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El gesto entre Charlene de Mónaco y Carlota Casiraghi que zanja los rumores de una mala relación
La misa homenaje a Rainiero de Mónaco ha servido para que Charlène se reencuentre con los Grimaldi tras meses de especulaciones
Charlène de Mónaco ha sido la gran protagonista del último gran acto que han protagonizado los Grimaldi. Atrás queda el icónico Baile de la Rosa, ahora les ha tocado elevar la solemnidad y la nostalgia para recordar a una de las figuras claves de su dinastía: Rainiero III, fallecido en 2005 y cuyo centenario del nacimiento se cumple el próximo 31 de mayo. Por este motivo, sus hijos y nietos se han reunido en una misa celebrada en el Principado.
Hasta la Catedral de Mónaco, templo donde se llevado a cabo el réquiem, se ha desplazado el grueso de la Familia Real monegasca. Allí fueron recibidos por Dominique-Marie Jean Michel David, el arzobispo que ofició la misa. Los primeros en llegar fueron Alberto II y su esposa. Esta fue la primera gran novedad puesto que Charlène reaparecía tras su sonada ausencia en el Nuevo Museo Nacional de Mónaco para ver la exposición de George Condo Humanoids en Villa Paloma.
La sudafricana rompía la nota monocromática negra de la familia para lucir un outfit compuesto por falda larga semitransparente con un original estampado a cuadros y top a juego, que combinaba con salones negros y abrigo en color gris. La actitud con su marido fue cómplice, despejando cualquier tipo de rumor de distanciamiento entre ellos.
El servicio religioso en honor al fallecido Rainiero dejó una instantánea para el recuerdo: el sentido abrazo entre Charlène y Carlota Casiraghi. La exnadadora y la hija de Estefanía de Mónaco, vestida con un abrigo de tweed que parecía ser de Chanel, se fundieron la una con la otra con los ojos cerrados, en un claro gesto de cariño que deja muy claro que no existe problema alguno de la deportista con la familia de su marido.
Las voces críticas se habían acrecentado después de ver cómo Charlene se ausentaba del Baile de la Rosa, una de las citas marcadas en rojo en el calendario de la familia monegasca. Al hilo de esto, la revista Royauté llegó a publicar en portada: «Mónaco se pregunta. ¿La marcha de Charlene? Se dice que la pareja principesca está al borde de la separación».
Desde Palacio se apresuraron a desmentir esta información: «Es un artículo infundado, lleno de rumores maliciosos, muy lejos de lo que debe considerarse periodismo». Sea como fuere, lo que ha quedado de manifiesto es que Charlène parece no haber encontrado su sitio dentro del engranaje real, por lo que momentos como su abrazo con Carlota Casiraghi se interpretan como todo un acercamiento.
Por otro lado, en el funeral hubo un protagonismo repartido para otro miembro ilustre de los Grimaldi. La hermana de Alberto, Carolina de Mónaco, captó la atención de los allí presentes por las dos grandes novedades que hay en torno a su vida. Por un lado, recientemente se ha convertido en abuela tras el nacimiento de la primera hija de Louis y Marie Ducruet. Por el otro, hace semanas fue elegida como presidenta del comité de conmemoración del centenario de su padre.