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Mimi Marchand

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Mimi Marchand, la turbia paparazza de los Macron, será juzgada por extorsión

Condenada por todo tipo de delitos e imputada en dos sumarios, ha gestionado durante años la imagen de la pareja presidencial

Un lío más para Michéle «Mimi» Marchand, la paparazza más temida de Francia: será juzgada el 7 de agosto ante el Tribunal de lo Criminal de París, sospechosa de haber intentado extorsionar a la presentadora de televisión Karine Le Marchand. Esta última afirma que pagó 1.600 euros a Marchand par para que no publicara fotos de su hija saliendo de una detención policial.

El caso colea desde hace más de cuatro años: a mediados de febrero de 2020, Karine Le Marchand presentó una denuncia ante la Inspección General de la Policía Nacional, afirmando que una «fuente» que conocía había evitado por los pelos la publicación de fotos de su hija saliendo de la custodia policial a cambio del pago de 3.000 euros. En aquel momento, la presentadora no mencionó el nombre de su fuente, que era Michèle Marchand. Días más tarde, Le Marchand y Marchand –cuyos apellidos se aproximan sin ser homónimos– quedaron a comer. Fue durante ese almuerzo cuando la primera entregó los 1.600 euros de marras.

Serán los jueces quienes determinen si «Mimi» es, o no, culpable. Sin embargo, el caso es un nuevo eslabón en la cadena de escándalos en los que se ha visto involucrada esta señora de 77 años. hija única de unos peluqueros de Vincennes –municipio colindante a París– que eran antiguos resistentes comunistas. A los 16 años se escapó de casa, se casó, se quedó embarazada antes de cumplir la mayoría de edad y tuvo dos hijos. Dejó a su pareja, volvió a la escuela para estudiar matemáticas y empezó a trabajar para un fabricante de piezas de automóvil. Posteriormente, fue empleada en talleres de París abiertos día y noche, donde trabajó en la caja y descubrió el mundo de la noche con su estrellas, policías y matones. En los 70 compró dos talleres de coches.

En los años 80, «Mimí» se fue a vivir a Estados Unidos, donde se dedicó a la renovación de casas y, más tarde, a la venta de automóviles. Recupera coches franceses de la chatarra y los traslada al otro lado del Atlántico, donde los arregla antes de revenderlos, lo que le reporta cierto éxito. En el plano familiar, dos de sus exmaridos estuvieron presos.

Una condición que ella experimentó en 1981, mientras prestaba sus servicios en una revista dedicada a las armas: un reportaje sobre falsificación de cheques y cheques sin fondos desembocó en una estancia entre barrotes. Ese mismo delito en otro caso la hizo volver a la cárcel.

En semejante currículum no podía faltar un episodio de estupefacientes: Mimi también fue condenada fue condenada a tres años de cárcel con suspensión de pena por transportar 500 kg de cannabis con uno de sus maridos, el atracador de bancos Maurice Demagny. La fase delictiva de su ajetreada vida pareció haber llegado a su fin en los noventa, cuando, en un primer momento, se recicló en la gestión de discotecas parisinas, alguna de ellas de ambiente lésbico. La segunda fase de su «normalización» llegó con la de «Bestimages», una agencia fotográfica a la que convirtió en imprescindible en el universo galo del corazón.

Un universo que traspasó logrando trasladarse al político: durante años fue la «paparazza» de confianza del matrimonio conformado por Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, a los que ha compaginado -hasta romper con ellos- con Emmanuel y Brigitte Macron desde 2016. A principios de ese año, corrían -con carácter insistente- rumores acerca de una supuesta homosexualidad de Macron, por entonces un ministro de Economía que ya ambicionaba la presidencia de la República. En concreto, circulaban unas fotos en las que se veía a Macron abrazando efusivamente a su colaborador Julien Denormandie, padre, por cierto,de cuatro hijos

Pero Macron no podía dejar pasar eso. A través del magnate de las nuevas tecnologías Xavier Niel, Brigitte Macron entró en contacto con Mimi. La paparazza, tras consultar con sus fuentes, tranquilizó a la futura primera dama: no había fotos trucadas de su marido. Así empezó la relación entre la futura pareja presidencial y quien, según los periodistas Gérard Davet y Fabrice Lhomme -lo cuentan en su libro «El traidor y la nada», un ensayo muy severo con Macron- es una «amenaza viva». Desde ese momento, Mimi se integró en el equipo de comunicación del candidato.

Su primer acierto se produjo en el verano de 2016, con motivo de una portada de Paris Match: «joder», dijo, según relatan Davet y Lhomme, Mimi a Macron -al que tutea-, «el traje de baño, esta tía [Brigitte Macron, que entonces tenía 63 años] está genialmente moldeada, no hay ni un solo retoque que hacer. Hay un montón de mujeres cuarentonas a las que le gustaría estar tan buenorras como ellas». Brigitte se oponía. Al final Mimi convenció a su marido e impuso su voluntad: la portada de los Macron paseando por la playa de Biarritz disparó su popularidad. Mimi terminó consiguiendo 17 portadas para la pareja en el semanario más vendido de Francia.

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