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Así es el efecto de las bebidas energéticas en el cerebro de un adolescente

Los jóvenes que han consumido bebidas energéticas en los últimos 30 días obtienen calificaciones académicas más bajas, repiten más de curso y se ausentan más del colegio

el 68 % de los adolescentes consume bebidas estimulantes, según datos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. Son cada vez más populares los refrescos «mal llamados energéticos», dicen desde la Asociación Española de Pediatría, a los que los jóvenes menores de edad pueden acceder sin restricciones. Entre sus efectos más inmediatos, quienes las consumen sienten como aumenta su resistencia física, su sensación de bienestar y se estimula su metabolismo.

La cafeína no es su único ingrediente, aunque casi siempre el mayoritario. También contienen una elevada dosis de glucuronolactona, algunas vitaminas, taurina, extractos de hierbas como el popular ginseng, a lo que se añaden ocasionalmente minerales, inositol y carnitina.

Son los chicos quienes más toman este tipo de bebidas, por encima de ellas en todas las edades analizadas por la encuesta Estudes de 2023, que investigó el impacto y la prevalencia del consumo de bebidas estimulantes con alto contenido en cafeína (Monster, Red Bull, Burn, Coca-Cola Energy) en estudiantes de entre 14 y 18 años. Según sus resultados, casi la mitad de todos ellos ha consumido alguno de estos refrescos en los últimos 30 días. El 19,5 % de ellos los han mezclado con alcohol en el último mes.

Cruzando las variables de las encuestas, los investigadores observaron que los jóvenes que han consumido bebidas energéticas en los últimos 30 días obtienen calificaciones académicas más bajas, repiten más de curso y se ausentan más del colegio que aquellos que no las toman. Esta diferencia se agrandó cuando entró en juego el alcohol.

Si se toman de manera habitual, estos refrescos pueden traer consecuencias negativas para niños y adolescentes, tanto a nivel físico como mental y emocional. El abuso de energéticas puede derivar en problemas de sueño, aumento de la presión arterial, taquicardia, problemas digestivos y deshidratación, según comenta Patricia Solís García, directora del Máster en Atención Educativa y Prevención de Conductas Adictivas en Niños y Adolescentes de la Universidad Internacional de La Rioja.

La alta concentración de cafeína y otros ingredientes estimulantes puede generar excitabilidad, nerviosismo y dificultades para concentrarse, lo que puede afectar el rendimiento escolar. Por otro lado, el consumo excesivo de estos productos puede derivar en tolerancia y dependencia, además de interferir en la calidad y la cantidad del sueño. De perpetuarse esta situación, provoca insomnio y fatiga crónica, que terminan afectando al rendimiento académico y el bienestar general.

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