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Salida del maratón de 1904Comité Olímpico Internacional (COI)

Picotazos de historia

El delirante maratón de los JJOO de 1904

El comité científico de la carrera había decidido que no se suministrara agua a los corredores. A la hora de la salida la temperatura rondaba los 33 grados: llegaron a la meta 14 participantes de los 32 que tomaron la salida

El 30 de agosto de 1904, exactamente a las 3:03 p. m. David R. Francis, presidente de la Louisiana Purchase Exposition Company, disparaba la pistola que iniciaba la prueba de Maratón que estuvo a punto de terminar para siempre con esta competición olímpica. Treinta y dos participantes, entre ellos diez griegos que jamás habían practicado esa disciplina, dos aborígenes sudafricanos de la tribu Tsuana que corrían descalzos y el cubano Felix Carvajal con ropa normal y botas, bajó una temperatura de 34 grados con una humedad cercana al noventa por ciento, empezaron la carrera.

El comité científico de la carrera –que debía estar formado por los doctores Mengele, Frankenstein, Mabuse y Fu Manchú– había decidido que no se suministrara agua a los corredores, para así poder evaluar las consecuencias de la deshidratación en los seres humanos. También se dio la circunstancia que se corrió en exteriores, en carreteras de tierra donde los coches de los miembros de los equipos y personal de control levantó tal cantidad de polvo que el corredor californiano William García tuvo que ser hospitalizado, y casi se muere, debido a que el esófago quedó completamente recubierto de polvo y tuvo una ruptura de la membrana que recubre el estómago provocando una hemorragia interna. Uno de los aborígenes sudafricanos fue descalificado al abandonar el trayecto marcado, al pobre lo persiguieron varios perros asilvestrados durante casi dos kilómetros por lo que corrió por su vida. Fred Lordz, norteamericano y uno de los favoritos, se cansó en seguida, así que se subió a un coche que le llevó hasta siete kilómetros de la meta, que atravesó como gran triunfador. La hija del presidente Roosevelt le coronó con laureles e iba a ponerle la medalla cuando se descubrió el pastel. Lordz alegó que «todo había sido una broma». Le sacaron a patadas del recinto. De las desventuras del corredor cubano Felix Carvajal ya les hablé en otro artículo.

Thomas Hicks, otro de los favoritos norteamericanos, sufrió una agonía indescriptible. Se le negó agua en todo momento, lo mismo que a los demás, a pesar de sus súplicas. Los asistentes del equipo norteamericano solo le daban clara de huevo con estricnina, utilizado entonces como estimulante y claro ejemplo de dopaje durante unas competiciones. Las continuas ingestas de estricnina junto con la deshidratación le pusieron en situación de delirio, corría de forma mecánica, pero deslavazada y tuvo que cruzar la línea de meta sujetado por dos asistentes de su equipo, en clara violación de las normas de competición. De los 32 participantes que tomaron la salida solo 14 llegaron a la meta, todos con grados de deshidratación que iban de severa a grave, amén de otros problemas de diversa índole. Hicks necesitó cuatro médicos y una hora para dejarle mínimamente presentable y poder subir al podio para recibir la medalla, una sola dosis más de estricnina hubieran sido fatales para su congestionado organismo.

Hicks ayudado por sus compañeros en el maratón de San Luis 1904

Después de semejante desastre se puso en entredicho la conveniencia de seguir manteniendo la prueba en los Juegos. Afortunadamente el sentido común triunfó y la prueba de el maratón se siguió practicando, a quienes echaron fue a los miembros de comité científico.