El cazador cazado: cuando el Homo pasó de mono asesino a presa carroñera
La base de la evolución se debe en parte a la alimentación, por eso cabe preguntarse cuál era la posición que ocupaba en la cadena alimenticia el «hombre-mono» de hace más de 2 millones de años
El humano prehistórico empezó siendo el último mono de la Sabana para convertirse después en un «violento cazador». Así lo afirman diversas hipótesis que surgieron durante el siglo XX, rodeadas de un contexto de conflictos armados, migraciones y revoluciones culturales que condicionaron muchas de las ideas que, incluso hoy, se tienen sobre cómo era el primer antepasado común. Pero la base de la evolución se debe en parte a la alimentación, por eso cabe preguntarse cuál era la posición que ocupaba en la cadena alimenticia el «hombre-mono» de hace más de 2 millones de años.
Esta misma pregunta se la hizo Rymond Dart, anatomista surafricano de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, que desarrolló su propia teoría en la que defendía que los homínidos eran cazadores. Dart era un investigador reputado que llevaba toda la vida estudiando los restos óseos que iban apareciendo, como el cráneo que le enviaron en un paquete procedente de la cantera Tuang (Suráfrica), en 1924. Pertenecía a un varón joven datado en unos 2,7 millones de años, al que se conocería desde entonces, por su edad y por su ubicación como el «Niño de Tuang».
Eran un blanco fácil para los grandes depredadores que convivían en una zona predominantemente de Sabana, con pocos árboles o cuevas donde poder refugiarse
La teoría que planteó Dart fue aceptada por muy pocos colegas de profesión como Wilfrid Le Gros Clark, y exagerada por el periodista Robert Andrey en su libro Génesis africana (1961), donde hablaba del «hombre - mono» como «mono asesino». Una visión negativa y destructiva de la especie que ganó popularidad por culpa del contexto bélico de las dos guerras mundiales. Esta visión del hombre mono violento parecía encontrar su sentido en las fracturas de los restos óseos que extrajo Dart de las canteras de Tuang, Sterkforntein, entre otras. Según su hipótesis las heridas que habían dejado marca en los huesos se debían a un enfrentamiento con herramientas entre Australopitecos Africanus, la especie que él mismo creo a partir del «Niño de Tuang», y que inició una nueva generación de «monos del sur».
La teoría se contrastó años más tarde y la mayoría de los expertos la aceptaron porque encontraron herramientas e instrumentos de piedra junto al cráneo de «Zinj» (de Zinjanthropus, nombre que se dio al cráneo fósil encontrado en Olduvai). Este descubrimiento corroboró una parte de la hipótesis de Dart, pero no que se tratasen de objetos empleados como armas contra otros «hombres – mono», ni tampoco que existiese un canibalismo entre estos. Sin embargo, los planteamientos que realizaron entonces Dart y Clark, hoy están totalmente desacreditados.
¿Depredador o presa?
El antropólogo Bob Brain desmontó por completo la concepción del australopiteco cazador. Llegó a la conclusión que los huesos de algunos de los depósitos surafricanos – similares a los estudiados por Dart – estaban mezclados por causas geológicas. Es decir, había restos de hombre primitivo, pero también mandíbulas y dientes de otros animales. Además, Brain realizó un estudio sobre la forma de caza de las hienas de esas zonas y descubrió que las fracturas que tenían algunos cráneos no habían sido producidas por un útil fabricado por el hombre, sino por mordeduras y zarpazos de hienas. Por lo tanto, el juego de «hombre-mono» cazador había cambiado drásticamente a «hombre-mono presa».
Además, hace 3 y 2 millones de años, el Homo presentaba unas características concretas aparentemente ventajosas pero que impediría cazar de forma individual: altura (en torno al 1,50) y bipedismo, lo que suponía una fuerte desventaja. Eran un blanco fácil para los grandes depredadores que convivían en una zona predominantemente de Sabana, con pocos árboles o cuevas donde poder refugiarse.
Teniendo en cuenta todos los parámetros Brain llegó a la conclusión de que el hombre primitivo debió ser carroñero. En este escenario en la cadena trófica de hace 3 millones de años, el «hombre-mono» estaría en un nivel intermedio, pasando de ser cazadores (aunque en realidad nunca lo fuimos en la sabana de grandes depredadores) a presas. Un claro ejemplo es el «Niño de Tuang», que fue cazado por un águila, según demuestra análisis modernos.
El hombre prehistórico que habitaba la sabana del sur de África fue en sus comienzos un carroñero que se alimentaba de los restos grandes animales como elefantes, que habían cazado leones o hienas. La alimentación carroñera terminó cuando el ser humano primitivo empezó a asociarse en grupos que les permitió cazar a presas más grandes, y el descubrió la funcionalidad del fuego para protegerse, cocinar alimentos, o incluso para cazar por la noche.