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Un niño realiza sus deberes de la escuelaIñaki Berasaluce / Europa Press

El debate de cada fin de curso: ¿han de hacer deberes los niños en verano?

Durante el curso, los estudiantes españoles dedican seis horas y media a la semana a cumplir con sus entregas escolares, según el último informe PISA

llega el verano y cada año, colegios, padres y profesores debaten el mismo asunto. Después de un curso lleno de exámenes, libros y trabajos o fichas, dibujos y plastilina se abren ante los alumnos casi tres meses de descanso. Habrá quienes tengan un mínimo de tareas asignadas por sus maestros, pro también a quien le sean obligadas.

Durante el curso, los estudiantes españoles dedican seis horas y media a la semana a cumplir con sus entregas escolares, según el último informe PISA. Este tiempo está bastante por encima de la media de la OCDE, que se sitúa en 4,8 horas semanales. No existen datos oficiales de que esta tendencia a mandar deberes se alargue también al periodo estival ni estudios que avalen que continuar con esta rutina académica no provoque que todo lo aprendido vaya a olvidarse de cara al siguiente septiembre.

Que los niños hagan deberes en verano tiene tantos defensores como detractores. Entre ellos, está Carlos Fernández, presidente de la Asociación de Profesores de Madrid, que explica que «el cerebro, al igual que otros músculos, necesita actividad». En el cómputo de horas que suman las vacaciones, puede escogerse una al día para sentarse ante un cuadernillo o leer un libro. «Se puede estar perfectamente de vacaciones y realizar actividades», aclara el profesor.

Las tareas escolares tradicionales no son las únicas que cuentan. Fernández enumera para fomentar el aprendizaje mientras no hay clases actividades como leer juntos o aprender alguna afición nueva. Así, las vacaciones permiten descansar de las obligaciones pero también mantener el cerebro activo. De esta idea es defensora, Mercedes Bermejo, vocal del Colegio de la Psicología de Madrid, quien afirma que es importante que «no hay una desconexión absoluta de todo lo que tiene que ver con el conocimiento adquirido».

De esta manera, si los niños no han recibido una tarea escolar, se puede optar por algo más lúdico, como un cuadernillo interactivo. No obstante, para ello, destaca la psicóloga, hay que pactar primero cuál va a ser la tiempo o la extensión a completar cada día juntos. Así, a fin de cuentas, no lo verán como una imposición o una responsabilidad, sino como «un disfrute vivido en compañía de la familia».