¿Y Lady Di qué pensaría de todo esto?
Según su biógrafo, Andrew Morton, la Princesa habría estado dolida por ver a sus hijos enfrentados en público y mirándose de reojo en el funeral de su abuela Isabel II
Veinticinco años después, el Príncipe Guillermo volvió a recorrer las calles de Londres detrás de un ataúd. En 1997, caminaba de traje y corbata cabizbajo, junto a su hermano Harry, tras los restos mortales de su madre, la malograda Princesa Diana. Ahora ha reconocido públicamente que el cortejo fúnebre de su abuela Isabel II le recordó al funeral de Lady Di.
Durante las últimas semanas, se ha examinado a fondo el impecable servicio de la Reina durante 70 años y la mayoría de crónicas coinciden al subrayar la muerte de Lady Di como uno de los episodios más tensos de su reinado. Los cinco días que tardó en salir públicamente a dirigirse a la nación y su reticencia a interrumpir su descanso veraniego en Balmoral. El tiempo ha puesto todo en su lugar y hoy se conviene en que ese desparrame de sentimentalismo en las calles y la presión sobre la Reina resultaron desmesurados.
¿Cómo era realmente la relación entre Isabel II y Lady Di? Los inicios se sucedieron de manera natural y fluida y a medida que se iba deteriorando el matrimonio de su hijo, se tensó también la cuerda con su nuera. La Reina aprobó el noviazgo del entonces Príncipe Carlos con Diana; ella provenía de una acaudalada y noble familia, su pasado sentimental permanecía limpio, era joven, de una belleza indiscutible y con una mirada dulce y angelical, perfectamente competente para conectar con el pueblo y ejercer un papel digno dentro de la Familia Real.
El matrimonio se conoció cuando ella tenía 16 años y él 29. En ese primer encuentro, el entonces heredero asistió en condición de novio de la hermana de Diana, Lady Sarah, a Althorp, la inmensa finca campestre de la familia Spencer. La primera impresión no fue buena. Según el biógrafo de Diana, Andrew Morton, ella pensó: «Dios, qué hombre tan triste». Se reencontraron tres años más tarde, en julio de 1980, en una barbacoa de fin de semana en New Grove, cerca de Petworth en casa de un amigo en común. Iniciaron un noviazgo que derivó en un matrimonio que nunca debió haberse celebrado porque él siempre estuvo enamorado de Camilla Parker Bowles.
El 29 de julio de 1981, se daban el 'sí, quiero' y tras la boda, Isabel II confió en Diana, asignándole un rol muy visible como miembro de la Familia Real británica. No defraudó e incluso, lo hizo demasiado bien, llegando a eclipsar a otros miembros de The Firm. En cuanto el matrimonio entró en declive y la Princesa comenzó a airear los trapos sucios, la percepción de Isabel II, únicamente preocupada en proteger la institución, cambió. No podía permitirse que nadie empañara la imagen de la Corona.
Relación entre hermanos
¿Qué pensaría Lady Di de estos últimos doce días en los que Reino Unido ha brindado un largo y sentido adiós a la Reina? «Bueno, lo único por lo que ella estaría realmente furiosa es por la separación de sus hijos», declara su biógrafo Andrew Morton, explicando que había hablado con ella sobre la relación entre Guillermo y Harry. «Ella siempre me dijo, no solo una vez, sino en varias ocasiones, que Harry es el respaldo de William de la mejor manera posible, es su compañero, quien le ayudaría en este trabajo difícil que tendrá en el futuro porque es un trabajo solitario. Y ella siempre sintió que Harry debería estar allí como su respaldo, y creo que todos quieren que vuelvan a estar juntos porque juntos son mucho más fuertes».
Durante estos días, los hermanos han escenificado una tensa tregua. El Príncipe Guillermo invitó a Harry a pasear por las inmediaciones de Windsor y dar las gracias al pueblo por los tributos florales que habían depositado. «Bueno, pasaron esta semana o los últimos días juntos por respeto y amor por la Reina y se comportaron impecablemente. ¿Volverán a estar juntos? Depende de ellos», señaló Morton.
Una respuesta que destila demasiado optimismo. Nada hace presagiar un acercamiento real y las memorias de Harry no van a facilitar la paz. El Príncipe Guillermo aprendió de su abuela el sentido del deber y la responsabilidad y como heredero tiene claro cuáles son sus prioridades.