Fundado en 1910
Antonio Víctor López López de Lamadrid, marqués de Comillas

Antonio Víctor López López de Lamadrid, marqués de Comillas

Dinastías y poder

El marqués de Comillas: el polémico mecenas emparentado con los Güell

Amasó una de las fortunas más importantes del periodo de la Restauración y, aunque se ha discutido el origen innoble de sus riquezas, no dejó de impulsar actividades artísticas y culturales

Aunque de origen cántabro, fue en Cuba donde hizo fortuna y Barcelona la ciudad elegida pasa asentar su imperio. Ennoblecido por Alfonso XII, mantuvo una estrecha amistad con la Familia Real. Amasó una de las fortunas más importantes del periodo de la Restauración y, aunque se ha discutido el origen innoble de sus riquezas, no dejó de impulsar actividades artísticas y culturales. Suya fue la naviera más importante de la época, propietaria de los fabulosos barcos con los que las infantas cruzaron por primera vez el Atlántico. Dio nombre a una saga cuya dinastía se mantuvo firme en la defensa de la Monarquía y sus herederos, que unieron su linaje a los del primer conde Güell, representaron durante décadas el orgullo una la burguesía catalana capaz de impulsar exitosas empresas nacionales. Su estatua de Vía Layetana ha sido retirada de Barcelona, no exenta de polémica.

Retirada de la imagen de Antonio López en 2018

Retirada de la imagen de Antonio López en 2018Ayuntamiento de Barcelona

Antonio López y López de Lamadrid nació en Comillas en 1817. De familia de cierta hidalguía, aunque con limitados recursos, la muerte del cabeza de familia –según se dijo «estrangulado» cuando Antonio era apenas era un niño– forzó a su madre a trabajar en casa de la rica familia de los Fernández de Castro. Parece que, en esos años de juventud, Antonio participó en una reyerta que le llevó a pedir ayuda al «señor» quien, rápidamente, lo embarcó en uno de los navíos de su compañía rumbo a Cuba para burlar a las autoridades. Era el año 1831 y aunque el episodio no está del todo claro, lo cierto es que en Santiago, Antonio abrió una tienda de baratillo en el bajo de un comerciante catalán enriquecido, Andrés Bru, de cuya hija, Luisa, terminó enamorado. La boda se celebro poco después, cuando Antonio, osado y voluntarioso, había conseguido fortuna y porvenir suficiente gracias a las plantaciones de caña, los cafetales y también –según publicó años después en un panfleto uno de sus cuñados dolidos por un mal reparto de herencia– al «tráfico de esclavos». Al negocio se dedicó también el ferrolano marqués de Amboage y el mismísimo duque de Riansares.

Los tres primeros hijos de Antonio y Luisa nacieron en Cuba, el cuarto, lo hará ya en Barcelona donde la familia se instaló con holgura hasta terminar comprando el señorial palacio Moja de la Rambla. Antonio López se metió en los negocios de navieras y consiguió el monopolio para el trasporte de soldados a la guerra de África (1859-60). De ahí a lograr el contrato oficial del correo para las Antillas, apenas había un paso. Luego llegaron las inversiones ferroviarias, urbanísticas y la creación del Banco Hispano Colonial, con el que se pretendía paliar con préstamos al gobierno, la guerra con los independentistas cubanos. Fue además un férreo apoyo económico para la dinastía de los Borbones lo que le valió la concesión del título de marqués de Comillas por Alfonso XII en 1878. Comillas se lanzó a la inversión en la Compañía Trasatlántica Española, con barcos de pasajeros de lujo que como el vapor «Reina Cristina» llevarían a la infanta Eulalia a Cuba en su apoteósico viaje de 1893, en el que la seductora royal intuyó vientos de independencia. Y también de los Comillas era el crucero «Alfonso XII» en el que la Chata cruzó el océano para llegar a Argentina en 1910, en la que fue una de las visitas más apoteósicas que se recuerdan de los Borbones a tierras americanas.

Interior del palacio Moja de la Rambla

Interior del palacio Moja de la RamblaWikimedia Commons

El marqués decidió convertir la villa de Comillas, donde se encontraban sus raíces, en un lugar de descanso para la nueva burguesía que quería disfrutar de la bravía costa de Cantabria. Se hizo con el palacio de Sobrellano, todo lujo neogótico y consiguió atraer un veraneo que competía con Deauville o Biarritz. Muchos meses de agosto, la Familia Real acudía a Comillas a pasar largas temporadas y allí llegó a celebrarse un consejo de ministros en 1881, con Sagasta y Martínez Campos, inmediatamente después de un viaje del soberano por tierras gallegas.

Antonio López falleció en Barcelona en 1883. Su hijo Claudio, segundo marqués de Comillas, afamado filántropo y benefactor de iniciáticas católicas como el diario El Universo, se mantuvo al frente de todos los negocios y supo continuar la buena relación que su padre había forjado con los Borbones, alineándose con cierto conservadurismo de corte tradicional. Fueron muchas las visitas que recibió de la bondadosa infanta Paz, princesa de Baviera. Fue tal su afecto que los Comillas le regalaron una casa en Santillana del Mar para sus estancias en España. Pero Claudio, aunque casado, murió en 1925 sin descendencia con lo que la dinastía vio su continuidad en los hijos de su hermana Luisa Isabel, quien, aunque mayor en edad, no había heredado el título por la ley de primogenitura del varón. Estaba casada con el industrial catalán Eusebio Güell, I conde de Güell, mecenas de Antonio Gaudí y también gran potentado. Los diez vástagos del matrimonio Güell-López darán lugar a otra interesante saga de empresarios catalanes herederos, además, del marquesado de Comillas inaugurado por su abuelo.

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