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Guevara en 1960, paseando por las calles de La Habana con su segunda esposa Aleida March (derecha)AFP

Entrevista a la autora de 'Las víctimas olvidadas del Che Guevara'

María Werlau: «El Che estaba ansioso por matar sin piedad»

Werlau da nombres, lugares y cifras acerca de las actuaciones de un fanático del fusilamiento sin contemplaciones. El Che, explica, «gozaba con eso»

Ya no se podrá decir que los primeros momentos de la Revolución cubana fueron idílicos o seguir glosando la figura de Ernesto «Che» Guevara y de La Serna como figura romántica: la historiadora María Werlau, directora de la base de datos Cuba Archive, desmenuza con precisión –la que permiten la documentación disponible y los testimonios de supervivientes– la criminal andadura, comenzada en la Sierra Maestra, de quien aún es referencia de muchos jóvenes y de parte de la izquierda. Werlau da nombres, lugares y cifras acerca de las actuaciones de un fanático del fusilamiento sin contemplaciones. «Gozaba con eso».

María Werlau

–La patología criminal del Che brota a muy temprana edad.

–Así es. Parece que desde chiquito mostraba una sociopatía para con la muerte y lo tétrico es hacer daño a los animales, según reporta su propia familia. Eso se hizo muy evidente cuando entrenaron [el Che y los hermanos Castro] en México. Y ahí lo cuento en el libro: Miguel Sánchez, «El coreano», que les adiestró militarmente para invadir Cuba durante la dictadura de [Fulgencio] Batista, le consideraba el alumno más destacado. Estaba ansioso por matar para impartir el terror y establecer el control político. Pocas veces uno escucha eso cuando se habla del Che.

–Casi nunca. ¿Qué pasó en Sierra Maestra? Menciona en su libro 19 muertes, de las cuales 6 son directamente atribuibles al Che.

–Y una de su propia mano, según figura en su propio diario.

–¿Quién fue el ajusticiado?

–Eutimio Guerra, al que nadie quería fusilar porque en realidad había muy poca prueba en su contra. El Che le dio un tiro en la cabeza. Se prestó para eso. Mi padre y mis tíos estuvieron en su tropa en Sierra Maestra. Cuentan que ya se perfilaba como una persona muy austera y disciplinada. Sembraba terror en la tropa si se violaba cualquier regla.

–Narra dos casos: a uno que le fusilaron por encender un cigarrillo de noche y al otro por servirse comida antes de la hora indicada.

–La de su jefe. El Che tenía que comer primero. Para establecer su autoridad. Era una persona muy inflexible.

–De Sierra Maestra a La Habana, el Che pasa por Santa Clara, donde pasa dos días, el tiempo suficiente para dejar su huella criminal.

–En Santa Clara dejó un buen saldo de viudas y huérfanos. Hizo fusilar o dejó condenas de muerte firmadas de un número de víctimas; solo en enero de 1959 hemos documentado 29.

–El 3 de enero de 1959, dos días después de asumir el poder, Fidel Castro nombra al Che comandante en jefe de la Fortaleza de La Cabaña, sita en La Habana y escenario de los «juicios revolucionarios». ¿Sabía lo que hacía?

–Por supuesto. Desde los tiempos de México, Fidel y Raúl conocían perfectamente su disposición. Por eso fue nombrado para ese cargo.

–¿Se puede decir que le nombraron para fusilar?

–Le nombraron para fusilar, efectivamente. Con esa intención llegó, asistido por una «comisión depuradora» cuyos miembros carecían de formación jurídica.

–¿Los depurados?

–Gente que había servido la dictadura de Batista. Cito, por ejemplo, a José Vilasuso, con el que tuve la oportunidad de conversar en varias ocasiones. Hace un relato muy documentado de ese periodo en La Cabaña.

–De La Cabaña saca, asimismo, el testimonio del sacerdote Javier Arzuaga, encargado de la asistencia espiritual de los futuros fusilados. ¿Qué le contó?

–Me contaba cómo el Che le decía que había que matar. Gozaba con eso. No tenía piedad. El sacerdote quedó tan afectado que le dio una crisis nerviosa y se tuvo que ir de Cuba. Lamentablemente, desapareció su diario, donde él guardó los datos de los 55 fusilamientos que hubo en el tiempo en que él estuvo ahí, desde enero hasta junio de 1959.

–¿Es cierto que, para dar cobertura legal a los fusilamientos, Fidel y los suyos impulsaron una modificación exprés de la Constitución que prohibía la pena de muerte?

–Sí: la Constitución de Cuba en vigor, la de 1940 que el Movimiento 26 de Julio y Fidel Castro se habían comprometido a restaurar, solo prescribía la pena de muerte en casos de traición a la patria. Tengo entendido que en Cuba sólo se había fusilado una persona durante la Segunda Guerra Mundial.

–Con esa cobertura legal, o incluso antes, empiezan los crímenes con la ayuda de «jueces» sin conocimientos jurídicos. Cita, entre otros, a un tal Orlando Borrego.

–Él y el resto eran revolucionarios y campesinos. Algunos ni siquiera sabían escribir. Determinaban a quién iban a fusilar. O sea, cuál iba a ser la sentencia. En realidad, era una pretensión de ser un procedimiento legal. También había una pretensión de que había una cobertura legal, porque en el 10 de febrero del 59 se promulgó la nueva Ley Fundamental por decreto. Todo fue así en Cuba y lamentablemente sigue siendo así.

Hubo fusilamientos masivos y para el año 59 he documentado casi 900; una cifra que excede las muertes que atribuyen al régimen de Batista

–Resulta muy difícil documentar: Cuba no permite el acceso a los archivos. Con todo, ¿se puede evaluar el número de fusilados entre enero y julio del 59 en La Cabaña?

–No hay cifra en relación con esos meses, pero nuestra base de datos pública se actualiza permanentemente.

–Sin embargo...

–…. revisé la tasa de fusilados. El número de fusilados en La Cabaña durante los meses en que el Che estuvo oficialmente en el cargo como presidente de la Corte de Apelaciones y jefe de la Fortaleza de la Cabaña es, aproximadamente, de 57 de enero a junio y de 13 entre junio y noviembre. Hay tres casos de personas cuya fecha de fusilamiento se desconoce, pero son también de 1959.

–¿Cuál sería el margen de error?

–Unos 20 más, probablemente unos diez más. Depende, porque a veces las fechas cambian a medida que se tienen testimonios de fuentes primarias y no de listados. Es difícil decir con certitud.

–¿Y en el resto de Cuba?

–Hubo fusilamientos masivos y para el año 59 he documentado casi 900. Una cifra que casi excede el total de ejecuciones y muertes que se le atribuyen al régimen de Batista, que duró seis años.

–Hay cierta confusión en relación con la represión de los funcionarios del régimen de Batista.

–Los batistianos que mataban, que estaban en las bandas, algunas paramilitares o algunos de los jefes de policía que eran conocidos como matones de Batista. Cuando este huyó, se refugiaron en las embajadas o se marcharon del país. Fueron los que cometieron la mayor parte de los crímenes. O sea, que no cuadran las cifras de los fusilados que pagaron por estos crímenes con los que los perpetraron. Ahí nada más, que está claro.

–¿Qué se desprende de su investigación al respecto?

–La hice usando información del Gobierno cubano, que nunca ha publicado una lista. Justamente por esta razón pensamos que no coincide da con lo que con la propaganda y la desinformación han proclamado sobre el régimen de Batista: muchas de estas personas fusiladas masivamente en La Cabaña y demás partes de Cuba no habían cometido crímenes, sino que les acusaban para hacer de ellos un ejemplo y sembrar terror.

–Típico del Che.

–Se lo decía al sacerdote: «no importa, no hay que tener pruebas». Hay un testimonio de una persona, aún viva. Me contó que fue a ver, con un amigo del Che, a su hermano, joven policía, recién casado, que no había cometido crímenes. El Che les dijo: «no importa, si vistió el uniforme azul de la policía, hay que matarlo».

Creo que la campaña más exitosa de la historia moderna es la del Che. La bibliografía le es abrumadoramente favorable

–¿Se sabe con exactitud la implicación del Che en la gestación de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, Umap, donde, entre otras actividades, se «reeducaba» a los homosexuales?

–Mire, no he podido establecer una participación directa del Che Guevara en las Umap. Lo que el Che Guevara creó fue el primer campo de trabajo forzoso en la provincia de Guancahabibes, cuando era ministro de Industria. Allí castigaban a los empleados del Ministerio que estaban bajo su supervisión y que tenían «conductas indeseables» o «mala disposición» para el trabajo; eran «malos revolucionarios» o habían cometido cualquier falta.

–¿Inspiró ese lugar lo que vino después?

–Se dice. El Che estuvo en Cuba hasta 1965 y no dudo de que tuviera que ver directamente con las Umap, pero no he podido documentar que eso fuera así. Sin embargo, van saliendo informaciones.

–Diga.

–Hace poco me topé con un caso. Creo que de Santa Clara. En 1963, un joven, de nombre Carlos Milián, que se alzó en la guerrilla anticomunista, como parte de la insurrección del Escambray. En un combate lo agarran herido y está tres meses preso. Cuando pasa el Che por ese lugar, lo mandó fusilar.

Después de la batalla de Santa Clara, 1 de enero de 1959

–En 1963. Y antiguo revolucionario,

–Testimonio directo de su hermana. O sea, una víctima más de una orden directa del Che. No está contado en ninguna parte. Se puede decir, por lo tanto, que todos los fusilamientos que ocurrieron en Cuba hasta que el Che se fue en 1965, se le pueden atribuir indirectamente: participó de ese núcleo que eran los hermanos Castro y él. Fueron los que tomaron la decisión de acabar con todo viso del régimen de Batista; muchos eran nuevos insurrectos, que en muchos casos habían participado de la guerrilla contra Batista: se dieron cuenta de que les habían robado el proyecto de traer la democracia y restaurar la Constitución.

–Llama la atención el caso de José Carreras, revolucionario de los primeros días y fusilado sin contemplaciones.

–Parece que tuvo una discusión muy fuerte con el Che, a causa de las tendencias comunistas de este último. Esa fue la razón principal por la que el Che lo mandó fusilar. En realidad, Carreras no había cometido ninguna infracción. Mucho menos para mandarlo fusilar.

–Por insinuar que el Che era comunista

–Eso se comentaba. Mi padre (ver apoyo) en la Sierra tuvo una discusión con él sobre la invasión de Hungría de 1956. Mi tío se lo llevó para parar el intercambio: ya tenían miedo a contrariarlo. El Movimiento 26 de Julio [precursor del castrismo] ya estaba infiltrado por los comunistas.

–Los interesados lo negaron durante años.

–Negaban tener un proyecto comunista y solo se quitaron la máscara una vez tuvieron a Cuba bajo control.

–En la página 45 escribe que el número de ejecuciones atribuidas personalmente al Che Guevara es de 119. ¿Ha evolucionado esa cifra?

–Un poco. Y como le digo, esto es una cifra que es un poco arbitraria en sentido conservador, porque ¿cómo podemos decir, por ejemplo, que el Che no tuvo que ver con las decisiones de La Cabaña cuando él salió de ahí? Ofrezco en el libro según el cual firmaba las actas de fusilamientos de La Cabaña después de haber dejado el mando directo en noviembre de 1959. Son las cifras actualizadas al cierre del libro: casos documentados con nombres, apellidos, circunstancias, etcétera, donde el Che dio la orden directa o la firmó. Pero podrían ser miles.

Portada del libro Las víctimas olvidadas del Che Guevara

–¿Hasta ese punto?

–Félix Rodríguez, cubanoamericano enviado por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos para apoyar la captura del Che en Bolivia, dice que él le confesó ser responsable de miles de fusilamientos.

–La cifra parece algo arbitraria.

–Puede. El mismo Che Guevara, en su discurso ante Naciones Unidas, dijo: «hemos fusilados y seguiremos fusilando mientras sea necesario».

–¿Podría explicar el caso de los hermanos de Vertientes?

–Es un relato que nos hace Augusto Villalón, antiguo gerente de la plantación de arroz El Cimarrón, sita en Vertientes, Camagüey. Según él, poco después del triunfo de la Revolución, regresa al lugar y el viejo Andrés, el capataz, le contó cómo había sido el paso del Che con su tropa. Se habían alojado en la casa de la plantación. Unos empleados les señalaron a dos hermanos chivatos de Batista campesinos que allí trabajaban.

–Se supone que el Che ordenó su ejecución.

–Sí. Y fueron enterrados en una fosa poco profunda. Por la noche vinieron los animales del del del lugar y sacaron los restos de los hermanos. y que el viejo Andrés los había llevado a otro lugar y había buscado a los padres para que pudieran despedirse de los derechos de sus hijos. Este es el tipo de atrocidad que se cometió en Cuba y, de modo especial, el Che.

El mismo Che Guevara, en su discurso ante Naciones Unidas, dijo: «hemos fusilados y seguiremos fusilando mientras sea necesario»

–¿Por qué, 64 años después de la Revolución cubana pervive la «fachada romántica» del Che? ¿Por qué miles de adolescentes siguen vistiendo camisetas con su efigie?

–Así mismo. Creo que la campaña más exitosa de la historia moderna es la del Che. La bibliografía le es abrumadoramente favorable: en las principales biografías apenas se mencionan sus crímenes, cuando el mismo Che los evoca en sus escritos.

–Jorge Castañeda, por ejemplo, dedica seis líneas a los fusilamientos en Sierra Maestra y once a los de La Cabaña

–Y sin entrar en ningún caso, sin entrar en las consecuencias, sin entrar. Poco menos que le dan un plumazo. A las víctimas las designan como «batistianos» o «esbirros». No han consultado ni entrevistado a nadie.