Fundado en 1910

Javier Santamarta del Pozo autor de Eso no estaba en mi libro de Historia de la Primera República

Entrevista a Javier Santamarta del Pozo

«Es el 150 aniversario de la Primera República y los republicanos no han hecho ninguna conmemoración»

«¡Hasta los cojones de todos nosotros!», fue lo que dijo Figueras, el primer presidente de la Primera República de España, ante la incapacidad de alcanzar un acuerdo sobre la forma de Estado que querían

Javier Santamarta del Pozo es un escritor madrileño y colaborador habitual en varios programas de radio y de televisión como esRadio o ABC, donde tiene su propio blog llamado Notas del Espía Mayor. Ha trabajado durante años en Ayuda Humanitaria en distintos conflictos y desde el 2004 es profesor de la Escuela de Guerra y colaborador del Ministerio de Defensa. Acaba de publicar Esto no estaba en mi libro de la Primera República, un libro donde reflexiona sobre el republicanismo en España a través de un relato dinámico y con humor sobre la historia de la Primera República que duró casi dos años, menos tiempo del que ha tardado Santamarta en escribirlo.

Recibe a El Debate en la librería Méndez de la calle Mayor de Madrid para hablar sobre cómo se originó el primer intento republicano español, en un momento de la historia de España de caos político con cinco presidentes, una guerra en Cuba, la tercera guerra carlista y la rebelión cantonal a la que tuvo que hacer frente la Primera República, un periodo casi desconocido por la mayoría. Si bien, la más famosa ha sido la Segunda República, antes de adentrase de lleno en 1873, cabe preguntarse:

Alegoría de La Niña Bonita sobre la I República española,4​ publicada en La Flaca

–¿Qué ecos de la Primera República encontramos en la Segunda?

–Es muy difícil compararlo porque el movimiento que surge por segunda vez lo hace de forma muy diferente. Los años 20 y 30 en Europa también son muy complejos, la monarquía de Alfonso XIII se ha metido en el avispero de las guerras de África, que sumado a la semana trágica y otros sucesos crean las bases para la consolidación de las ideologías de izquierda y de derechas. Además, ha pasado el 150 aniversario de la Primera República y los republicanos no han hecho ninguna conmemoración. Pero cada 14 de abril en España se monta un pollo con multitud de celebraciones y contenidos en redes sociales, pero nada sobre la efeméride de la creación de la primera el 11 de febrero. Yo puse un hashtag en Twitter sobre la Primera República a ver qué pasaba y no pasó nada. ¿Por qué? Porque el republicanismo español también la odia. Además, como pasó entonces no sabe qué quiere ser: federal, unitaria, presidencialista, representativa.

–Y en 1873 ¿la idea de la Primera República era crear un conjunto de federaciones siguiendo el modelo americano o era algo distinto?

–Los dos únicos países que aprueban la Primera República en España serán Suiza, que tiene el sistema de cantones, y Estados Unidos. Los federales sí que tenían esa aspiración, pero los unitarios como Serrano miran el modelo republicano francés. De lo que no se dieron cuenta es de que ese federalismo llevado al extremo podía acabar con el sistema, como ocurrió tras el golpe de Pavía, que se levantó en armas para poner un poco de orden, no porque quisiera recuperar la monarquía. Es más, le ofreció de nuevo el poder a Castelar, que era el jefe del ejecutivo en ese momento, pero se negó a seguir en el cargo. En este contexto también estaban metidos esos movimientos alfonsinos que sabían que la madre jamás volvería, por eso trabajaron ya en crear la figura de un monarca joven y moderno. Mientras, Alfonso se estaba formando en varias academias e instituciones importantes en Europa y manifestó desde Inglaterra su deseo de ser un Rey democrático y parlamentario.

Caricatura que muestra el apoyo a la República española por parte de Suiza, Estados Unidos y Francia

–Pero ¿ya se planteó la creación de la república antes de la abdicación de Amadeo?

–Había un movimiento republicano previo, pero el objetivo se centraba en quitar a la dinastía Borbón y a Isabel II. Evidentemente el personaje de Prim fue fundamental para que eso sucediera, incluso había algunos que llegaron a decir que Prim deseaba ser «Juan Prim-ero» para crear una nueva monarquía. Se habló también de una confederación ibérica entre Portugal y España, aunque no se sabía muy bien si bajo una monarquía o una república. Es curioso que cuando se proclamó La Gloriosa en 1868, se cambió la corona clásica por una mural siendo España todavía una monarquía en busca de Rey.

–¿Fue culpa de Amadeo I de Saboya por abdicar o ya tenía bastante con aguantar las rimas?

–Ya hubo cachondeo con Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen, que al final era «¡Leopoldo Olé Olé si me eligen!» Pero las cortes eligieron a Amadeo I de Saboya, que empezó con mal pie porque asesinaron a su valedor. Además, no acabó de entender lo que estaba ocurriendo a nivel interno en España. El contexto era el del Sexenio Democrático revolucionario –que es donde entran el reinado de Amadeo y la Primera República–, con seis años muy curiosos y movidos. El periodo comenzó y acabó con Serrano, que pasó de ser Regente del Reino, con el tratamiento de Alteza, a presidente del poder ejecutivo de una república de tipo unitario y dictatorial. Fue un contexto de locos.

España estaba metida en la locura que recorre toda Europa, con movimientos obreros y nuevas ideologías. No éramos una anormalidad como nos gusta pensar

–La enorme crisis social y económica que se vivía entonces tampoco ayudó a estabilizar la Primera República.

–Aunque no era una excepción, porque estaba ocurriendo en todo el mundo, el siglo XIX fue un momento de cambio: Estados Unidos estaba inmerso en una guerra de secesión. Los problemas de las nuevas repúblicas emancipadas de España se acumulan. Francia tuvo dos imperios con Napoleón, dos nuevas dinastías y repúblicas. Alemania e Italia buscaban su unificación nacional. Es decir, España estaba metida en la locura que recorre toda Europa, con movimientos obreros y nuevas ideologías. No éramos una anormalidad como nos gusta pensar.

–Que la República tuviera cinco gobiernos no era algo novedoso ¿verdad?

–Durante la Restauración, antes de Amadeo, hubo cinco jefes de gobierno, lo que faltaba era una forma de estabilidad. La República la proclamaron unas cortes monárquicas constituidas en Asamblea Nacional de forma ilegal, porque según la Constitución no podían formarse. También lo hicieron de forma ilegal el propio Amadeo y la Primera República. Por lo tanto, ya empezó todo mal, y sin saber qué dirección debían tomar entre una república unitaria o federal. A los pocos días ya se intentó un golpe de Estado para traer de nuevo a la monarquía. Y los presidentes del ejecutivo que conocemos de ese periodo se van sucediendo porque no hay manera de conseguir la estabilidad, llegando a ocupar el puesto cuatro presidentes del ejecutivo en menos de un año.

–Cinco presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar y Serrano. ¿Qué aportó cada uno durante su presidencia?

–Figueras, como primer presidente, intentó ser un hombre de consenso, pero no le dejaron e incluso intentó dimitir desde el principio. Pi y Margall estaba muy influenciado por las ideas de un federalismo muy radical, de abajo a arriba, y eso le estalló con el cantonalismo. Salmerón ya se encontró de frente con una guerra carlista y otra en Cuba, además del cantonalismo. Castelar fue un hombre de Estado que quiso recoger las atribuciones y poderes que le dieron en su momento a Pi y Margall para cargarse el cantonalismo y poder firmar penas de muerte para poner orden. Además, consiguió abolir la esclavitud en Puerto Rico. Pero se produjo el golpe de Pavía y las cortes quedaron disueltas. Entonces Serrano intentó mantener a flote la república por medio de un sistema unitario y dictatorial para acabar con la guerra carlista y el cantonalismo.

–En cuanto al carlismo ¿qué papel jugó la guerra en la formación de la república?

–Es curioso que en zonas como Navarra, La Rioja, Vascongadas y Cataluña donde se luchó en la tercera guerra carlista no hubo cantones. Además, este conflicto no dejaba de ser otra opción monárquica, también sobre la dinastía Borbón, pero tenía otros valores muy importantes como la religión que la república no quería.

Cataluña quiso ser un territorio especial, pero dentro de España a diferencia del independentismo actual, que quiere hacer una confederación de iguales entre la parte y el todo

–Mientras, en el sur ¿cómo actuaron contra la rebelión cantonal los diversos gobiernos republicanos?

–Mal. Ellos esperaban hacer un estado republicano federal de abajo a arriba, pero eso provocó que los 17 estados federales en los que se quería dividir el estado tuvieran la iniciativa de autogestionarse sin depender de nadie. Por ejemplo, la localidad de Dos Hermanas dijo que abolía el Concilio de Trento, otra ciudad acuño su propia moneda y todo se convirtió en un «¡Viva Cartagena!» Un acto de secesión que llegó al absurdo, como que el epítome del cantonalismo, que es Murcia, acabó diciendo que en Madrid eran unos traidores a la república y constituyeron a Cartagena como capital de España.

También en Cataluña quisieron ser un territorio especial, pero dentro de España. Que esa es la principal diferencia con el independentismo actual, que quiere hacer una confederación de iguales entre la parte y el todo. Lo cual no tiene sentido porque el todo tiene que englobar las partes, como en Estados Unidos, donde Texas se confedera con el resto de estados para crear la unión. Aquí esto no se acaba de entender.

–Y en España ¿la población era republicana o monárquica?

–Hay luchas y movimientos para mejorar las condiciones de trabajo, porque al final les daba igual lo que estuvieran haciendo los políticos mientras les solucionaran los problemas cotidianos, y no hubo una lucha general en favor de una u otra forma de estado. Por ejemplo, en la guerra carlista durante las treguas se juntaban los de un bando y con los del otro y horas después volvían a enfrentarse. Ya en la Segunda República hubo mucha ideologización, que es lo que ha provocado que la gente piense que la república es algo de izquierdas. Y no es así, lo hemos visto en Estados Unidos o en Alemania, donde los presidentes de la república han sido de derechas. La república es solo una forma de estado, por eso estos tópicos hay que dejarlos de lado. Hay una anécdota que está referida a la película de Alfonso XII, sobre una persona que cada vez que entraba el Rey en Madrid gritaba «¡Viva el Rey! ¡Viva el Rey!» Y le decían que no gritase porque se podía quedar afónico, a lo que contestaba que «¡Más grité cuando echamos a la madre!» Entonces, ¿esta persona era monárquica? Pues no lo sé. Es resumen, no podemos decir que la Primera República tenga una marcada ideología.

No podemos decir que la Primera República tenga una marcada ideología

–Ya hemos hablado a nivel político y social, pero falta el tercer pilar fundamental del siglo XIX: el Ejército, que juró lealtad a la monarquía. ¿Qué papel tuvo durante la república?

–Muchos de ellos estarán en partidos políticos. Uno de los más destacados militares fue Juan Prim, que como héroe de África y marqués de los Castillejos no le importaba que hubiese una monarquía, pero que nunca «¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás!» –como repitió en su famoso discurso– vuelvan los Borbones. Aunque cuando Amadeo abandonó España, las fuerzas armadas españolas quedaron al mando del gobierno de turno. Martínez Campos luchó contra los cantones cuando se le ordenó y Pavía fue el capitán general de Madrid durante la república.

–Con una mirada retrospectiva ¿por qué fracasó la Primera República?

–Cambiar de sistema de estado también es un pensamiento mágico porque como ya no hay monarquía parece que todo se ha solucionado. Pues no es así. Hay que solventar los problemas sociales, económicos y políticos existentes para conseguir una estabilidad. Por ejemplo, la estabilidad territorial estaba costando conseguirla y el nuevo estado republicano no puso sostenerse durante mucho tiempo. Después, con Serrano y la república unitaria tampoco pudieron resolver nada.

–Pero ¿algo hicieron bien?

–Su mayor éxito fue abolir la esclavitud negrera en Puerto Rico. Es lo único que pudieron hacer en tan poco tiempo, después de cinco presidentes en poco menos de dos años.