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Celda individual, ducha privada y 100 € a la semana: la vida de Dani Alves en la cárcel
El futbolista lleva un año y 15 días en prisión preventiva por riesgo de fuga a Brasil
Con una camisa blanca, pantalones vaqueros y el pelo un poco más largo de su rapado habitual. Así llegaba Dani Alves a la sala del Palacio de Justicia de Barcelona, donde hasta el miércoles se sentará en el banquillo de los acusados por su presunta violación sexual a una joven de 23 años en la discoteca Sutton el 30 de enero de 2022.
Los Mossos evitaron que el brasileño siguiese el recorrido habitual para los presos enjuiciados por este tribunal, esquivando la tradicional escalinata y puerta principal de la Audiencia de Barcelona para entrar por un acceso trasero blindado a la prensa.
Lo hacía, además, un año y 15 días después de haber ingresado de forma preventiva en la prisión de Brians y tras haber cambiado su versión hasta en cinco ocasiones. En este tiempo, el futbolista ha pasado de defender que no conocía de nada a la víctima a alegar que las relaciones fueron consentidas, que había bebido más de la cuenta y que no era consciente de sus actos, ya que estaba «gravemente perjudicado por el consumo de alcohol». A falta de que se conozca la sentencia definitiva, de momento, se enfrenta a 9 años de cárcel, una indemnización de 150.000 € y una década de libertad vigilada tras cumplir la condena.
Al centro penitenciario de Brians II en las inmediaciones de Martorell llegó a mediados de enero por riesgo de fuga, al no existir extradición en su país de origen, Brasil. Comenzó su estancia compartiendo celda con otro recluso, pero, poco después, la dirección le instaló en el módulo 13 del penal, destinado a los condenados por delitos sexuales a menores, para garantizar su seguridad y una reclusión más tranquila dado su fuerte impacto mediático.
Allí goza, desde entonces, de una celda individual con ducha propia, de la que sale, según fuentes allegadas, pocas horas al día, cuando la rutina carcelaria se lo permite. Tanto él como el resto de presos se adecúan a un horario muy estricto marcado por sus visitas al comedor –donde, de forma ocasional, ha recibido insultos de otros compañeros– o al gimnasio. El exfutbolista del Pumas mexicano mantiene su condición física de altura lo mejor que puede y suele ayudar a otros internos con consejos de entrenamiento.
De hecho, en un primer momento, se pensó que pudiera ejercer de monitor-entrenador de otros presos que juegan al fútbol en algunas competiciones con el objetivo de facilitar su inclusión en el centro. Sin embargo, la ola de agresiones que se llevaron a cabo en esta y otras prisiones hizo que se descartara en el acto que el futbolista pudiera tener un trabajo, algo habitual para otros. Tampoco tiene ningún interés, de momento, en estudiar o formarse.
En su módulo, también puede disfrutar de tiempo al aire libre, ya que cuenta con patio, pista polideportiva y zonas ajardinadas de paseo y ocio. Un antiguo interno que coincidió con él, reveló a Infobae que también suele hacer uso de la sala de día, donde está la televisión. «Está más delgado, más demacrado. Se le ve triste a ratos», explicó. Pero también afirmó que «a veces tiene privilegios».
Y es que, según ha revelado Miquel Valls en Espejo Público, Dani Alves conseguiría 100 euros semanales para poder hacer frente a sus gastos en la prisión. Su lista de la compra se basa en 6 yogures a la semana (0,50 € la unidad), 4 latas de atún (0,88 € cada una), 1 bote de desodorante (2,39 €), un bote de champú (2,42 €) y 4 latas de bebida energética (1,50 €). La suma de todo ello supone un total de 17,33 €, lo que le deja libre 82,67 € semanales. Un depósito que se conoce con el nombre de peculio y al que siempre tiene acceso el recluso.