
Las entonces princesas Isabel y Margarita de Inglaterra
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Marion Crawford o cómo la niñera de Isabel II puso en jaque a la familia real británica
Tras 17 años de servicio como institutriz y nodriza, se dedicó a vender secretos monárquicos a la prensa
Los primeros años del reinado de Isabel II estuvieron marcados por una serie de memorias escritas por miembros y ex miembros de la Casa Real, generalmente con la ayuda de escritores fantasmas. Sin embargo, la primera en este campo de las confidencias apareció cuando su padre, Jorge VI, aún era rey, y en circunstancias que todavía son un misterio.
En 1949, Marion Crawford se retiró después de 16 años de servicio con la familia real como institutriz y nodriza de las dos princesas, Isabel y Margarita. Ese año, Crawfie, como la llamaba la familia, fue abordada por una revista estadounidense de circulación masiva, Ladies 'Home Journal, con una oferta por sus memorias de 6.500 libras, aunque otros historiadores apuntan que fueron 85.000. Su esposo, un gerente de banco que siempre estaba feliz de sacar provecho de sus conexiones reales, la instó a aceptar la oferta, pero ella decidió preguntar a la Reina en un intento de demostrarle su respeto.
Tal era su dedicación a la familia real que no se retiró hasta que esta no se casó con Felipe de Edimburgo. En señal de agradecimiento, además, le habían cedido Nottingham Cottage, una pequeña propiedad de los jardines del palacio de Kensington que posteriormente se convirtió en el hogar de Guillermo y Enrique.
La reina estuvo de acuerdo en que Crawfie podría actuar como asesora y recibir un pago del Ladies' Home Journal, siempre que su nombre no apareciera. Por aquel entonces, dieron por sentado la necesidad de que obtuviera el consentimiento real para cualquier material que proporcionase.Sin embargo, el contrato que firmó Crawfie contenía una cláusula sorprendentemente vaga que permitía la publicación «sin el consentimiento de Su Majestad y bajo su propio nombre». Los artículos entraban en detalles sobre sus años de crianza con las princesas. Isabel era una maniática del orden –se levantaba por las noches para comprobar que su ropa estaba perfectamente doblada y guardada– y tenía bastante ira –en una ocasión volcó el contenido de un tintero sobre la cabeza de su institutriz–. Margarita, por su parte, tenía entre sus hobbies morder a su hermana y desordenar su cuarto cuanto pudiera. Además, también reveló la desilusión de sus padres de no haber tenido un heredero varón.
Por si fuera poco, proporcionó extensas descripciones de las habitaciones reales –rosa y beige, para Isabel; salmón para Margarita– y se burló del mal estado de los palacios reales: «La vida en un palacio se parece más a acampar en un museo. Estos lugares históricos son tan antiguos, tan atados a la tradición, que en su mayoría se están cayendo a pedazos».
Las confesiones aparecieron en Estados Unidos bajo su nombre a principios de 1950 y, después Woman's Own compró los derechos por 30.000 libras para su publicación en Reino Unido. Fueron un éxito tan sensacional, que, más tarde, los artículos se convirtieron en un libro igualmente popular, The Little Princesses: The Intimate Story of HRH Princess Elizabeth and HRH Princess Margaret by Their Governess. Los beneficios obtenidos por la venta del libro fueron bastante cuantiosos, pero provocaron que rompiese por completo su relación con la familia real. Cuando murió en 1998 a los 78 años, Buckingham ni siquiera le dedicó una palabra a su «querida Crawfie».