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Carlos III y su hábil política de honores: premia a los fieles y rompe con marcas que siguen operando en Rusia
Reconoce el buen comportamiento de la Reina, los Príncipes de Gales y la Duquesa de Gloucester y margina al Príncipe Harry
«Con cascabeles se guía a los hombres», escribía Napoleón I, fundador, en Francia, de la Orden de la Legión de Honor. Una máxima que parece haber hecho suya, al igual que su madre cuando le tocó, Carlos III del Reino Unido, soberano de ocho órdenes. La prueba viene dada por su última distribución de honores, hecha pública hace unas semanas.
Quedaba pendiente, en primer lugar, designar a los grandes maestres de las órdenes del Baño y del Imperio Británico. Para la primera, equivalente de la Orden de Carlos III en España, el Rey se ha decantado por el Príncipe de Gales, al igual que su madre, Isabel II, hiciera con él en 1975, cuando se trató de sustituir al fallecido Duque de Gloucester, mariscal del Ejército y hermano de Jorge VI.
En cuanto a la Reina Camilla, toma el relevo de su suegro, el anterior Duque de Edimburgo, en la orden más conocida para el gran público, pero última en lo tocante a precedencias: la Orden del Imperio Británico, fundada en 1917 por Jorge V –cuya efigie figura en se sitúa por detrás de las órdenes de la Jarretera–, Cardo –equivalente de la anterior en Escocia–, San Miguel y San Jorge –reservada para diplomáticos y gente que dé prestigio al Reino Unido en el ámbito internacional–, y la Real Victoriana, que se suele atribuir a quienes prestan servicios a la Monarquía.
Los nombramientos de ambos en sus respectivas órdenes implican su acceso directo al grado de gran cruz, unas insignias que la Reina Camilla lució por primera vez el pasado 15 de mayo, con motivo del capítulo cuatrianual de la orden, celebrado en la Catedral de San Pablo de Londres.
Mas la Reina y el Príncipe de Gales no han sido los únicos royals agraciados por Carlos III: la Princesa de Gales pasa a formar parte de la Orden de los Compañeros de Honor, limitada a 65 miembros, y que acoge a personas con méritos acumulados en los ámbitos de la política, cultura, artes y ciencias, siempre que sean ciudadanos de algún país de la Commonwealth. Sir Winston Churchill fue uno de sus miembros, al igual que lo son hoy en día sir Paul McCartney o sir Elton John. La Princesa Catalina se convierte en el primer miembro de la Familia Real en pertenecer a esa orden.
Por su parte, la Duquesa de Gloucester, pronúnciese gloster, una danesa nacida como Birgitte Van Deurs, ha sido nombrada Dama de la Orden de la Jarretera. De esta forma, Carlos III pretende reconocer el discreto, pero incansable, trabajo de representación de la Corona que realizan los royals segundones. Y además, sin protagonizar escándalos. Unos requisitos que cumple con creces la esposa del Príncipe Ricardo, primo hermano de Isabel II, que renunció a una prometedora carrera de arquitecto para convertirse en working royal a tiempo completo.
Los Gloucester, ya casi octogenarios, siguen representando al Rey en alrededor de doscientos actos oficiales cada año. También se puede decir que Carlos III sanciona con este nombramiento el vínculo especial que mantiene con esta rama de la Familia Real: el hermano mayor de Ricardo, el Príncipe Guillermo de Gloucester, fallecido en una exhibición aérea a la edad de 31 años, fue como un mentor para el actual Rey, una especie de hermano mayor que nunca tuvo. Algún autor ha llegado incluso a escribir que puso el Rey puso el nombre de Guillermo a su primogénito en memoria de su tío.
Esta estrategia de premiar el buen comportamiento a base de condecoraciones y demás cargos honoríficos –como la jefatura, llamada colonel-in-chief, de determinados regimientos– tiene un corolario en el Príncipe Harry: el Duque de Sussex es, hoy en día, el único hijo de Soberano que no ostenta ninguna condecoración en grado de gran cruz: lo máximo que puede ostentar es la encomienda con placa de la Orden Real Victoriana, que le fue concedida por su abuela. Parece poco probable, teniendo en cuenta las tiranteces actuales, que su padre le ascienda dentro de esa orden, o le nombre en otra, en fechas próximas.
Fuera del ámbito de la Familia Real, Carlos III empieza a dejar su huella en la Orden de la Jarretera: tras los nombramientos, el pasado año, del último gobernador de Hong Kong y de la anterior secretaria general de la Commonwealth, en la promoción de 2024 ha mostrado su preferencia por las artes y las ciencias: el músico lord Lloyd Webber y el médico lord Kakkar serán los próximos cuyos estandartes colgarán del muro de la Capilla San Jorge del Castillo de Windsor.
Mucho más política, en cambio, ha sido su decisión de retirar la royal warrant, es decir, la categoría de proveedor de la Casa Real, a dos marcas que mantienen actividad comercial en Rusia desde el inicio de la invasión de Ucrania: una es la electrónica Samsung, la otra es la Kimberly Clark, dedicada a la fabricación de productos de higiene.
Sin embargo, según B4 Ukraine, que aglutina a varias organizaciones pro ucranianas, «el silencio de Palacio sobre los 14 titulares de royal warrants que siguen haciendo negocios en Rusia es una oportunidad perdida para salvar vidas humanas en Ucrania. Cada libra pagada en concepto de impuesto de sociedades contribuye a sostener la economía de guerra del Kremlin y los abusos de su ejército».