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Así es Moulay Hassan, el 'Principito' marroquí heredero del trono de Mohamed VI
A pesar de su constante presencia pública, hasta su mayoría de edad su vida ha transcurrido en los muros de palacio
Fueron 101 salvas de cañón los que anunciaron el 8 de mayo de 2003 que Marruecos tenía un nuevo heredero. Veinte años después Moulay Hassan se ha convertido en una persona clave para el trono alauí tras las últimas revelaciones sobre la delicada salud de su padre, Mohamed VI. Arritmias cardiacas, un tumor en un ojo e infecciones en los pulmones y las piernas preocupan tanto como la sarcoidosis que padece, una enfermedad autoinmune que origina nódulos inflamatorios e impide el correcto funcionamiento de los órganos en los que aparece.
Su salud es un tema tabú en su tierra, pero su deterioro físico es evidente. Aunque en la línea sucesoria su hijo ocupa el primer puesto, la juventud de este puede correr en su contra y ser el principal argumento que utilice su tío –y hermano del actual Rey– para quedarse con el trono.
Comenzará, entonces, un auténtico Hamlet shakespeariano a la árabe que llevaría Moulay Rachid, de 52 años, a ser el sustituto definitivo de Su Majestad. Siempre y cuando este no abdique antes a favor de su hijo, convirtiéndose así en el Rey Hassan III.
Sea como fuere, de momento, tío y sobrino cumplen con sus compromisos institucionales, con la salvedad de que el más joven debe continuar a la vez con sus estudios universitarios. Después de haberse formado en el Colegio Real de Rabat, se incorporó al Colegio Preparatorio en Técnicas Aeronáuticas de Marrakech. Uno de sus objetivos era convertirse en piloto, algo que su padre apoya siempre y cuando no interrumpa su preparación como futuro Rey.
Mohamed VI siempre se ha preocupado porque adquiera las habilidades necesarias para asumir el trono y ejemplo de ello no son solo sus estudios de Gobernanza y Ciencias Económicas y Sociales, sino la actitud que adopta el heredero en cada acto al que ha asistido con su padre.
Su vida institucional comenzó cuando tenía solo 7 años. A los ocho ya se encontraba dando discursos, a los diez sustituyendo a su padre en el entierro del expresidente Georges Pompidou, conde de París, y a los 20 siendo fuente de la polémica por apartar con una sonrisa a uno de los ministros de su padre en un acto oficial porque iba por delante de él.
Consciente del error, el ministro se situó en tercer lugar, donde le correspondía, detrás del Rey y su heredero. Mientras, Hassan fue calificado de «prepotente» al mismo tiempo que se alababa su sobrada preparación y sus más que evidentes conocimientos en protocolo.
Al hacer un recorrido biográfico también hay que destacar que toca la bandurria, sabe hablar cuatro idiomas –árabe, inglés, francés y español– y destaca por su educación coránica y militar. Además, es un gran seguidor del Barça y de Leo Messi, datos, por otra parte, que se dieron a conocer con fin de humanizarle entre el pueblo alauí después de 18 años viviendo en una burbuja palaciega.
Y es que, a pesar de su constante presencia pública, hasta su mayoría de edad su vida ha transcurrido en los muros de palacio. El hermetismo llegó a tal punto que la escuela en la que estudió siendo pequeño se formó de forma exclusiva para él. Como compañeros de clase, tan solo tenía a 5 niños de su edad elegidos por la corte y que representaban a distintos extractos de la sociedad y regiones del país.
Ante todo ello, la pregunta que sigue siendo un misterio es: ¿dónde está Lalla Salma? En un vídeo emitido por la realeza marroquí con motivo del 20 cumpleaños de Hassan hace un mes nada se menciona sobre su madre.
Mientras unos apuntan que lleva en paradero desconocido desde su divorcio del Rey en 2018, otros aseguran que es con quien vive el Príncipe en las afueras de Rabat. Y van más allá al afirmar que la influencia sobre Hassan es tal que, para no alejarse de ella, renunció a estudiar, como inicialmente estaba previsto, en Ben Gherir, a 250 kilómetros al sur de su actual casa. Un arma de doble filo que podría afectar a su futuro Reinado después de que Salma fuese calificada por el entorno real como alguien «despótica».