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Los alimentos que el exquisito paladar de Carlos III prohíbe en el palacio de Buckingham
La lista de exigencias culinarias del monarca es larga y pasa por prohibir el ajo, el marisco o el chocolate
Con varios chefs en Palacio disponibles para cocinar comidas deliciosas y oportunidades al alcance de la mano para probar cualquier tipo de gastronomía en sus giras mundiales, cualquiera pensaría que no hay motivo alguno por parte de los Reyes de Inglaterra para vetar un alimento en concreto. Sin embargo, los miembros de la Familia Real inglesa, conocidos por sus excentricidades, evitan comer algunos alimentos de forma específica, ya sea para evitar el mal aliento, prevenir intoxicaciones alimentarias o simplemente para seguir las preferencias de su Majestad, Carlos III.
Ya lo vimos en la cena en el Palacio de Versalles, a la que acudieron autoridades y miembros destacados de la sociedad civil. Los galardonados con varias estrellas Michelin Yannick Alléno, Anne-Sophie Pic y el repostero Pierre Hermé tuvieron que obviar el foie gras en el menú servido en honor a Carlos y Camila.
La lista de exigencias culinarias del hijo de Isabel II no acaba ahí y rechaza consumir productos que no sean de cercanía o producidos de manera artificial. De esta forma, los espárragos, que eran el ingrediente principal de varios platos en el menú del pasado marzo, cuando se suspendió la visita por motivos de seguridad, fueron eliminados de la carta de hace dos semanas porque septiembre no es su época de cultivo.
En relación con el foie gras, la animadversión del monarca por él ha llegado a tal punto que lo ha eliminado del menú de todas las residencias reales. «No hay planes para que cambie esta política», señala un artículo publicado por el diario The Daily Telegraph. Lo cierto es que Carlos III se ha destacado a lo largo de su vida por el compromiso con el medioambiente y su oposición al consumo de foie gras debido al sufrimiento animal que implica su elaboración.
En la misma línea, los mariscos tampoco se consumen fuera de Palacio. El ex mayordomo Grant Harold explicó a la revista Woman & Home que «es una medida muy sensata abandonar el consumo de mariscos cuando se está fuera de casa en tareas públicas. No queremos que un miembro de la familia real tenga una reacción grave a una intoxicación alimentaria, especialmente si está en una gira por el extranjero».
La norma lleva instaurada desde que la Reina Isabel II llegase al trono, como muchas otras. Uno de los alimentos que ésta aborrecía y que le ha transmitido a su hijo es el ajo. De acuerdo con el exchef personal de la familia, era evitado a toda costa en la cocina, ya que odiaban el aroma y regusto que dejaba después de comerlo. Lo mismo sucede con la cebolla y el pimentón, que se sirve siempre en pequeñas proporciones para evitar una digestión intensa o pesada.
El propio chef también declaró que la Reina no aprobaba que hubiera patatas, pasta y arroz en Palacio, algo que mantiene su hijo a día de hoy. Su paladar exquisito tampoco soporta el chocolate ni el café. Como buen británico, siente predilección por el té. Su favorito es al estilo británico y le gusta especialmente beber té negro de la denominación de origen Darjeeling, procedente de una región cerca del Himalaya, mezclado con miel y leche.
Graham Tinsley, ex gerente del Equipo Culinario del antiguo Príncipe de Gales, daba a conocer recientemente, que si hay algo que no puede faltar en la dieta de Carlos III es un huevo duro, o mejor dicho pasado por agua, ya que tan solo suelen ser cocinados durante dos o tres minutos. Le encanta como acompañamiento para sus comidas, especialmente para las ensaladas, donde lo machaca como si fuera un aderezo, creando así una especie de mayonesa. El resto de sus comidas suelen ser muy saludables y bajas en calorías, con menús que incluyen a menudo pescado a la parrilla o pollo con verduras.