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Grace Kelly, el recuerdo de un icono insustituible
Este 12 de noviembre, la esposa del Príncipe Raniero III hubiese celebrado su 93 cumpleaños
Hoy es una fecha señalada en la Casa Real monegasca: es el cumpleaños de Grace Kelly. Aunque han pasado cuatro décadas desde su fallecimiento, lo cierto es que, en caso de seguir viva, hoy la esposa del Príncipe Raniero III y la madre del Príncipe Alberto hubiese cumplido 93 años.
Considerada como un verdadero icono, ya no solo a nivel 'royal' ni por una buena parte de los habitantes de Mónaco, sino también en el séptimo arte y a nivel internacional, la ilustre actriz ganadora de un Premio Oscar supo ganarse el respeto, el cariño y la admiración de la sociedad por el destacado papel que desempeñó en Hollywood, donde consiguió consagrarse como una de las actrices más destacadas de su época, y por su posterior matrimonio con Raniero de Mónaco, un compromiso que le dio el privilegio de convertirse en todo un referente. Fue ella quien logró trasladar el característico glamour de Los Ángeles a las arcas del Principado, donde no tardó en proclamarse la 'royal' internacional más destacada del papel couché.
Su condición, su inmenso legado y su particular vida han hecho que, año tras año, se la siga recordando como lo que siempre fue: un verdadero icono imposible de sustituir. Nacida en Filadelfia el 12 de noviembre de 1929, en el seno de una familia de ascendencia alemana e irlandesa liderada por el empresario John Brendan Kelly y la educadora Margaret Katherine, Grace Patricia Kelly era la tercera de cuatro hermanos.
Supo, desde bien pequeña, que ella quería dedicarse al mundo de la interpretación, de ahí que, nada más terminar sus estudios de danza, se mudase a Nueva York para probar suerte en el séptimo arte pasando, además, por la Academia de Arte Dramático de la ciudad de los rascacielos. Antes de convertirse en una actriz de éxito, llegó a trabajar como modelo en anuncios de publicidad, pues su debut en la interpretación no se dio hasta 1949.
Tras participar en varios espectáculos teatrales y probar suerte en televisión, Grace decidió trasladarse a California con un objetivo muy claro: pasar a formar parte del elenco de una película de Hollywood. Y vaya si lo consiguió. Su primer papel importante lo interpretó en la película Catorce horas, el filme con el que empezó todo, mientras que su paso por Mogambo le valió el Globo de Oro a la mejor actriz secundaria y su primera nominación al Oscar.
La película con la que terminó consiguiendo la preciada estatuilla no fue otra que La angustia de vivir de 1955, el mismo año en el que conoció al Príncipe Raniero. Con él pasó por el altar el 18 de abril de 1956 en el Salón del Trono del Palacio de Mónaco y ese día, Grace dejó de ser actriz, profesión de la que se retiró en el mismo momento en el que anunció su compromiso con el soberano y en una dulce etapa a nivel profesional en la que ya había llegado a conseguir una estrella propia en el emblemático Paseo de la Fama de Hollywood, para pasar a ser Princesa. Fruto de su matrimonio con Raniero nacieron sus tres hijos, Carolina, su primogénita, Alberto, el heredero, y Estefanía, la pequeña.
El trágico desenlace tardó 26 años en llegar. Fue el 14 de septiembre de 1982 cuando la Princesa Mónaco sufrió un trágico accidente de tráfico con su hija, que terminó costándole la vida a los 52 años. Cuatro décadas después, el recuerdo de la considerada como uno de los mayores mitos cinematográficos y un referente de la moda femenina de su época sigue tan presente como siempre.