la sartén acompañadas de jamón y desplegando notas de melosidad con un baño de huevo frito o un lacón con parmentier que derretirá nuestros sentidos. Bodega de precios asequibles que continúa con un Phylos, ribera del Duero de las bodegas de Blas Serrano color rojo cereza en nariz vivacidad y notas espaciadas y en boca frescura y equilibrio frutal.
Tiempo para el mar con maravillosas jornadas gastronómicas dedicadas al atún en las que Gonzalo Muñoz lo borda tanto en la calidad del producto como en la forma de prepararlo. Delicioso salmón a la plancha con vinagreta de mostaza, caramelos de mar con el cazón de Adrede para una perfecta fritura. De la tierra infinitas carrilleras al Oporto, un secreto con chimichurri y patatas que enaltecen el espíritu y un magnífico codillo asado con su salsa.
Culmen de dulzura antes de dar entrada a las copas del mejor tardeo de Madrid, con la elegancia de una tarta de chocolate que se convierte en una locura de postre. Adrede es mucho más que un restaurante de precios asequibles en torno a cuarenta euros por persona, un lugar que condensa el espíritu acogedor de Madrid, en el que una vez entren pasarán a formar parte de una maravillosa familia que les contagiará de alegría, sencillez y sonrisas haciéndoles entender que hay lugares que conquistan por su gastronomía y enamoran para siempre por la infinita calidad humana de aquellos con los que brindas y abrazas.