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Ametralladora francesa servida por un fusilero senegalés en Ain Aicha (provincia de Taunat), en junio de 1925

El 'desastre de Annual' francés: Abd el-Krim contra Francia

Francia era el temor constante del caudillo rifeño. Abd el-Krim consideraba que la potencia gala era la que podía determinar el destino de Marruecos

Posiblemente Abd el-Krim el Jatabi fue un líder al que la dinámica de los acontecimientos arrastró más que la planificación. Un éxito inicial muy superior a lo previsible, con la desbandada española y la tardanza en reaccionar, hizo que las cabilas se sintieran fuertes y se unieran circunstancialmente en torno a un líder que tuvo que seguir con una política de agresión constante. En su expansión estaba la semilla de su derrota, aunque siguió sin prudencia. Tal vez porque no podía hacer otra cosa si quería seguir mandando sobre cabilas distintas y, en muchas ocasiones, enemigas.

Como bien señala María Rosa de Madariaga en su libro Abd el-Krim el Jatabi la lucha por la independencia (Madrid 2009), Francia era el temor constante del caudillo rifeño. Consideraba que la potencia gala era la que podía determinar el destino de Marruecos. La atacó desde las páginas de El Telegrama del Rif, lo que le valió el encarcelamiento en Melilla ya que los franceses temían que su postura pro alemana llevara a un conflicto en el Rif. Después de la debacle de Annual en 1921, Abd el-Krim emprendió un ataque suicida contra las posiciones francesas, aprovechando también la debilidad española en la reacción. Fue un gran error que, a la postre, significó la entrada de Francia en la guerra, su alianza con España y el fin de la rebelión.

Abd el-Krim emprendió un ataque suicida contra las posiciones francesas, aprovechando también la debilidad española en la reacción

El río Uerga estaba al sur de la zona española en Marruecos y seguía por la francesa, aunque no era la frontera. Era una frontera que no coincidía con la división tradicional de las cabilas. Los franceses tenían fortificada con puestos militares la orilla sur, pero habían llevado algunas tropas a la orilla norte. Abd el-Krim quería dominar esa región porque así unificaba bajo su mando algunas cabilas divididas por las potencias españolas, pudiendo obtener hombres y dinero e imponer derechos de aduanas a las caravanas que desde la zona francesa pasaban a la española. Además, en la zona se refugiaba un líder que estuvo siempre contra los franceses, Abd el-Malek, y que ahora trataba de poner a las cabilas contra Abd el-Krim.

Combatientes rifeños, en 1922

Abd el-Krim trató, en los primeros años de su lucha, de llevarse bien con Francia. Pero su influencia creciente en el Uerga hacía recelar de sus verdaderas intenciones ya que este río estaba muy próximo a Fez, ciudad que representaba la posibilidad de un gran botín y una gran arma propagandística. A finales de mayo de 1924 los franceses, reforzaron las posiciones en la orilla norte del río en las cabilas de Senhaya y Beni Zerual. El general Lyautey, residente francés, mandó a la zona once batallones para protegerla de una posible extensión del conflicto. Había un clima de desconfianza mutua que acabó estallando. Los jefes de las cabilas se alzaron contra los franceses y Abd el-Krim se vio obligado a ponerse al frente de esta nueva rebelión. Rafael López Rienda, en su libro Del Uarga a Alhucemas. Abd el-Krim contra Francia (1925), señalaba también como causa el descontento de los marroquíes por los métodos franceses de dominación.

En contra de los métodos de dominación francesa

A principios de mayo de 1924, los rifeños rompen la tensa paz y atacan los primeros blocaos franceses. Lyautey se intranquiliza, teme algo parecido a lo que pasó en Annual. A pesar de sus críticas a los españoles por el uso del gas, solicita que le envíen iperita y pone en alarma a su aviación. Tuvo noticias de que el plan de Abd el-Krim era entrar en Fez con veinte mil guerreros y reforzar las baterías de la zona con cañones más potentes. Los rifeños atacaron los puestos franceses que cayeron uno a uno y las dos columnas enviadas desde Fez al mando del general Colombat trataron de contener a los rifeños que les habían obligado a abandonar algunos puestos. Las bajas francesas fueron grandes, varios miles; pero, a diferencia de los españoles, los fusileros son senegaleses y no europeos y el impacto en la opinión pública es menor. La situación era muy preocupante y las ciudades de Fez y Taza estaban amenazadas.

A mediados de mayo, Colombat recibió refuerzos y apoyo de la aviación, mientras que los generales Callais y Noguès iniciaron ataques por otros frentes. Los franceses se retiraron de la zona montañosa de Bibane, en la orilla del Uerga, para combatir en el llano. La estrategia francesa no difirió mucho de la española: evacuar los puestos de vanguardia para luego iniciar una reconquista con mayores medios. Solo iban a conservar los puestos de Bibane, Tafrant y Taounat en la orilla derecha. Los demás cayeron en poder rifeño. Se organizó una nueva columna al mando de Freydenberg, con legionarios llegados de Argelia que sostuviera el avance cabileño. Las bajas fueron muy numerosas en ambos bandos. Los franceses resistían heroicamente en el puesto de Bab Ouender, su caída supondría la caída de una red de puestos y blocaos. Abd el-Krim se encontraba a unos pocos kilómetros de Taza. El general Chanbrun ordenó la evacuación de los puestos montañosos y el reagrupamiento en el llano. Parecido a lo intentado por Silvestre, pero a Francia le salió bien. Abd el-Krim contaba con unos veinte mil fusiles, pero su liderazgo se basaba en la lucha permanente contra el extranjero.

La ambición territorial de Abd el-Krim había marcado el principio de su fin

Los franceses contuvieron la insumisión, pero temían que volviera estallar la guerra, que las tribus sumisas se sumaran a Abd el-Krim y que Alemania los apoyara. En 1925, el Consejo Superior de Guerra de Francia envió a Marruecos al general Paul Painlevé, que enseguida pasó a ser ministro de la Guerra. Su informe aconsejaba el acuerdo con España para apoyar el plan de desembarco en Alhucemas. En julio de ese año, con la situación enquistada, Pétain llegó a Marruecos con nuevos planes: más artillería, más aviación y refuerzos. Naulin sustituyó a Lyautey, al que le faltaba decisión. Llegaron 32.000 hombres. Fez y Taza seguían amenazadas por Abd el Krim. Supondría la mayor derrota colonial francesa. Pétain se da cuenta de que la guerra había que llevarla al norte, al centro mismo de la rebelión, la cabila de Beni Urriaguel que era la de Abd el-Krim y, de acuerdo con Painlevé, levantaron los viejos recelos contra España y se acordó la colaboración para el desembarco en Alhucemas, concretado en las entrevistas de julio de ese año entre Primo de Rivera y Pétain. La ambición territorial de Abd el-Krim había marcado el principio de su fin.