
Esta fue la casa de Manuel Rodríguez, Manolete, «IV Califa del Toreo»
El Chef Judicial
El restaurante con la mejor gastronomía cordobesa que ya visitó Luis Miguel
El cantante se despidió de su gira por Andalucía en este bistró cuya cocina lleva Juanjo Ruiz
El mejor traje de luces de la gastronomía cordobesa para cortar las dos orejas y el rabo, para salir a hombros en la tarde más mítica del toreo y también en la más dulce velada culinaria. 1917-1947 toda una vida en tan poco tiempo, para construir una leyenda, para ser recordado un siglo después… «Esta fue la casa de Manuel Rodríguez, Manolete, IV Califa del Toreo, en ella rindió Córdoba su último tributo de admiración».
Así reza la leyenda de este maravilloso restaurante en la antigua capital del Califato, 1947 el año que muere el hombre y nace el mito. En el número 10 de la Avenida de Cervantes encontramos el restaurante Casa Manolete homenaje excelso a la gastronomía cordobesa, pura belleza estética en la que fue la casa del más grande maestro del toreo, cuidado por el detalle en la decoración y en cada bocado culinario. Un lugar para disfrutar del puro arte culinario con producto superlativo, un escenario en el que se respira historia, en el que se sienten las ovaciones a Manolete junto al antiguo coso de Los Tejares.
Entrada de altura en un palacete icónico en pleno centro de Córdoba para comenzar a disfrutar de un vino de Moriles Alto, un fino viejísimo en rama El Franciscano, en crianza estática durante más de dos décadas, fino misterioso fiel al bajo velo de flor del Lagar de Los Frailes, frescura y vitalidad con notas de frutos secos, almendras y ligeros toques cítricos para conseguir el puro equilibrio, paso suave por boca dejando sensación persistente y agradable en el paladar, para cerrar los ojos y pasear por el patio de la casa sintiendo los lugares de descanso de Manolete, la liturgia previa al toreo junto a la fuente icónica que culmina en su cielo en ese mayo de flores cordobesas para encumbrar a la más bella mujer morena.
Fino que da entrada a unas anchoas superlativas, semicuradas en aceite de oliva, perfecta textura, deliciosa salinidad y belleza en su presentación en este espacio gastronómico en el que se mima el detalle con esmero para enaltecer el culto por la excelencia. Ostras acompañadas de licuado de remolacha y yogur de oveja, pencas con caviar y pan de oro con vichysoise de hinojos, del valle de Los Pedroches el jamón ibérico cien por cien de bellota, láminas de placer y elegancia culinaria. Clásicos ineludibles de notas vanguardistas en un salmorejo de remolacha con anguila ahumada, alcaparras y tierra de queso, maestría en la cremosidad y enaltecimiento de sabores suaves y adictivos.Ética y estética para sumergirnos en una atmósfera que evoca toreo hasta en las sillas de piel de toro, pura belleza en su vajilla recordando el fatídico 29 de agosto de 1947 de aquella profunda cornada que le asestó el miura Islero en la plaza de toros de Linares para hacer nacer horas después el mito de la España de posguerra.

La impresionante entrada de Casa Manolete
Cumbres culinarias con el paté royal de perdiz y foie sobre recuerdos de albaricoque y albero de tomate, cremosidad y perfección en la fritura de croquetas de jamón ibérico y leche fresca de oveja, huerta de alcachofas naturales con txangurro y salsa holandesa, ensalada de lechuga con vinagreta de miel fermentada o unas deliciosas setas a la cordobesa que se sirven con sabayón de palo cortado.
Una cocina basada en el cariño gastronómico que continúa con platos tradicionales que encandilan como los huevos rotos con salsa de boletus y trufa negra, placer para el gusto y deleite aromático. Arte culinario que se engalana cuando hacen entrada los raviolis de rabo de toro con jugo de carne y espuma de queso parmesano, perfecto vals de sabores suaves, evocando elegancia y pureza gastronómica.

Raviolis de rabo de toro con jugo de carne y espuma de queso parmesano
Historia del toreo entre dos mujeres enfrentadas, la madre de Manolete y su gran amor encontrado en Madrid en el bar Chicote tras la guerra civil, la bella actriz Lupe Sino, una mujer que rompió costumbres de la época, evocando la modernidad para conquistar el corazón del maestro del toreo. Una historia de amor y tragedia que termina en la tierra ese 29 de agosto cuando no permiten a Lupe que vea al torero en sus últimas horas para evitar que se casasen antes de su muerte, un amor que sobrevivirá al tiempo hasta que doce años después se reencontrará en la eternidad con el gran amor de su vida sin que nadie pueda ya volver a separarles.
Sentimientos a flor de piel cuando nos evocan la historia mientras degustamos manjares como el atún rojo asado y lacado con cremosos de apiobola y reducción de sus espinas. Materia prima como estandarte de este restaurante que continúa en aguas salinas con el lingote de bacalao Albacor con emulsión de gamba roja y espárragos blancos. Uniones perfectas de garbanzos estofados con americana de bogavante, callos de bacalao y morros ibéricos, contundencia y calidad en esta sinfonía de legumbres, mar y tierra.

Lomo de venado asado y reposado sobre cremoso de remolacha y «salsa Robert de tinta»
Un lugar para abrir los sentidos, finura y sensibilidad para soñadores, poetas y artistas, para los amantes del buen comer que se deleitarán con un genial steak tartar de novillo bravo con yema gelificada y encurtidos afines, pura melosidad e intensidad en el sabor. Entre sus carnes brillan con altura el lomo de venado asado y reposado sobre cremoso de remolacha y «salsa Robert de tinta» o el cabrito de leche al ajillo con koji de calabaza, berenjena y polen.
Epílogo de dulzura con la «Manoletina» o la haba de cacao y chocolate con avellana cordobesa. Majestuoso restaurante comandado por Juanjo y Reme, puro clasicismo inspirado en las grandes casas francesas, un lugar que deleita al gusto por su gastronomía y a la vista por el esplendor de su decoración.
Belleza y lujo, valores intangibles, poderosos y codiciados que evocan al mito más grande del toreo, puro sentimiento, maravillosa historia de amor, un restaurante que debe ser un paso obligatorio en Córdoba, con un precio en torno a cien euros por persona y un destino ineludible, volver a ese agosto de 1947, comprendiendo que el mito habita hoy también en la gastronomía.
Avenida de Cervantes, 10 (Córdoba)