Lady Starmer, la nueva primera dama británica: de sus orígenes judíos a su profesión

En la página web del Partido Laborista, Keir Starmer se define a sí mismo como «marido, padre y exfiscal». A los tres calificativos elegidos para describirse ahora puede añadir uno más, el de primer ministro. El británico de 61 años se postulaba como la esperanza laborista para acabar con el último acto de Rishi Sunak en la escena política tras la caída en picado de su popularidad.

Tras la victoria histórica de Starmer, el que fuera el primer ministro más joven en llegar al número de 10 de Downing Street y de origen indio le cede el testigo del cargo para intentar sacar al país de la crisis económica, de mejorar sistemas públicos como el de salud o de recuperar la confianza en el Gobierno. Con una postura más centrista y europeísta, Starmer ha ido forjando una carrera como laborista con interés de gobernar tras 14 años de supremacía política tory.

Pero, ¿quién es realmente el nuevo gobernante de Reino Unido? Starmer creció en un pequeño pueblo llamado Oxted, en Surrey. Su padre trabajaba como fabricante de herramientas en una fábrica, mientras su madre era enfermera del Servicio Nacional de Salud. «Como muchas familias, tuvieron que hacer frente a desafíos», explican desde su partido.

A ciertos círculos políticos todavía les rechinan los dientes porque sus raíces no son tan reconocidas como las de su predecesor. En cambio, los informes realizados a grupos de la clase trabajadora cuyo apoyo necesitaba demuestran que lo ven como un «pijo», «un miembro de establishment» que ahora defiende su título de Sir –un reconocimiento que ganó tras convertirse en fiscal jefe de Inglaterra y Gales entre 2008 y 2013.

A caballo entre el niño de orígenes humildes y el hombre con tratamiento real, se encuentra el político hecho a sí mismo que defiende que sus facturas en casa no siempre estaba pagadas; su teléfono, siempre cortado, y su casa familiar, en mal estado. «No intento alegar más pobreza o dificultades que nadie», explica, pero conoce lo que supone tener dificultades económicas y personales.

Su madre luchó contra una enfermedad rara y grave durante toda su vida, por lo que pasó gran parte de su infancia viendo cómo vivía día tras día en un hospital con la única compañía de su padre. Su espíritu de lucha y superación fue determinante para obtener con buenas notas su título de abogado en 1987 y ayudar a los más necesitados. Durante gran parte de su juventud, se dedicó a ofrecer asesoramiento legal gratuito defendiendo a «la gente común frente a los intereses de los poderosos».

Poco después llegarían cargos como el de fiscal jefe de Inglaterra y Gales, pero nada tiene que ver su ascenso al poder con el de Sunak, un exbanquero de Goldman Sachs casado con la hija de un empresario multimillonario de la India. Starmer siempre ha querido llevar una vida «normal». Él y su mujer, Victoria, se conocieron en los años 90 después de que ella redactara documentos para un caso en el que Starmer estaba trabajando y terminaron teniendo una cita en el pub Lord Stanley de Camden Park Road.

De origen polaco, Victoria se casó con Starmer en una ceremonia tradicional en 2007. Es judía y trabaja en salud laboral para el NHS, un trabajo que no tiene pensado abandonar cuando le entreguen las llaves de Downing Street. De hecho, no piensa cambiar apenas su día a día una vez haga la mudanza. Algo que ya ha dejado palpable durante la breve campaña electoral, cuando apenas la hemos visto salvo en contadas ocasiones. «Es una mujer moderna, profesional y establecida donde está por derecho propio», comenta la exasesora laborista Ayesha Hazarika.

Con la llegada de su marido al poder, Victoria pretende seguir al margen de los focos. «Nunca ha concedido una entrevista y lo mantendremos así», declaró Starmer en una entrevista a The Times. Con un perfil público bajo, ni siquiera desea que se sepa el nombre de sus hijos. Tan solo se conocen sus edades, 16 y 13 años, y que viven –o, más bien, vivían– con sus padres en una propiedad de 1,75 millones de libras en Camden, al norte de Londres. Entre sus principales tradicionales, educar a sus hijos en la fe judía y cenar los viernes por la noche juntos: «Se trata de estar con la familia al completo y nuestros hijos, que crecen muy deprisa». A partir de ahora podrán hacerlo en la mítica calle londinense.