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Niceto Alcalá-Zamora en 1931

Niceto Alcalá-Zamora en 1931

¿Invitaba la Constitución de la Segunda República a la Guerra Civil?

Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la Segunda República, escribió un libro titulado Los defectos de la Constitución de 1931 que se publicó en 1934 y en el que anticipó la Guerra Civil dos años  antes de que ocurriese

Existe un libro escrito por Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la Segunda República durante cinco años (1931-1936), sobre la Constitución republicana de 1931. Las conclusiones del libro resultan sorprendentes, no solo por su contenido, sino también porque este se publicase en 1936, antes de la Guerra Civil, habiendo sido escrito antes de 1934, a más de dos años del inicio de la contienda.

Dicho libro, poco conocido, se titula Los defectos de la Constitución de 1931. En él, el que fuera presidente de la República no tuvo reparos en hacer referencia, varias veces, a una posible guerra civil. Alcalá-Zamora consideraba que las Cortes Constituyentes forzaron la inclusión de varios aspectos conflictivos y que alejaban a la Constitución del sentir nacional, sin consensuarlos con las derechas. Adicionalmente, también consideraba que se definieron unos mecanismos de reforma del texto constitucional que alejaba a las derechas en el futuro de cualquier reforma. En este contexto, el que fuera presidente escribió: «Combinados los defectos del trágala, de la inclusión no justificada de problemas y de la minucia, con la dificultad, prácticamente casi invencible, para reformar la Constitución, la suma de los dos defectos o inconvenientes parece gravísima, porque uno empuja constantemente a la mudanza y el otro normalmente lo impide».

Los temas a los que hacía referencia incluían, entre muchos otros, los conflictivos artículos 26 y 27, de los que se deducían la supresión de la libertad de educación, el ahogo económico a las organizaciones religiosas, la expulsión de los jesuitas y la limitación de varios aspectos del libre ejercicio de la actividad religiosa.

Concluía Niceto Alcalá-Zamora con el siguiente texto: «Se hizo una Constitución que invita a la guerra civil desde lo dogmático, en que impera la pasión sobre la serenidad justiciera, a lo orgánico, en que la improvisación, el equilibrio inestable, sustituyen a la experiencia y a la construcción sólida de los Poderes».

Las Cortes de 1931, en vez de buscar un marco común de convivencia, se dejó llevar por los más extremistas

Es importante recordar que el modelo electoral con que se convocaron las elecciones constituyentes de 1931 facilitaba muy desproporcionadamente mayorías parlamentarias. A este factor se le unía la descomposición de los partidos dinásticos (Conservador y Liberal) tras la llegada de la República, así como la desmovilización de las derechas, parte de las cuales se sentían ajenas al proceso constituyente de una República. Este conjunto de factores llevó a que en el Parlamento, obtenido del proceso electoral, hubiera solo unos 70 diputados de derechas y otro centenar de centro republicano, en un parlamento de 470 parlamentarios. El propio Alcalá-Zamora afirma la falta de representatividad de las Cortes: «Las Cortes Constituyentes adolecían de un grave defecto, el mayor sin duda para una Asamblea representativa: que no lo eran, como cabal ni aproximada coincidencia de la estable, verdadera y permanente opinión española». 

Los defectos de la Constitución de 1931

Los defectos de la Constitución de 1931

Si a la débil representatividad del Parlamento se unía la ausencia de búsqueda del consenso entre los constituyentes, tal y como sí se hizo en el caso de la Constitución de 1978, el texto se alejaba aún más de la previsible voluntad nacional. Las Cortes de 1931, en vez de buscar un marco común de convivencia, se dejó llevar por los más extremistas, lo que de nuevo refleja Alcalá-Zamora en el libro citado: «Dentro de aquella mayoría, la dirección, no en el sentido de mando que guía, sino de impulso que arrastra, la tuvo siempre el partido radicalsocialista. Organizador de un doble campeonato hacia el extremismo (…). Pero a su vez, dentro de cada partido, los más exaltados en uno y en otro caso impusieron su criterio». Esto provocó un texto sectario que se alejaba del sentir de gran parte de los españoles, tal y como de nuevo indicaba Don Niceto: «El espíritu sectario, que quiso lograr y consolidar soluciones tendenciosas imponiendo una fuerza parlamentaria pasajera y no representativa de la verdadera y total voluntad española».

La Constitución de 1931 se redactó por unas Cortes dudosamente representativas del sentir de los españoles

Los mecanismos de reforma de la Constitución establecidos en su artículo 125 (aceptación del proceso de reforma por dos tercios de los diputados y disolución de las Cortes para elegir unas nuevas que realizara las citadas reformas) los considera Alcalá-Zamora excesivos. Si bien, en un texto redactado por consenso y en unas Cortes con cierta representatividad, hubieran podido ser razonables para darle cierta estabilidad al texto, el problema era el sectarismo original del articulado.

De alguna manera, la Constitución de 1931 se redactó por unas Cortes dudosamente representativas del sentir de los españoles, donde no se buscó el consenso y la moderación, sino donde se impusieron el sectarismo y los más extremistas de los partidos de izquierda. Posteriormente, el texto constitucional no se sometió a referéndum, seguramente por evitar el riesgo de una derrota o de una escasa victoria.

No se buscó el consenso y la moderación, sino donde se impusieron el sectarismo

Lo cierto es que, el presidente de la República desde sus inicios, Niceto Alcalá-Zamora, fue depuesto por el Parlamento, en abril de 1936, en una votación que posiblemente constituyó un golpe de Estado parlamentario. Publicando al poco tiempo el libro que hemos citado, ya escrito de antemano. Apenas tres meses después de su destitución se produjo el fracasado intento de golpe de Estado del general Mola que condujo a la desdichada Guerra Civil, tal y como anticipó Niceto Alcalá-Zamora.

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