Fundado en 1910

Multitudes con carteles de Mao Zedong llenan las calles de una ciudad de China, celebrando el triunfo de la revolución comunista©GTRESONLINE

La República Popular China, la verdadera gran amenaza de la era Brézhnev

El comunismo de Mao era un modelo cultural con bastante respaldo internacional y amenazaba con deponer la hegemonía internacional del comunismo soviético en los países emergentes tras el colonialismo

La República Popular de China nació en 1949 bajo el mandato de Mao, desde entonces el principal objetivo de la nación fue aumentar la producción agrícola e industrial mediante un sector público y privado competitivos entre sí y guiados por el Estado.

Las cifras fueron positivas –con excepción del Gran Salto Adelante de 1958– superaban a las de la economía planificada y al socialismo de mercado de Jrushchov. La modernización vivida por Liu Shaoqi, sucesor de Mao en la presidencia en 1959, fue impactante en todo el mundo. Un país del tercer mundo había conseguido «sin ayuda de otras naciones» desarrollar su propio proyecto tecnológico y culminarlo con la detonación de la primera bomba nuclear china en 1964, sumándose al elitista grupo de las potencias nucleares. Por otro lado, el comunismo de Mao era un modelo cultural con bastante respaldo internacional y amenazaba con deponer la hegemonía internacional del comunismo soviético en los países emergentes tras el colonialismo.

Mao Zedong y Nikita Jruschov en 1958, durante una visita del líder soviético a China

El socialismo internacionalista de la URSS había tenido dos buenos momentos puntuales en el siglo XX: la intervención en Alemania en la década de 1920, que acabó con la detención de Alexis Skoblevsky en 1923 por su participación en el golpe de Leipzig, y el apoyo a España durante la Guerra Civil (1936-1939).

El maoísmo seguía propugnando esa idea de ayudar a los revolucionarios a través de una nación fuerte

El fracaso de esta política internacionalista revolucionaria llevó a Stalin a limitar su apoyo a la venta de material y propaganda. El soporte de grupos comunistas solo se llevó a término allí donde el Ejército Rojo estaba, o podía estar, desplegado, como fue el caso de las Democracias Populares en el Este. El maoísmo en cambio seguía propugnando esa idea de ayudar a los revolucionarios a través de una nación fuerte. En la guerra de Corea (1950-1953) el apoyo chino fue definitivo para la supervivencia y casi triunfo de los comunistas coreanos.

El maoísmo impregna el mundo

El mundo se llenó de partidos de tendencia maoísta que abandonaron las ideas «frentepopulistas» y optaron por la revolución liderada por el Partido. Por otro lado, en el XX Congreso del PCUS se abogó por la convivencia pacífica con Estados Unidos, un duro golpe para los movimientos antiimperialistas marxistas, que se sintieron abandonados.

Los grupos maoístas se hicieron con el control del movimiento revolucionario en Asia y América. Los mejores ejemplos de este viraje internacional se puede constatar a través de los movimientos comunistas de Hispanoamérica, en especial en el Cono Sur. Alrededor de 1965-1970 aparecieron grupos como Sendero Luminoso y Patria Roja en Perú, el Partido Comunista Revolucionario en Chile o Vanguardia Comunista en Argentina, considerados en su mayoría movimientos terroristas por sus acciones revolucionarias.

Cartel de Sendero Luminoso llamando al boicot electoral

Los movimientos maoístas asiáticos, por su parte, tenían más fuerza que los americanos y se encaminaron hacia sangrientas guerras civiles que continuarían hasta la actualidad. El ejemplo más notable de aquel período de 1960 son los naxalitas de la India, liderados por el Partido Comunista de la India de tendencia maoísta y que continúan con la guerra actualmente desde que la iniciaron en 1967.

Cuando China era un país en vías de desarrollo y de economía planificada la URSS no sentía ningún miedo hacia este gigante dormido

Por último, tras la muerte del Zar Rojo Jrushchov había empezado el viraje económico hacia el socialismo de mercado en sustitución de la economía planificada. Este sistema abogaba por que los países satélites de la URSS abandonaran los proyectos de industrias pesadas nacionales y recorriesen la senda de la especialización en determinados bienes o servicios, por ejemplo, Cuba con el azúcar. Por su parte, la URSS monopolizaría la producción de algunas materias primas, tecnología y armamento. Podría entenderse como una adaptación socialista al modelo ricardiano propio del capitalismo heterodoxo.

Brézhnev intentó aislar China

Cuando China era un país en vías de desarrollo y de economía planificada la URSS no sentía ningún miedo hacia este gigante dormido. En la década de 1960 el gigante estaba despertando y su producción de materias primas, excedente agrario e industria armamentística amenazaba la supremacía soviética en los proyectos de la Cominform y el mercado soviético.

Brézhnev lo tuvo claro, la única manera de salvar el éxito del nuevo modelo soviético era aislar a China del movimiento internacional comunista. Las campañas de propaganda y desinformación sobre la República Popular de China sufrieron un notable repunte. En ellas especialmente se mencionaba el carácter imperialista chino, la falta escrúpulos al pretender provocar una guerra nuclear con sus continuas amenazas sobre Taiwán (defendido por Estados Unidos) y la pobreza del modelo chino. A la par, se continuó con la línea de Jrushchov de no enviar técnicos a China.

La República Popular de China debió parecer débil a ojos de la URSS debido a la Revolución Cultural iniciada en 1966, que enfrentaba la dirección del poder con el movimiento político de Mao. Lo que no se esperaban es que ambos grupos canalizaran su carácter nacionalista (traumatizado por la experiencia colonial) para plantar cara a la Unión Soviética.

Para contrarrestar a la URSS, el presidente Mao se reunió con el presidente estadounidense Nixon y estableció un acercamiento sino-estadounidense en 1972

El movimiento popular chino compuesto por la Guardia Roja, los grupos de adolescentes maoístas y gran parte del Ejército Popular iniciaron una dura campaña propagandística y de guerra psicológica en los márgenes del río Ussuri, a la que la URSS respondió militarizando la frontera, en especial la isla de Zhenbao. Esta diminuta isla desde marzo de 1969 se convirtió en un reducido escenario bélico, que recordaba a las guerras fronterizas vividas con Japón en la década de 1930, y que al igual que en estas, la URSS salió reforzada tras imponerse militarmente. Las cifras del conflicto aún son difíciles de determinar, pero se estima que entre 300 y 800 chinos murieron en las ofensivas, mientras que por la parte soviética no se llega al centenar de muertos.

La técnica del gabinete presidencial, dividido tras la destitución de Liu Shaoqi, jugó la última baza determinante en el conflicto al invitar a Nixon en 1972 a visitar el país. China con esa jugada diplomática había vencido el aislacionismo de Brézhnev, que ahora debía temer una nueva posición de Estados Unidos en el marco internacional que rompiese el status quo. China había ganado su enfrentamiento diplomático a la URSS e iba camino de superarlo en el terreno económico.