Don Mariano Nacenta, uno de los párrocos víctima de la persecución religiosa en la Segunda República
El párroco de Artasona fue detenido y entre las burlas y palos de los «forajidos» fue llevado hasta el puente de El Grado donde fue arrojado al río
Don Mariano Nacenta Muzás había nacido en Hoz de Barbastro (Huesca) en 1866. Se ordenó como sacerdote en 1889 y llegó a Artasona (Huesca, diócesis de Barbastro) como párroco en 1897. Artasona tenía en 1930 unos 208 habitantes, se encontraba separado de El Grado por el río Cinca, pero contaba con un magnífico puente metálico de hierro forjado, construido en 1867 por el ingeniero José de Echevarría. El río Cinca era antes mucho más caudaloso, pues todavía no se había construido el embalse actual (1967) y tampoco el nuevo santuario de Torreciudad (1975). Pero sí que existía mucha devoción a Nuestra Señora de Torreciudad en su ermita y mosén Nacenta fue uno de los párrocos que más contribuyó a ella, con sus frecuentes visitas y romerías de toda la parroquia.
Los años de la Segunda República no fueron buenos para don Mariano, debido a su edad y a sus achaques, que le fueron restando movilidad. Además, la penuria económica en la que vivían los sacerdotes del medio rural era dramática. En 1932, sus feligreses acordaron contribuir con 30 pesetas mensuales a su mantenimiento. En alguna ocasión don Mariano escribió al obispado de Barbastro: «¡Pobres sacerdotes que llevan a régimen de seis meses! Suerte del Banco de la Providencia en donde tenemos cuenta corriente».
El domingo 19 de julio de 1936 se constituyó el Comité revolucionario en El Grado, que desarmó a todos los elementos de derecha. El miércoles 22 se produce el saqueo sistemático de la iglesia de El Grado y la quema de imágenes. El jueves 23 detuvieron a los sacerdotes Antonio Pardina y Germán Tornil, a quienes asesinaron, quemaron y precipitaron a la altura de Peña Lacambra, a la vera del río Cinca. El viernes 24, Hilario Salanova Carrera (a) «El Negus» llegó con un camión a Artasona y un grupo de unos cuarenta milicianos para detener al párroco. Muchos de estos milicianos eran del vecino pueblo de El Grado.
Tres vecinos de Artasona escribieron en 1953 un relato de lo sucedido ese viernes. He aquí lo principal:
«El día 24 de Julio de 1936 llegó al pueblo de Artasona con un camión cuarenta o más forajidos marxistas al mando del célebre cabecilla «El Negus» de El Grado también conocido por el «Palomé», presentándose todos en el domicilio de Mosén Mariano Nacenta, a quien detuvieron haciéndole víctima de toda clase de vejaciones. A continuación, fue sacado violentamente de su domicilio y entre las burlas y palos de los forajidos fue llevado hasta la fuente, donde le despojaron de la pitillera y del reloj, una y otro arrojados al suelo y montándole en el camión fue llevado al puente de El Grado, de donde después de mil sangrientas burlas fue arrojado al Cinca. A poco fue recogido su cadáver por unos vecinos de El Grado, pero al liberarse estas localidades, sus restos no pudieron ser hallados, sin duda por haber sido arrastrados por alguna riada, quizá la de 1937 que fue famosa por las proporciones alcanzadas».
En la Encuesta que se hizo para el libro que escribió posteriormente don Antonio Montero sobre la persecución religiosa en España, se dice que le detuvo Hilario Salanova. Además de insistir en lo mal que se portaron con él y de precipitarlo por el puente, desplomándose sobre las aguas a una altura de 35 metros, señala otro detalle. «En el momento que cayó el sacerdote sobre las aguas, esta lo arrastró como unos doscientos metros, lugar donde hace «rasa» el río y allí había ya preparados unos hombres de la «brigadilla del Negus» (el plan era premeditado) que recogieron el cuerpo ya difunto y lo enterraron en un hoyo fuera de las aguas pero en el mismo río». Don Santos Lalueza, sacerdote de Barbastro que fue vicario general de la diócesis, recoge y acepta esta información en su libro de 1989. El concejal y alcalde pedáneo de Artasona, Mateo Espuña Bafaluy participó en su detención, lo mismo que en otras actividades delictivas en El Grado.
Don Mariano Nacenta, que «era un sacerdote ejemplarísimo, de carácter bondadoso, fiel cumplidor de su ministerio, de vida interior, caritativo con sus feligreses, estos le tenían profundo respeto y le apreciaban sobremanera» –según don Santos Lalueza–, midió la altura del puente de El Grado. Su martirio, humanamente hablando, fue algo terrible y el primero de muchos que murieron allí precipitados. Pero él goza desde entonces de la dicha de los bienaventurados e intercede por todos aquellos que pasan por el nuevo puente de El Grado, camino de Artasona o del santuario de Torreciudad.