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Víctimas llegadas de Hungría al campo de exterminio de Auschwitz, mayo de 1944

La conferencia de Wannsee y la 'solución final': así se fraguó el asesinato en masa de los judíos de Europa

15 dirigentes de alto rango del gobierno alemán y del gobierno nazi se reunieron a orillas del lago Wannsee, cerca de Berlín para planificar el exterminio de los judíos europeos

El 20 de enero de 1942 tuvo lugar la Conferencia de Wannsee que reunió a 15 altos cargos nazis en la villa Marlier, en el lago de Wannsee, cerca de Berlín, para planificar la «solución final» al «problema judío». Bajo la dirección de Reinhard Heydrich, conocido como «el carnicero de Praga». Los participantes de la conferencia acordaron las funciones de cada uno en este crimen y aseguraron su colaboración en la deportación de todos los judíos europeos.

La mansión en la que se realizó la Conferencia de WannseeYad Vashem, centro mundial de conmemoración de la Shoá

En aquella mansión se dieron las directrices para la detención y exterminio de más de seis millones de judíos, considerados una raza «inferior». A partir de ese día miles de vagones se llenaban con víctimas que fueron trasladados desde los guetos a los campos de exterminio ubicados en Polonia: «Bajo supervisión adecuada, los judíos deben ser llevados al este y reclutados para el trabajo de manera adecuada», sentenció Heydrich. Pero sería Adolf Eichmann quien gestionaría las deportaciones por ferrocarril a los campos de exterminio de Auschwitz, Treblinka, Sobibor, Chelmno, Belzec y Madjanek.

Aunque los asesinatos en masa de la población judía en Polonia y en la Unión Soviética ocupada ya se estaban perpetuando, muchos expertos señalan la Conferencia de Wannsee como el momento y el lugar donde se «legalizó» el Holocausto judío. Se estima que murieron alrededor de seis millones de personas.

Junto a Heydrich y Eichmann estuvieron Otto Hofmann, Heinrich Müller, Karl Eberhard Schöngarth, Gerhard Klopfer, Rudolf Lange, Georg Leibbrandt, Alfred Meyer, Josef Bühler, Roland Freisler, Wilhelm Stuckart, Erich Neumann, Friedrich Wilhelm Kritzinger y Martin Luther. Todos fueron informados de que se procedería a ejecutar el protocolo que conllevaría el genocidio judío.

Los altos mandos nazis que participaron en la Conferencia de WannseeTwitter

Hombres sin escrúpulos

La reunión comenzaría con una larga introducción de Heydrich en el que, sin titubear, explicó las directivas que había recibido de Adolf Hitler y de Hermann Göring. En la sala se encontraban oficiales de la SS, secretarios de Estado y funcionarios de alto nivel dentro de la administración nacionalista a los que se les entregaría el meticuloso trabajo de Eichmann, una especia de censo de judíos europeos, divididos en dos grupos: en el A estaban los que vivían en territorios bajo el poder del Tercer Reich, así como en zonas controladas por países afines al nazismo. Mientras que en el grupo B figuraban todos aquellos que habitaban en zonas neutrales o en las potencias aliadas.

A cada uno de los asistentes se les entregaría una copia del «acta de reunión», que tiempo más tarde, en 1947 el fiscal norteamericano Robert Kempner encontraría (era uno de los pocos documentos que no desapareció ante el intento de nazi de «deshacerse de todos sus pecados») y se utilizaría como prueba incriminatoria en los Juicios de Nuremberg y en el proceso contra Eichmann en Jerusalén.

Un documento de la Conferencia de Wannsee; aquí la lista preparada de la población judía en Europa

Heydrich continuó haciendo algunas puntualizaciones sobre quién debería ser considerado judío y el proceder con los «diferentes tipos» que existían: los mayores de 65 años y los veteranos de la Primera Guerra Mundial que hubiesen sufrido durante dicha contienda lesiones graves o que hubieran recibido condecoraciones serían enviados al campo-gueto Theresienstadt. Por otro lado, los mestizos –denominados de forma peyorativa como mischlinge– eran considerados simplemente como judíos, lo «conflictivo» era determinar lo que sucedería con aquellos que estaban casados con alemanes o cuyos abuelos eran «arios». Sin embargo, el cinismo de los ahí presentes fue tal que a pesar de las posibles excepciones, se expusieron otras razones que permitían también asesinarlos.

Heydrich quedó más que satisfecho con el resultado de la Conferencia de Wannsee. A penas hubo objeciones ni reparos a su programa de «solución final». Es más, contó con la aprobación general y disposición de todos los presentes a llevarlo a la práctica. Al final de la reunión los participantes estaban de excelente humor y brindaron con coñac, como relataría luego de finalizar la guerra Adolf Eichmann ante el Tribunal de Jerusalén.

La mansión donde se había maquinado uno de los genocidios más atroces de la historia pasó por varias manos después de la guerra, entre ellas las de los norteamericanos que liberaron Alemania, el Partido Socialdemócrata alemán y una institución educativa alemana. El historiador Joseph Wulf, quiso que se convirtiera en un sitio de memoria desde mediados de los 60, pero sus pedidos no fueron escuchados hasta 1992 cuando terminaría convirtiéndose en el Memorial y Centro Educativo de Wannsee.